3° ¿Dónde esta Maya?

1488 Words
Robé una moto para poder seguir a la camioneta, gracias a Dios tenía mi arma. Seguí a los bastardos y vi como se estacionaron en una granja, ellos bajaron a Maya aún desmayada y la metieron en uno de los cuartos. Ya era de noche, eso fue oportuno, porque pude movilizarse con rapidez sin ser notado. Eran cinco hombres, una vez vi que ellos habían salido entré en ese cuarto por una de las ventanas. Maya estaba amarrada en una silla, aún seguía inconsciente. Me acerqué a ella y traté de despertarla mientras la desataba, —Maya… Maya… Despierta Maya. —Miren, Romeo vino por Julieta. Demonios, había uno más. Me di vuelta con toda la intención de disparar si era necesario pero apenas gire un dardo con sedante me perforó el pecho. En menos de tres segundos ya estaba viendo borroso y antes de llegar a cinco ya todo se había vuelto n***o. ****** Me siento raro, mi piel está erizada por el frío, pero por dentro siento que me estoy quemando, no es fiebre, no, es algo muy diferente, literalmente siento como un calor recorre mi cuerpo, de la misma forma que el alcohol quema cuando pasa por la garganta, solo que es en todo mi cuerpo. Poco a poco voy recuperando la conciencia, estoy mareado. Lo primero que noto es que estoy amarrado a una silla con grilletes de metal, no llevo mi ropa, estoy con un mono y camiseta gris. Recupero un poco más mis sentidos y veo a mi alrededor. Todo es blanco, estoy como en una especie de habitación quirúrgica, hay personas con batas blancas, mascarillas, guantes y gorros quirúrgicos, cada quien en lo suyo. —Ya despertó. Dijo uno de los presentes. Otro se acercó a mí y comenzó a pasar una linterna por mis ojos para revisar mis pupilas. —Señor, ¿Sabe qué año es? —2020. —¿Cuántos dedos ve aquí? — Tres. ¿Qué es todo esto?, ¿Qué hago aquí? ¿Cómo llegué aquí?. Poco a poco mis recuerdos van llegando. Me vi con maya, nos besamos, ella se fue y… ¡Claro!, la secuestraron, fui a salvarla y ahí me noquearon. ¡Ellos no son buenos!. Comienzo a forcejear para soltarme. —¿Quiénes son ustedes?, ¿Dónde está Maya? El hombre me ignoró por completo y fue a una de las mesas, tomó una jeringa y viendo hacia una cámara que estaba en la esquina hablo. —Sobrevivió la primera dosis, voy a proceder a colocar la segunda dosis. Esperé unos segundos hasta que un pitido sonó, ese hombre se dirigió hacia mi y me inyectó el líquido que tenía esa jeringa en mi brazo. Intenté impedir que lo hiciera, pero estando amarrado no pude hacer nada. La sensación de ahora se volvió a repetir, pero esta vez mucho peor. Mi piel se sentía helada, como si estuviera cubierto de nieve, pero en mi interior era como si me estuviera recorriendo lava por cada célula. Dolía, era abrumador el dolor, no pude contenerme y empecé a gritar y a retorcerme del dolor. Me sentía sofocado, estaba delirando de tanto dolor que por poco no recuerdo como respirar, sentí que una vez más estaba perdiendo la conciencia. Unos minutos después estaba disminuyendo el dolor, y cuando estaba volviendo en sí, pude sentir como mi cuerpo estaba lleno de energía, mi corazón bombeaba sangre muy fuerte, sentí una adrenalina por todo mi cuerpo. Mis sentidos estaban más agudizados, podía escuchar claramente como las gotas caían en el piso cuando uno de los que estaban en esa habitación sacudía unas pinzas para secarlas, mi nariz estaban percibiendo los olores de químico y sueros que estaban en la habitación, incluso mi visión era mucho más aguda. Una vez más ese hombre examinó mis pupilas con la linterna, y esa luz me irritó muchísimo que cerré los ojos por el reflejo. Él hombre volvió a hablarle a la cámara. —Está en perfectas condiciones, está reaccionando como se esperaba. ¿Prosigo con la tercera dosis? ¡¿Qué?!, No, no puede ser, no quiero volver a pasar por esa tortura. Una vez más se escuchó el pitido, el hombre tomó la tercera jeringa y a pesar de que me revolvía con violencia este consiguió inyectar el líquido de la jeringa. Cada vez era peor, esta vez sí que pensé que iba a morir, pero una vez que el dolor pasó. Mi cuerpo se