Atracción

3860 Words
Tres días desde el encuentro con Cris y había desaparecido, qué misterio tiene este hombre en mi vida que no puedo dejar de pensarlo, repaso en mi mente sus palabras, la esencia de su olor y todo lo que pude ver en su rostro ese día, lo recuerdo exactamente. Con Steve hablo a diario, mi viaje se concretó y apenas termine de presentar este último trabajo que me mantuvo tres largas noches en vela y días de esfuerzo, por fin soy libre en este semestre y el fin de semana me encontraré con él en la playa, ya los pasajes están listos y el hotel, según lo que me mencionó, es increíble, eso es tan típico en él, para su niña, siempre lo mejor.  Estaba esperando en las afueras del salón de clases, el profesor insiste en hacer revisiones en privado y llamar por orden de llegada, esta vez lo hice mucho más tarde y quedé de última en revisión, pasaban las horas y los compañeros entraban y salían frustrados por la entrega final, se rumora siempre que este profesor es inflexible en sus calificaciones y no omite comentarios déspotas. Revisaba de nuevo el contenido de mi trabajo, repasaba en mi cabeza las conclusiones y las posibles preguntas que estaba segura, él me haría.  -Oye.  De repente, ingreso por mis oídos, esa voz, tan cerca de mi rostro y cuello, que perturbaba mi espacio vital, envolviéndome en un calor delicioso. Gire para encontrarme con el hombre que me hablaba a la espalda, eran esos mismos ojos azabaches, los que llevo días anhelando ver.    -No sabía que asistías a esta clase, mujer hermosa.  Vaya pero que sorpresa...  -Puede decir lo mismo sobre ti- Y de mi interior, salió un trozo se valentía que me impulso a hablar, esta oportunidad no la dejaría pasar- Parece que acostumbras sorprender a las personas.  -Más bien, parece que produzco en ti una reacción favorable- Comentó mientras sonreía, y bajaba la mirada, con tal picardía, que costaba mucho mantener la distancia entre mis labios y los suyos.   Y, hay estaba mi rostro sonrojado de nuevo iluminando la conversación, haciendo espacio entre el calor del momento, para dejar en evidencia ante este hombre, que me muero por conocerlo.  -Modestia aparte, un poco de humildad para esta mesa ¿Por favor? - Mencioné con la mano en alto, como solicitando un mesero.    Nuevamente sonreía   y comienzo a notar, que cada vez que lo hace, baja la mirada, sé que es un acto de coquetería, pero lo que me sorprende es la facilidad con la que lo hace, como maneja el arte de seducir de una manera tan especial, con simplemente sonreír trasmite el deseo. -Mar, hermosa Mar. -En cada palabra, relamía sus labios- Entre más cerca te tengo, más bella te encuentro.  Terminaba sonriendo de nuevo y bajando la mirada, pasaba la mano por su cabello y no dejaba de mirarme, se sentía tan bien, como un escozor que recorría mi cuerpo partiendo desde las piernas, las mismas que ya temblaban al tenerlo tan cerca. Aún sujetaba mi trabajo, mis manos sudaban mucho por los nervios, así que me gire un poco para ponerlos sobre la mesa, en lo que él se acerco lo suficiente para rozar mi brazo con sus dedos, en una conexión tan fuerte, que no había sentido, puedo concluir que hasta electricidad hubo en ese momento. Le mire de lado, también sonreía coqueta, o eso intentaba hacer, tenía que concentrarme mucho para no lucir exagerada, apretaba mis labios y en ocasiones los mordía solo un poco. Camino un pasito más hacia mí, yo permanecía de frente a la mesa y él, de lado hacia mí. Tomó mi mano y continúo acariciando mi brazo hasta llegar a mi cuello, su mirada seguía el rastro de sus dedos sobre mí, cerré los ojos y disfruté sus caricias en silencio. Bajo de nuevo su mano hasta la mía y la apretó, solo un poco, lo suficiente para activarme la valentía, me gire hasta encontrarme con sus labios, a escasos centímetros de besarlo, el sonreía escandalosamente sexy y yo estaba a punto de besarlo.  - ¿Cristian?  