4° Rubí

2148 Words
—Te dije que él era el indicado. Maya le dice con toda serenidad al gigantón que está con ella. Era un hombre blanco de ojos azules, por sus canas y líneas de expresión delataban sus años. Esté no dejo de mirarme ni un segundo, en su rostro se mostraba una sonrisa cínica de medio lado. —Lo admito, esta vez juzgue al libro por su portada. —Maya, ¿Qué es todo esto? ¿Quién eres en realidad? Pregunte al fin, tratando de controlar mi tono de voz. —No cariño. —Maya negaba con su dedo al mismo tiempo que hablaba—. No estoy aquí para responder tus preguntas. Ella miró a uno de los francotiradores e hizo una seña con la cabeza, era la orden de disparar, por supuesto el miedo me atacó, pensé que iba a ser asesinado, pero solo sentí el pinchazo de un dardo y en menos de cinco segundos todo se volvió n***o. ******** Abro mis ojos poco a poco, todo está oscuro, esta vez despierto con más calma y no con tanto alboroto como en aquella habitación blanca. Con la mirada recorro la habitación aún estando acostado. Me doy cuenta que estoy en una habitación bien amueblada, hay una ventana abierta, por esta entra brisa y un poco de luz nocturna. Esta vez no estoy amarrado, estoy en una cama grande con sábanas de terciopelo que se sienten muy suave al tacto. Trato de levantarme con rapidez pero no puedo, mi cuerpo todavía está débil, siento que me atropelló un camión o algo así. —Al fin despertaste. Miro en dirección de su voz, y ahí estaba “ella”, porque es más que evidente que Maya no es su nombre, estaba en una esquina, sentada en un silla de cuero, solo podía ver sus piernas que eran iluminadas por la luz que entraba por la ventana, su rostro estaba en la oscuridad pero claramente podía ver el color de sus ojos esmeralda. Tenía un vestido n***o similar al que uso la noche en que la conocí, solo que este tenía una abertura en su pierna, y ella tenía sus piernas cruzada así que era imposible no ver sus dos magnificas piernas que evidenciaban las horas de ejercicio. —¿Quién eres? —¿No reconoces mi voz? —Sabes a lo que me refiero, ¿Quién eres?, porque Maya… no es tu nombre. Ella soltó una risita maliciosa, con mucha sensualidad deshizo el cruce de sus piernas y se levantó de su asiento, poco a poco caminó hacia mí quedando expuesta bajo la luz, permitiendo ver su rostro. Esta era una mujer totalmente diferente a la que conocía, en ella se transmitía la audacia, la tenacidad, era una femme fatale en su mejor descripción. Yo aún no podía moverme muy bien, estaba apoyando mi torso en mi brazo derecho porque no tenía la suficiente fuerza para poder sentarme correctamente. Ella se sentó al nivel de mi pecho y con sus manos me empujó suavemente para volver a acostarme, estaba tan débil que no me resistí, y más aún cuando su tacto me electrificó. —El sedante todavía esta en tu organismo, así que no te esfuerces mucho. —¿Quién eres?, ¿Qué es lo que quieren?, ¿Para que me han traído aquí?, ¡¿Porque montaste todo ese espectáculo? ¿Qué quieren de mí?! — Aisshhh, pero que escandaloso, cariño no hace falta que me grites, estoy aquí para responder a todas tus preguntas así que cálmate. Mi respiración estaba agitada, si hubiera tenido la fuerza, la hubiera tomado por el cuello y la obligaría a hablar de inmediato. —Como ya dedujiste, mi nombre no es Maya. Maya fue un personaje que tuve que encarnar para poder atraerte aquí como el buen militar francés de las fuerzas especiales que eres. —¿Cómo sabes eso de mi? —Porque sabemos quién eres Brandom Durand. Un ex militar que fue degradado de puesto y marcado como traidor de su nación, el objetivo era atraparte vivo o muerto, de preferencia muerto, ya que "según", eras un peligro nacional. ¿Quiénes son esas personas? ¿Cómo saben todo eso de mi? —Fingiste tu muerte y con eso escapaste a Rusia donde has vivido poco más de cinco años como un mercenario a sueldo bajo el seudónimo