Capítulo 4||

1261 Words
Emma Jackson El silencio, la confusión y la incomodidad habitan en el espacio una vez más, los pequeños brazos de Ewan se aferran con más fuerza a mis piernas, los de Adam se mantienen cruzados, la chica de poco particular cabello azul, luce sumamente sorprendida, incómoda, pero aún así se mantiene sentada en su misma posición, mientras que, los brazos de Aron reposan en sus bolsillos delanteros, su cuerpo luce relajado pero sin embargo él, rueda sus ojos, se impulsa de pie y se coloca frente a Adam con intimidación, mi cuerpo se encoge del miedo y, mis nervios se disparan al instante. Una sonrisa socarrona surca de sus labios, sonando completa y putamente ronca en el transcurso. —¿Tuyo? ¿Tres años? —Repite con sorna y se ríe. —Es exactamente lo que dije. —Responde Adam en tono neutral. Aron vuelve a reír. —Emma y yo empezamos a salir hace más de tres años atrás, y le pedí que se casará conmigo en cuanto supe de la espera de nuestro hijo, recientemente vivimos muy felices y agradecería mucho el hecho de que no intervinieras en nuestra relación. Aron lleva su mano a su cabeza remueve su cabello con exasperación, y sonríe una vez más, con arrogancia. —¿Crees qué quiero intervenir en su relación? ¡No seas imbécil lo único que me interesa de ella es saber si ese mocoso es mi hijo o no! —Exclama molesto alzando su voz excesivamente. Mi sangre se calienta en segundos, alejo a Ewan de mis piernas con cuidado, me acerco hasta llegar a Aron, y de inmediato mi mano retumba con fuerza contra su rostro tomando su guardia baja por sorpresa. —¡No te atrevas a llamar a mi hijo mocoso!—Grito alterada, y su sonrisa se extienda una vez más, pasa su lengua lentamente por la parte interior de su mejilla. Los brazos de Adam se apresuran a tomar mi cintura y llevarme hacia atrás con él. Daisy, quien se ha mantenido sumida en la sorpresa y el silencio, se levanta con apuro de la mesa, y se posa frente a Aron, tomando sus mejillas con delicadeza. —¿Estas bien, amor? —Pregunta la chica bajo, con obvia preocupación. Inevitablemente ruedo mis ojos, ¿Qué si esta bien? ¿Acabo de dispararle con una pistola, a caso? —Estoy bien. —Responde suavizando su tono de voz, lo cual esta vez me toma por sorpresa a mí. —Será mejor que nos vayamos... — Expresan Adam y Daisy al mismo tiempo. —No.—Esta vez es Aron quien responde. —Tú, —Empieza a decir tomando la mano de Daisy. —Solo disfruta de tu helado y espera aquí. —T Y tú ven conmigo. —Termina de decir para luego tomar mi brazo con brusquedad y halarme de él. Ewan se aferra a mis piernas. —¡No, deja a mi mami! —Le grita, con las lágrimas acumuladas en sus ojos. Aron deja mi mano, para agacharse hasta la altura de él.—Solo voy a hablar con ella, ¿esta bien? —Le susurra con calma, y las lágrimas comienzan a bajar por sus pequeñas mejillas. —No, tú le harás daño, tú e-res malo. —Susurra entrecortado. Aron rueda sus ojos y en cuanto lo hace alejo a mi bebé de él. —Ya he tenido suficiente de ti, por favor aléjate de nosotros. —Le pido en tornando mi mirada, llena de odio y rencor en su rostro. Él no dice nada, mantiene su mirada fija en mi rostro, pero no dice nada. Recojo mi bolso de la mesa, sujeto a mi bebe de su pequeña mano, y le pido a Adam en un susurro que nos vayamos, él lo capta de inmediato y comienza a caminar junto a mí. Aron toma mi brazo en el segundo paso que doy. —Sí es mi hijo o no, lo voy a averiguar. —Me advierte con frialdad, para luego soltarme con brusquedad. No me molesto en contestarle y continúo mi camino. ... Suspiro con pesadez, en tanto dejo que cada gota de agua caiga sobre mi cabeza, tomo algo de shampoo del lavado y empiezo a restregar mi cabello con lentitud, relajando y tranquilizando mi cuerpo de inmediato, necesito aclarar mi mente, mis ideas y mis pensamientos, realmente lo necesito. Cuando termino de lavar mi cabello, agrego algo de tratamiento en el, lo enjuago una vez más y salgo con una toalla envuelta en mi cuerpo. Luego de que llegáramos a casa, Ewan se quedó junto a Adam viendo caricaturas, todo, absolutamente todo el día, nadie a dicho una palabra aun sobre lo sucedido, pero se que le debo muchas explicaciones a Ewan, él no sabe nada sobre Aron, no sabe nada sobre su padre, las pocas veces que me ha preguntado sobre él, le he dicho que luego, cuando tenga la madurez y edad necesaria le hablaré sobre él, pero es bastante obvio que ya no podrá ser así. Un pequeño chillido sale de mis labios en cuanto entro a la habitación y veo a Adam sentado sobre mi cama. —¿Qué haces aquí? —Pregunto con reproche levantado una de mis cejas. —Necesitamos hablar. —Escupe junto a un suspiro, deja sus ojos fijos en mi rostro, mi mirada de advertencia le exige que lo haga. La relación entre Adam y yo, siempre ha sido muy buena, lo quiero tanto como él a mí, soy como una hermana mayor para él, y él también es como un hermanito menor para mí. —Ya lo sé... Pero no debiste entrar así, debes respetar mi privacidad. —Le reprocho una vez más. Adam rueda sus ojos. —Deja de exagerar Emma, no es como si te haya encontrado desnuda. —Replica colocándose de píe, con ambas manos adentro de los bolsillos de su jeans. —No... Pero pudo haber pasado. —Le digo cruzándome de brazos y en cuanto lo hago, la toalla se desliza por mi cuerpo hasta llegar a mis pies. Los ojos de Adam viajan por todo mi cuerpo de inmediato. —Jo..der. —Gruñe bajo, y eso es más que suficiente para que un chillido mucho más fuerte salga de mis labios una vez más. —¡Maldito idiota! —Le grito tomando la toalla del suelo, envuelvo mi cuerpo apresuradamente en ella, bajo la atenta mirada de Adam quien ni siquiera se ha inmutado. —¡Sal de aquí ya imbécil! —Le grito empujando su cuerpo con fuerza, pero antes, en un movimiento rápido, casi invisible para mis ojos, me toma de la cintura y me tira a la cama con rapidez y suavidad a la vez, su cuerpo se coloca sobre el mío sin darme tiempo de ni siquiera respirar. —¿Qué coños Adam? Muévete de mi cuerpo ya. —Exijo con enojo. Sus ojos se mantienen fijos en los míos, para luego dejarlos y detenerlos en mis labios. Inclina su rostro hasta estar a tan solo unos pocos centímetros de mi rostro. —Adam, no te atre... Todo el aire de mis pulmones es arrebatado en cuanto sus labios poseen los míos con desesperación, jadeo, jadeo inevitablemente entre sus labios, la suavidad de ellos me enloquece, por lo cual se me hace totalmente imposible resistirme a su beso, empiezo a mover los míos con lentitud, sincronizando nuestros labios al instante, lo se, se que me voy a arrepentir, pero no ahora, luego ya habrá tiempo para hacerlo.
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