6 Sara

1939 Words
Recogemos la ropa del suelo y cada quien se pone la ropa que le corresponde, uno fue suficiente para los dos. Ya cuando estamos cambiados, ya es tarde, porque al niño se le antojo que nos quedaremos un rato sin vestirnos solamente estar abrazados. Y estar tranquilos. Lo disfruté mucho y es grato no estar con alguien que se la pasa ideando cosas contigo que al final no va a cumplir. Salimos de la oficina ya arreglados, las personas en la planta baja nos miran como si estuviéramos cometido un crimen o algo así, pero sólo me lleva de la mano. Siento el jalón que una persona me proporciona en la mano libre. -¡¿Para esto me terminaste?!-me giro y está furioso, nunca lo había visto así-¡Para salir con otra persona!-okay no lo había visto pero puedo contestarle. -¡Igual que tú!-gruño molesta. -Eso es diferente-baja la cabeza. -¡No lo es!-vuelvo a gruñir molesta-¡Tú preferiste tener a otras personas dándote lo que yo podía darte!-me estoy soltando pero quiero que entienda que no me interesa. Ya no más. -¿Qué pensaste? ¿Qué no seguiría con mi vida después de ti?-escucho que Axel le dice algo a uno de sus guardaespaldas, pero me concentro en el idiota que tengo enfrente-Te equivocaste Ricardo, hubiera dado todo por ti y tú no hubieras movido una roca por mí. Me dejaste saber lo que era mendigar las pocas muestras de cariño que me dabas. Baja la cabeza como perro regañado pero después la levanta con indignación, toma mi mano y la aprieta más de lo que ya lo había hecho. -Ese no es el problema-aprieta más su agarre-. El problema es que tan poco tiempo te costó olvidar todo lo que vivimos. -No lo olvide-logro soltar su mano de la mía-. Pero no tengo intención de recordarlo. Sus ojos destellan chispas de ira, en un movimiento queda separado de mí y yo atrás de Axel. -Creo que ya es suficiente-el hielo le viene huango a este hombre. -¡Tú no te metas que el problema es con ella no contigo!-me mantengo detrás de Axel aunque me gustaría y puedo gritarle mil cosas a Ricardo. Pero tengo a mi Amo para defenderme. -Error-responde tranquilamente-, lo que quieras decirle a mi mujer lo puedes decir conmigo presente. ¡Me llamo su mujer frente a Ricardo! Y frente a todos los demás. -¡No es tu mujer!-gruñe Ricardo. Sus ojos destellan ira y rabia, no quiere que sean ciertas las palabras de Axel, bueno solo dos. -Mientras salga conmigo lo es-Ricardo me mira con ganas de matarme-. Así que puedes retirarte. -Luego hablamos Sara-mira con recelo a Axel-cuando no tengas a tu perro guardián. Nos saca la vuelta y avanza hasta perderse al fondo de la calle. Miró a Axel que se mantiene exactamente igual. -Me recuerdas que día es hoy-dice viendo por donde se fue Ricardo. -Viernes señor-respondo. -Vayamos a casa que tengo cosas pensadas para ti. Subimos al auto y me lleva a su casa, después me dice que entre, lo hago sin renegar. Me pongo en medio de la sala como me lo pidió, sus pasos me dicen que ya está adentro de la casa, mi cabeza está abajo y no prestó atención a lo que lleva en las manos. -Vamos a que sepas dónde está tu recámara y el cuarto de juegos. Me conduce por las escaleras de color n***o que están realmente bellas. Los pasillos de arriba están pintados por un color n***o con bordes grises, las puertas son blancas con detalles en la madera, a punta a una puerta con tonos azules. -Esa es tu habitación-asiento seguimos caminando. Da vuelta en un pasillo y puedo ver qué hay cinco puertas, se detiene en una puerta y cuando lo hace el olor a cuero y metal inundada mi nariz haciendo que mi parte curiosa entre en ella. Hay muchas cosas de metal que muero por qué use en mi cuerpo, no tengo miedo a lo que pueda hacer conmigo sé lo que valgo y la humillación publicada no la aceptaré. -Desnúdate-ordena a mi espalda. Empiezo a desabotonar mi blusa consiente de su mirada en mi cuerpo, la falda se desliza por mis piernas cayendo y mostrando mi ropa interior ya que también cayó al suelo. -Deja tu ropa interior-sigo con la blusa que resbala por mis brazos-. Ven. Me acerco a él despacio con la vista en el suelo pero segura de mí, hace un gesto para que me arrodille, abre las piernas para que me arrodille a una distancia casi nula. -No me gustó la escenita que tuviste con ese idiota-mi cabello cae por mis hombros como una cortina que oculta mi rostro de él-¿Sabes que eso a merita un castigo? -Sí señor-siento su mano pasar por mi cabello. -¿También sabes que no fue del todo culpa tuya?-de manera brusca levanta mi cabeza para que lo vea a los ojos-. Por esta vez te la voy a pasar y haré como que no pasó nada, pero a la próxima vez que pase te juro que no te podrás sentar por una maldita semana. Es si que fue el Dominante, Axel no me hablaría así a menos que esté realmente molesto, y puede que tanto el Dominante como Axel hablarán y nos les gustará la bonita pelea que tuve con Ricardo. -¿Me escuchaste?