de Tolmiros. —¿Qué van a hacer conmigo? ¿Entregarme a la embajada francesa? ¿Reportarme a la policía? Dije con sarcasmo, y para ese momento siento que mi cuerpo ya está recuperando su movilidad, debo esperar un poco más para poder atacar y largarme de aquí. Esa mujer se ríe sin mucha energía y me responde. —Es obvio que tu pregunta está cargada de sarcasmo. Te trajimos aquí porque queremos que seas parte de nosotros. —No puedo evitar colocar una cara llena de confusión y ella lo nota, es por eso que sigue explicando–. Tengo mucho tiempo analizándote y tus habilidades son excepcionales, graduado con honores, ascendido a capitán en un tiempo récord y ni hablar de tu desenvolvimiento como mercenario, ¡WOAO!, eres un asesino a sangre fría, preciso, sin dejar ni una huella, me costó mucho dar contigo, pero una vez que lo hice, clic, ya no podías salir de mi mira cariño. —¿Quiénes son ustedes? —Digamos que somos como la CIA, pero en realidad la CIA no tiene ni la cuarta parte del poder ni la influencia en el mundo como la tenemos nosotros. Somos una organización ultra secreta llamada Horus. ¿Qué hacemos?, fácil… Cumplimos con cualquier misión que se nos presente. —Solo son un gremio de mercenarios más del montón. —¡No, no, no cariño!, te equivocas. Los mercenarios solo trabajan por el dinero, nosotros trabajamos por nuestros propios ideales. Nosotros comenzamos conflictos bélicos y a su vez acabamos con esos conflictos, colocamos y quitamos presidentes, causamos o evitamos guerras, hemos prevenido epidemias que iban a ser mortales para la humanidad. Destruimos posibles amenazas para el planeta, participamos activamente en la política en el mundo sin siquiera ser notados. Son pocos los clientes que saben de nuestra existencia, pero esos clientes son fieles a nosotros y pagan una cantidad absurda de dinero para que cumplamos con su pedido, pero que crees. —Poco a poco fue acercando su rostro al mío quedando a pocos centímetros de mis labios—. Nosotros decidimos si aceptamos o no el pedido de nuestro cliente, como te dije trabajamos por nuestros propios ideales. Rápidamente la sostuve por sus brazos y con fuerza la giré por los aires quedando abajo de mi cuerpo atrapada en mis manos. —Si lo que dices es cierto, ¿En verdad crees que puedo confiar en ustedes? Ella me miró tranquila con una muy sexy sonrisa en su cara, era como si estuviera disfrutando esto. En fracciones de segundo, sentí como aplicó en mi una llave con sus pierdas, librando una de sus manos que llegó a darme un golpe en la garganta y de un momento a otro estaba tirado en el piso con ella encima de mí sosteniendo con una fuerza impresionante mis manos. Esta mujer era tan fuerte como un hombre. —Por supuesto que sé que no confías en nosotros, en realidad, ni yo misma confío ni en mi sombra —me dijo con una sonrisa maliciosa—. Pero si algo estoy segura, es que tu te unirás a nosotros por tu propia voluntad y deseo. Esta vez fui yo quien le aplicó una llave para voltearla pero esta respondió a mi llave zarandeando nuestros cuerpos por aquella oscura habitación. Era una guerra de ver quien dominaba a quién. Poco a poco pasamos de aplicar llaves a darnos golpes (Ella empezó, no me juzguen), pero sin poder herir al otro ya que ambos teníamos suficiente reflejo para bloquear el golpe del contrincante, hasta que al fin conseguí pegarla contra la pared y pegué mi cuerpo al de ella para aprisionarla, sostuve sus muñecas por encima de su cabeza con una de mis manos y con la otro apreté su cuello para acortar su respiración. Ambos estábamos jadeando, sin lugar a dudas esta mujer me dio pelea, es una contrincante que merece respeto. Nuestros rostros estaban muy cerca del otro. En otras circunstancias pudiera decir que esa escena era erótica, pero estamos bajo otro marco de circunstancia y ella era mi rival en este momento. —¿Por qué crees que voy a unirme a unos