sentía increíble, me sentía más fuerte, incluso llegué a sentir que mi masa muscular aumentó en gran medida. El hombre se acercó a examinar mis pupilas, pero antes de que tocara mi rostro rompí los grilletes de mi mano derecha y lo tomé por el cuello. Todos los presentes se alarmaron al ver que me había librado, hasta yo (¿Cómo demonios hice eso?). Con una fuerza que no sé de dónde demonios me salió, lancé ese hombre contra la pared y tomé cualquier cosa que estaba a mi alrededor y ataqué a las personas que estaban en la habitación. Un grandote intenta detenerme con su fuerza pero a pesar de ser mucho más grande que yo, lo noqueo con un simple golpe (Sigo cuestionando cómo es que tengo tanta fuerza). Salgo de esa habitación y me traslado por un pasillo gris. Por la humedad del lugar y el olor estoy casi seguro que estamos bajo la superficie, así que busco la forma de subir, con la única esperanza de encontrar la salida de un lugar que no tengo la menor idea como es. En mi trayecto me topo con varios hombres, todos están vestidos de n***o, sus ropas son de militares, incluso llevan chalecos antibalas y a pesar de tienen armas para atacarme, ninguno de ellos las utiliza contra mi, se me venían encima para un ataque cuerpo a cuerpo, pero a todos los venzo rápidamente. Llegó a subir tres niveles y en cada nivel se siente menos la humedad, estoy seguro que ya estoy a punto de encontrar la salida. En ese momento la imagen de Maya me detiene en seco. —Rayos, cierto que Maya está en su poder… No puedo irme sin ella. Comienzo a mirar a mi alrededor pensando en donde puede estar Maya, pero la realidad es que no puedo ir recorriendo todo el lugar puerta por puerta buscando a Maya, más aún cuando están detrás de mí. Y como si todos estos bastardos no me leyeran la mente, veo como unos quince hombres con armas enormes están por alcanzarme, es ahí que me digo que para poder salvar a Maya tengo que salir del peligro, porque si ellos me atrapan, nunca podré salvarla. Salgo corriendo con una velocidad absurda, logro subir dos niveles más y es cuando veo luces exteriores. ¡Sí!, la salida está ahí. Corro a esa puerta con la satisfacción de que conseguí encontrar la salida. Pero una vez afuera mi angustiosa felicidad se acaba. Estoy en un patio cercado con muros muy altos, un sin fin de luces me proyectan, en los muros hay cualquier cantidad de francotiradores apuntando hacia mi. Si eso no es suficiente, poco a poco se acercan más hombres armados listos para halar el gatillo y acribillarme. ¡Carajo!. no tengo cómo escapar de esto. No tengo idea de quienes son estás personas, porque si todo esto fuera por haber matado a ese narcotraficante, me hubieran torturado hasta que hablara quien me envió a matarlo, no todo este circo que se está montando. Miró a mi alrededor con la absurda esperanza de encontrar la forma de escapar y en ese momento veo que de un lado varios de los hombres armados dan paso a dos personas. Por las luces que me encandilan solo logro ver sus siluetas pero logro definir que uno es un hombre alto y fornido, y la otra es una mujer alta y con una cola de caballo. A diferencia de los demás ellos dos están vestidos con trajes muy elegantes, cada una de sus prendas son negras. Ellos caminan con una tranquila elegancia hacia mí y justo cuando la luz iluminan sus rostro y me permite verlos a detalle, siento que el suelo que piso se desploma. La mujer… ¡Era Maya!. Mis ojos casi se salen de su órbita, ¿Qué rayos estaba pasando aquí? ¿Maya es uno de ellos? ¿Todo era una trampa? Mil incógnitas pasan por mi mente, quiero estallar y exigirle la respuestas a cada una de mis preguntas, pero estoy paralizado. Solo consigo ver a esa mujer que ya no tiene la dulce y tímida mirada que vi la última vez. Reconozco esa mirada de inmediato, es fría y calculadora, era la mirada de un asesino a sangre fría, era la expresión de un guerrero que ha perdido su humanidad por tantas batallas. Esa mujer no era Maya, era una desconocida que en cualquier momento iba a matarme.
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