-gruñe al tiempo que realiza la pregunta. -Sí señor. -Más te vale-me suelta y el dolor de mi cuero cabelludo aminora por mucho. Toma mi mano y la sube para indicar que me ponga de pie, lo hago sabiendo que su mirada está en mi cuerpo, que ya ha visto totalmente desnudo. Se levanta y me guía a la cama que está tendida con un bonito edredón en color n***o, pide que me acueste sin quitarle el edredón, lo hago y lo que saca de quién sabe dónde son unas cuerdas tintas de seda, amarra mis pies a los lados de la cama, estoy boca arriba lo que le facilita hacerlo, se sube a horcajadas en mi cuerpo y empieza a besar mi vientre pero con dos pedazos de seda todavía en sus manos, disfruto cada beso como una maldita sensación de adoración ante ese gesto, pasa por encima de mi sostén para arrastrar sus labios por mis pechos aún cubiertos por la tela que los cubre, pero al tocar mi piel no evito gemir. Pasa de largo de mis labios y amarra mis manos a la cabecera se la cama, retrocede con un tercer pedazo de tela en su mano. ¿No eran dos? Me levanta la cabeza para cegar mis ojos, Dios, ¿Qué demonios me va a hacer? Siento cuando se retira de mí y besa mis labios, en un beso que hace que mi cuerpo lo pida. Se retira a quien sabe dónde pero escucho un cajón abrirse y después cerrarse, el sonido de sus pasos que me indica que está lejos de mí, dura unos minutos lejos de la cama los cuales me parecen horas, regresa a la cama y me empieza a besar de nuevo, baja por mi mandíbula después por mi cuello, cuando siento el metal en la parte central de mis pechos, la zona que los divide. ¡Lo está cortando con tijera! Sus labios caen a esa parte que tanto me gusta que bese. -Veamos que tanto te puedo excitar en solo esta parte. Besa cada pedazo que mis pechos le proporcionan, gimo de vez en cuando, me está haciendo que mis calzones mojen por el líquido que mi cuerpo produce indicando que pide atención de algo que él no me quiere dar ya que trae ropa todavía. Mis piernas buscan liberarse de las ataduras pero las puso muy bien así que no puedo entender mis piernas en sus caderas y tampoco puedo cerrarlas por qué la cama es matrimonial y me tiene totalmente abierta de piernas. Llegó a ese punto de empezar a pedir que me penetre que me haga suya pero esos no son sus planes. -Lo que yo quiera hacerte-me recuerda pero ya no puedo. -Por favor-su mano se hace paso entre la tela de mi calzón para llegar a mi entrada que lo aclama con todas las ganas del mundo. -Totalmente mojada-dice lo que ya sé-. No creí que fuera tan fácil hacer que tu cuerpo me quiera. -Señor... Por favor... Me penetra con uno de sus dedos y doy el gemido más fuerte que puedo lograr pero este parece no incomodarse por los sonidos de mi boca cuando mueve lo que tengo en mi cuerpo. Con las tijeras corta un pedazo de la tela para después jalar con sus propias manos la delgada tela de mi calzón. -Desearía que pudieras ver lo mojada que estás-pero lo siento-. Esto es mío-pone su mano completa en todo mi sexo-. Nadie me lo va quitar en un largo rato. Me penetra con tres de sus dedos acompañado de un gemido, empieza a embestir con ellos y mis gemidos salen de mi boca como agua que cae de una cascada. Los calla con sus labios, pero como son constantes lo excitan y hace que se separe de mí, que saque los dedos de mi v****a para embestirme con su pene, una y otra vez hasta que ya no puedo más, pero me prohíbe correrme antes que él, lo cual me molesta pero dejo que siga, que haga lo que quiera con mi cuerpo, que toque lo que quiera, que me haga suya de mil maneras. Llega antes que yo. Pero no se detiene y sigue, me deja gemir libremente porque eso lo excita más y a mí me llena de placer, mis manos sujetan las cuerdas y mis piernas buscan liberarse del agarre de las cuerdas de seda. No consigo soltarme pero si venirme con su nombre en mi boca. Se detiene pero sin que salga de mi cuerpo sino que lo deja totalmente adentro. -Buena niña-me dice entre los jadeos que ambos tenemos. Un momento, no me había dado cuenta que no se quitó la camisa, solo el pantalón y los boxers. Hijo de perra. -Te has portado bien el día de hoy-pasa una mano por mi cabello-. Pero solo en la parte que involucra tenerte así-no me quita la venda y sé que no lo hará-a mi merced, bajo mi control. Esto todavía no termina así que no te relajes tanto. No comprendo lo que dice cuando se vuelve a mover y vuelve a embestirme con fuerza. Embestida tras embestida, tiene material para rato, no sé cómo demonios logro que mis piernas se abrieran más dándole acceso total a mi v****a. Después de no sé qué tanto tiempo, se viene de nuevo en mi cuerpo, cuando lo saca, mi cuerpo expulsa su semen revuelto con mis jugos. Me desamarra las muñecas y los tobillos, me quita la venda de los ojos para que compruebe que no se quitó la camisa. Me ordena limpiar los pedazos de la tela de mi ropa interior, adiós a mis cien dólares que gaste en ambas prendas hace como un mes para usarlas con... Un idiota que por poco provoca que mi Amo me castigue. Recojo todo, me voy a mi habitación y me dejó caer en mi cama donde me quedo dormida en cuanto tocó la cama. Mi sueño es profundo ya que Axel me dejó agotada y cansada de cada parte de mi cuerpo, pero una zona en específico está super alegre de al fin tener la atención de una persona.
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