Capítulo Dos
"Hija del mar"
AquaMarine no pudo resistirse más por lo que decidió realizar aquella pregunta que tanto le estaba corcomiendo la cabeza.
—¿Dime el motivo del porqué no me puede tocar?— Aqua hizo la pregunta sin ni siquiera seguir pensando.
Él se quedó parado sin saber qué hacer.
—B-bueno por nada...—tartamudeo en un susurro Jace pasando, su mano desesperado por su cabello oscuro como la noche.
Ella no quedó del todo convencida por tan simples palabras, era como si él tratara de convencerse a sí mismo que no pasaba absolutamente nada con eso.
—Pensé que si existía algún problema por tocarme—dijo la hija del mar de manera inocente.
El hombrelobo estaba consciente que Aqua estaba provocando una nueva sensación en su pecho, él estaba sintiendo una mezcla entre celos con frustración, que iba en aumento al observar que Samuel no tenía ni la más mínima intención de quitar el brazo de los hombros de la chica y aparte de eso sonreía.
Ella al parecer no ha quedado clara en su totalidad sobre el asunto, pero trataba de comprender esa actitud tan prepotente del chico sobre ella.
—¡Oye Aqua!—intervino el menor de todos, al saber que la situación se iba a salir de control—¿Puedes volver hacer lo de hace rato?—agregó sonriéndole emocionado Sami.
La mencionada realizó un pequeño asentimiento con la cabeza, ella se inclino hacía adelante con la intensión de levantarse.
No obstante, unos firmes manos muy cálidas la sujetaron de las suyas para ayudarla a ponerse de pie. AquaMarine levantó su mirada encontrándose con los preciosos ojos marrones oscuros de aquella persona que le ayudó.
Jace le estaba sonriendo de manera inconsciente, pero al darse cuenta lo que estaba haciendo simplemente frunció el ceño.
—Gracias—susurró la ojiazul, mientras que un extraño calor muy agradable rodeo su cuerpo.
Ella se sentía protegida Jace le hace sentir eso, pero a su vez también un poco de nostalgia por saber que él corazón del chico tiene a alguien más.
Una sonrisa se formó en el rostro de la hija del mar, marcandole unos pequeños hoyuelos en ambas mejillas, estaba tan sumergida detallando cada rasgos del chico que no le importaba nada a su alrededor.
En ese momento solo importaban los dos en esa playa.
—De nada, AquaMarine—pronuncio cada letra de su nombre como si fuera un poesía, la imprimación estaba haciendo estragos en ese momento en él.
La castaña despegó la vista del chico, para ubicarse frente del océano, ella extendió una de sus manos hacia adelante. De un momento a otro la chica con un ágil movimiento de su mano provocó que varios chorros de agua salieran del mar hacía el cielo, estos empezaron a formarse varias siluetas, sin algunas formas en específico.
El rostro de los tres hijos de la luna eran de completo asombrosos, aún para ellos no existe una explicación razonable, pero sus ojos lo estaban comprobando, todo en torno a ella era un misterio desde su llegada a sus extrañas habilidades.
— ¡Woow! ¿Cómo haces eso?—Sami fue el primero en decir algo, él estaba tan emocionado, puesto que era la primera vez que observaba algo así, un espectáculo que nunca olvidará en su vida.
Ella estaba entre feliz como triste por la manera en que todo estaba saliendo bien, aunque fuera por la impresión de sus "extrañas" habilidades sobre el mar.
—El mar me transmite tanta tranquilidad con solo estar cerca de él, y no lo sé, puedo hacerlo a mi voluntad—La voz melodiosa de Aqua, hizo a Jace suspirar inconsciente.
La ojiazul, cambio de dirección uno de los chorros de agua para una vez más darle en el rostro al menor que en si mejilla. Ella soltó una dulce risa cautivado a los presentes, era extraño todo lo referente a su llegada como su ser.
—¡Basta, no lo hagas!—exclamó Sami, haciendo un pequeño puchero con sus labios.
Las fuertes carcajadas de los otros dos cambiaformas no se hicieron esperar, les había parecido graciosa la escena, aunque Jace en el fondo tenía un poco de celosos por no ser él.
—Disculpa—murmuró con inocencia la hermosa joven, sacando su lengua de forma infantil hacía Sami.
Esa pequeña acción provocó que las risas aumentarán, las mejillas de la castaña no tardaron en teñirse de un ligero carmesí, para ella era como si acabará de hacer algo vergonzoso al chico pero este mismo le ha enseñado hacer eso.
—¡Jace Winston!—Un gritó femenino de alguien acercándose detuvo el momento de diversión.
AquaMarine llevó su mirada a aquella persona que había llamado al pelinegro, era una chica de cabello castaño, su piel era pálida, tanto que la única parte con algo de color eran las dos bolsas de ojeras oscuras bajo los ojos verdes de la adolescente que denotaba molestia.
—Madeleine...—susurró el pelinegro, con una sonrisa amplia en sus labios.
Aqua lo notó el brillo en los ojos de Jace al mirar a la chica que acaba de llegar y eso la destruyó.
—Lo que falta, la niña mimada—bufó Samuel por lo bajo.
—¿Quién es ella?— indagó Madeleine en un pregunta, mientras examinaba de arriba abajo a la ojiazul.
AquaMarine podía sentir el ambiente denso que se estaba generando, ella sintió como la recién llegada la estaba examinando con la mirada en busca de respuestas que no les iba a dar.
—Ven, vamos Aqua, es mejor ir a la casa de Matthew y dejar que Jace resuelva sus enredos mentales—dijo Samuel, mientras la sujetaba por la cintura invitándola a caminar a su lado.
La castaña antes de irse junto a los otros dos chicos, volteo a verlo tal vez con la esperanza que se fuera con ellos.
Pero no ocurrió eso.
Él pelinegro tenía el ceño fruncido, un gruñido se le escapó a Jace dejando a Madeleine tan confundido por tal acción.
Él sabía que aunque tratara de no dejarse llevar por las fuertes emociones que la castaña le hace sentir, no podía seguir resistiendo la fuerte unión que la ata a la hija del mar.
Él comenzaba a sentir fuerte cosas por ella...
Los sentimientos son una cárcel de los que pocos seres humanos se atreven a salir o algunos valientes se arriesgan a entrar sin saber lo que les depare el destino.
Él dirigió su mirada a Madeline y lo que una vez sintió por esa chica no se estaba comparando a lo que AquaMarine le está despertando en su ser.
El lobo indomable ha caído bajo el encanto dulce de Caperucita roja...
Continuará...