mafiosos como ustedes? Ella comenzó a reír con malicia una vez más y eso me enojó, así que sin pensarlo apreté mi agarre en su cuello para comenzar a asfixiarla. —Porque tenemos muchas cosas para ofrecerte que a ti te interesan. Me respondió con un hilo de voz, a pesar de que estaba respondiendo a mis preguntas no aflojé mi agarre, es más, llegué apretar un poco más, todavía estaba molesto con que ella me haya engañado de la forma en la que lo hizo. Es cuando ella comienza mover sus manos para librarse de mi agarre y solo cuando veo que su tez está cambiando es que decido librarla de mi. Ella cae al suelo y toma grandes bocados de aire y comenzó a toser sin control, en verdad se estaba asfixiando, verla así me hizo sentir mal es por eso que le extendí mi mano para ayudarla a levantarse, pero ella miró mi mano con incredulidad, hasta con rabia, y la batuqueo. Con determinación se levantó y matándome con la mirada, me pasó por un lado y tomó una carpeta que estaba en una mesa. —Si te unes a nosotros, ya no tendrás que estar ilegal en el país, tendrás una identidad como Bruno Martin, serás muy bien remunerado, así que no tendrás que vivir como Tolmiros para poder sobrevivir. Ella me dio un pasaporte ruso junto con mi identificación, y exactamente ahí estaba mi nombre falso, Bruno Martin, de nacionalidad francesa pero ya como ciudadano ruso. Sin más me reí ante su oferta. —¿En verdad crees que esto es una tentación para mi?... pues te equivocas… preciosa no perdamos más el tiempo, ya quiero irme a mi casa. Le lancé los documentos y me di media vuelta para salir por la puerta. —Yo no he terminado de hablar… Como Tolmiros nunca podrás encontrar a los responsables de la muerte de tu familia, y mucho menos limpiar tu nombre de todas las acusaciones que te convirtieron en un traidor. Sin dudarlo me voltee a verla, ella me sonrió con satisfacción y comenzó a caminar sobre mi eje recorriendo su mano sobre mi hombro y pecho, al mismo tiempo que me seducía con su oferta. —Como te dije, tenemos mucha influencia y por supuesto manejamos un sin fin de información que no todo el mundo tiene acceso… ¿Quién crees que le dio la información del Senador de Rusia a Sokolov?... Bingo… fuimos nosotros… y no solo esa información, el cliente que te dio la información de quien era el responsable de colocar la bomba… Tic toc tic toc… Siiiii… ¡Fuimos nosotros!. Ella detuvo su caminar y se paró al frente de mí, colocó su mano en mi cuello y comenzó apretarla con una fuerza que consiguió cerrar mi tráquea, y acercándose a mi me dijo de forma muy siniestra. —Entonces cariño, ¿Te vas a unir a nosotros si… o no? Sentí la urgencia de respirar pero nunca se lo iba a demostrar, así que de manera muy tranquila, asentí con la cabeza. —Acepto el trato. Ella me soltó y rápidamente tomé una bocanada de aire y sin querer tosí varias veces, ella me dio unas palmaditas en la coronilla de mi cabeza como si fuera un perrito mientras decía. — ¡Eso, buen chico! — Pero ¿Cómo puedo confiar en que me ayudaran a encontrar la información que necesito? —Por que soy yo quien te lo está prometiendo, y mi palabra, tiene mucho valor para mi, así que la única a la que le vas a solicitar información y ayuda para tu caso es a mi, no andes por ahí diciendo que te doy información ya que eso nos meterá en problemas a ambos, ¿Entendido? —Fuerte y claro… Ahora, si no eres Maya, ¿Cuál es tu verdadero nombre entonces? —Aquí nadie conoce el verdadero nombre de nadie, regla número uno, así que seguirás llamándote Bruno y nada más… En mi caso, me identifico como Rubí, agente Rubí. Ella extendió su mano con coquetería de la misma forma en que nos conocimos, así que no pude evitar sonreír con picardía y tomé su mano para darle tres besos en todo su torso. —Es un placer conocerte, Rubí, será un placer estar bajo tus órdenes.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD