Capítulo ocho
“Poesía del mar”
Sus hermosos ojos zafiros se perdían con yaciente curiosidad en cada efímera palabra escrita en el libro que reposaba entre sus manos, desplazándose con sutileza su vista entre líneas del párrafo.
Tan risueña y encantadora, tal cual, como una niña al encontrar su mundo fantástico.
El aire fresco de la playa chocaba contra su rosado rostro haciendo estragos en su larga cabellera café tinto, a la vez que la escurridiza arena húmeda se colaba a través de los dedos de sus pies.
—Sí, el pirata con una bufanda hubiera tenido una mente más poética, habría pensado que los ojos de ella eran como mil esmeraldas, brillando en un cofre del tesoro pirata lejano—recitó con voz dulce y melodiosa.
El vaivén de un pequeño oleaje no se hizo esperar, casi arropado más arriba de los tobillos. Ella percibió aquella sensación de calidez creciente en su pecho con cada toque de su precioso mar, recibiéndole con amor.
Ella estaba en paz en ese momento.
—Pero no lo era, así que solo pensó que ella tenía ojos realmente verdes, un poco como las algas—culminó la castaña en un tono bajo cada oración.
AquaMarine de un suave movimiento de su mano izquierda, la extendió hasta sumergirla en el agua cristalina y fría de la playa, mientras que cerraba los ojos para perderse en su marea de sentimientos.
—El pirata fue poeta a su manera así lo veo yo—dijo la castaña, a la vez que colocaba el libro en su regazo.
Tal vez ella no entendía lo ¿Qué es un pirata?, Aunque era la segunda vez que escuchaba esa palabra.
—¿Tú qué crees, padre?—interrogó Aqua curiosa.
Sí el mar fuera una persona se hubiera regocijado de la felicidad, pero en cambio le arrullo con su presencia, sólo para ella, su pequeño tesoro la única que entendería su lenguaje.
Un largo suspiró abandonó los labios de la castaña enternecida ante la situación, desde que Camila le había regaló aquél libro de "poesía" no hay día que ella no viniera a la playa a leerlo a la orilla de su padre.
Porque sí, eso era realmente el mar para AquaMarine.
—Es bello contemplar el mar desde el cielo, pero aún lo es más acariciar tu boca con un beso—habló una voz repentina justo detrás de ella.
AquaMarine abrió sus párpados al reconocer de quien era ese léxico, por lo cual ella giró su cabeza a un costado para poder observar al individuo que había llegado, mientras que se le quedó mirando con extrañeza.
¿Desde cuándo a Jace le gustaba la poesía?
—Déjame decirte que no eres la única que sabe de poesía—se excusó el Winston, para sentarse al lado de la chica.
La hija del mar enmarcó una ceja en alto no muy convencida de sus palabras, ella había sentido el cambio en su voz, por lo cual era un indició de que no era cierto.
¿Desde cuándo Jace Winston se expresaba como si fuera Romeo?
—Bien, lo aprendí está mañana solo para impresionarte—refunfuño el pelinegro, encogiéndose ligeramente de hombros.
AquaMarine soltó una suave carcajada, a la vez que alejaba su mano del océano, ella lo detalló mejor; tenía puesto una camisa de diseño cuadricular roja con negra, un pantalón oscuro junto a unas botas corte alto marrones.
Estaba simplemente precioso.
—He tomado una decisión—declaró el pelinegro, con la mirada pérdida en el infinito horizonte.
Los ojos azules de la castaña indagaron con detenimiento cada rasgo en el rostro del hombre lobo, dándose cuenta que la tranquilidad reinaba en su expresión.
Allí, ella supo que él había logrado calmar esa tormenta interna que le atormentaba.
—Todo esos meses que estuviste en el hospital me hicieron darme cuenta que realmente estaba mal—habló lo más pausado Jace. —Y el punto final del ojo el huracán fue la charla que tuvimos el otro día—agregó, volteando la cabeza para poder observarla fijamente.
Con tan solo una mirada ella percibió de manera inmediata todas las emociones de él, sus sentimientos y hasta sus miedos más secretos, sus ojos reflejaban su mismísima alma.
—Quiero quedarme a tu lado y hacer todo correctamente sin más enredos sólo tú y yo—afirmó con sinceridad el pelinegro.
Él extendió su mano hasta posarla sobre la de ella provocando que con tan solo un toque de la piel fresca de la chica, lo hiciera sentir una euforia paulatino en su pecho en ese momento, como si fuera la persona más feliz del mundo solamente con tenerla a su lado, el Winston estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por pasar más tiempo al lado de ella.
Jace había estado cegado tanto tiempo buscando su felicidad en otra parte cuando realmente la tuvo siempre a su lado.
—Te quiero más que los peces al agua—declaró la castaña en un tono de voz suave y armonioso.
Ella sintió como el mar a su alrededor se mantuvo en completa serenidad, pero sabía que esta era la última oportunidad que le daba al pelinegro de remediar todo o el mismo océano lo llevaría hasta lo más profundo de sus condominios.
—Woow—fue lo único que salieron de los labios del metaformo, a la vez que enmarca una ceja en alto.
—Lo aprendí esta mañana para impresionarte—se excusó la castaña, mientras encogió ligeramente los hombros.
AquaMarine soltó una leve risa divertida por lo bajo, ella había usado sus propias palabras en contra. Mientras que él dejó escapar una sonora carcajada, jamás le pasó por la cabeza que la hija del mar hiciera eso... Pero tal vez se deba al tiempo que pasaba con Sami y Samuel que se le habían pegado algunas cosas.
—No dejas de sorprenderme, diosa del mar—dijo el pelinegro con un toque juguetón.
Ella involuntariamente entrelazó sus dedos con los de él, a la vez que llevaba sus ojos azules al vasto horizonte marino, por primera vez en todo el tiempo que tiene de haber llegado a la península se sentía realmente en casa, como si al fin hubiera encontrado su lugar en este mundo.
Un cómodo silencio reinaba la playa, donde solo la magnífica sinfonía de la naturaleza era lo único que se captaban sus tímpanos.
—¿Te gustaría ir conmigo al aeropuerto a buscar a mi hermana Karly?—preguntó el pelinegro rompiendo el silencio. —Ahora que termino la universidad desea pasar una temporada con nosotros—explicó, atrayendo consigo la atención de la castaña.
La hija del mar asintió con la cabeza, teniendo la esperanza de que fuera un perfecto comienzo para ambos... Solo anhelaba no estar equivocada una vez más.
De amarlo por toda la eternidad.
Continuará...