Forastero (Staxxby)

Alexby yacía sentado en la cima de su montaña y a su lado su adorado Jimmy, quien estaba quedándose dormido lentamente con la cabeza apoyada en las piernas de su amo, recibiendo sus lentas caricias. Alex veía el tranquilo atardecer, era lo bueno de vivir en un lugar como aquel, podía disfrutar de las bellas vistas que le ofrecía Karmaland, podía ver la montaña de Luzu, podía ver el árbol de Willy, la casa de Fargan, el palacio de Vegetta, y al centro de todo la hermosa aldea, donde yacía el mercado, el casino, el ayuntamiento y la comisaría. Haberse vuelto policía era lo mejor que había hecho con su vida, lo mantenía ocupado y podía mantener la paz y el orden en aquel poblado... generalmente. Sin embargo, tarde o temprano comenzaría a sentirse solo, tal como lo estaba haciendo ahora, pues todos sus amigos tenían a alguien con quien compartir sus aventuras, excepto él. El sol ya terminaba de ocultarse tras el lejano horizonte, los monstruos no tardarían en salir, las noches en Karmaland eran aterradoras, pero él aún no movía un músculo. Se mantenía inmóvil mirando su pueblo, acariciando a su amada mascota. Alexby suspiró– j***r, dime qué hacer Jimmy… todos tienen a alguien, este pueblo es tan pequeño que conozco a todos… Claro que Jimmy no contestaría, Alexby sólo necesitaba decírselo en voz alta a alguien que no fueran sus amigos, incluso que no fuese Auron, el psicólogo del pueblo. Como todo buen psicólogo, Auron tenía prohibido hablar de los problemas de sus clientes con otras personas sin el consentimiento del paciente en cuestión, pero Alexby simplemente no quería ir con él. -Desde que Aleia falleció me siento vacío… ¿Será que con ella se habrá ido mi oportunidad de estar con alguien? Jimmy levantó su cabeza y tocó el rostro de Alexby con su nariz, Alex rió levemente cerrando sus ojos y tomando el rostro de su mascota entre sus manos. -Tú no mi Jimmy, tú siempre estarás conmigo, ya ves como te preferí por delante de Alexa, tú eres mi amigo y no te cambiaría por una mujer. De haber sido por Alexby, él se hubiese quedado allí un rato más pero comenzó a escuchar los gemidos de los zombis que se acercaban lentamente. Alex suspiró y miró al lagarllina que estaba a su lado. -Vamos Jimmy, que tenemos que entrar a casa, sígueme. Alex se puso de pie y comenzó a caminar hacia su hogar, pero se dio cuenta de que Jimmy no lo estaba siguiendo. Es más, comenzó a caminar colina abajo. -¡Eh! ¿¡A dónde vas macho!? –Exclamó, pero Jimmy no pareció escucharlo.