Una voz femenina frenó el momento de golpe, él se alejó rápidamente y se acercó hasta la joven que lo llamaba, ella me miraba a unos pasos lejos de mi y yo concentré mi rostro en el trabajo que dejé sobre la mesa, ahora estaba dándoles la espalda, pero perfectamente podía escuchar lo que hablaban, aunque trataban de susurrar.   -Es del mismo curso en el que estoy, si quieres pregúntale. -Estabas muy cerca de ella -Estábamos socializando un trabajo, yo no estuve en esa clase y ella estaba ayudando. - ¿Qué materia? ¿Anatomía practica? -No me interesan tus excusas, no entiendo que haces aquí, fui muy clara al respecto. -Vamos, Martina, no empieces con tus trastornos.  No sé si era mayor mi vergüenza o la rabia de sentirme engañada, lo cierto es que el sonido de la puerta al abrirse y la voz de mi profesor llamándome, me sirvió de aliciente para salir de ese momento. Aunque mi exposición se vería afectada por el desorden de pensamientos que me abrumaban en ese momento.  30 minutos más tarde, me levantaba del asiento con un 4.5 en mi nota, no era a lo que acostumbraba, la beca que manteníamos con Lou, me exigía mantener las mejores notas, pero en esta ocasión, mi cabeza se perdió en un abismo de pendejadas y eso me enojaba aún más. Salí de esa habitación con tanta rabia, que estaba decidida a alejarme por completo de la idea estúpida de tener algo con ese hombre, si solo hubo un roce de sensaciones y ya hasta mis notas flaqueaban, eso ignorando el tema de la novia, era algo que definitivamente tenía que…    -Y, ¿bien?  Levante mi cabeza, para encontrarme con sus ojos, por supuesto que era él, su energía la sentía a lo lejos. Baje la mirada, pase cerca de él para recoger los bolsos con mis cosas que había olvidado al entrar rápido al salón de clases. Al estar cerca, su mano, nuevamente tocó la mía, en ese momento electrizante que nos produce él estar cerca.  -Espera, sé que estas enojadas, déjame explicarte.  Sonreí con ironía, ni siquiera se abrió mi boca, solo maticé la rabia para no ser grosera. Tome los bolsos y las carpetas, viendo de nuevo la nota, que resaltaba por el color de la tinta, sobre el blanquísimo papel de la portada, nuevamente la ira me rodeo y sé que mi rostro se sonrojó, era típico en mí, el color de mi piel era tan blanco, que cualquier emoción se reflejaba con un rojizo fuerte en mis mejillas, imposible de frenar y mucho menos ocultar.  - ¿4.5, tu? ¿Por qué?  Su pregunta enfática, me sorprendió, al caso tenía información sobre mis cosas, o conocía algo de mí, además de mi nombre y de la extraña atracción que me producía.  Volví mi rostro a sus ojos, con mi cara larga de amargura, y lo más sería que mis hormonas me permitían ser, le hable.  - ¿Por qué la pregunta? - Eres niña de 5, ¿tu beca?   Si tenia información, era así, pero nunca lo vi en clase, sé que un pude ignorar sus ojos, además prácticamente en estos últimos semestres de carrera, nos conocemos todos. Era imposible que él estuviera estudiando con nosotros y no tenerlo presente.  - Pues esta vez, decidí sacar 4,5. - Eso no te lo crees Mar, ni tu misma. - Eso no te interesa Cris, en lo absoluto. Sonrió de nuevo con su mirada abajo y apretó un poco su labio, tan sensual como solo él lo podía hacer. Sentía tanta rabia por tenerlo cerca y no poder besarlo, aún más rabia sentía por desbaratar mi idea de alejarme de él, solo con presentarse cerca de mí. Nuevamente se abrió la puerta del salón de clases, pero esta vez salió solo el profesor, con los reportes de todos los alumnos en sus manos, con una sonrisa del deber cumplido en su rostro y sus enormes gafas enmarcando sus ojos. Pensé que era el momento de retirarme, sé que llamaría a Cristian, para la presentación, aprovecharía para marcharme de una vez y no encarar más mis deseos.  El profesor colocó los libros en la mesa donde hacia un momento reposaban mis cosas y rebusco las llaves en sus bolsillos, las saco e introdujo la adecuada en la cerradura para ajustar el candado, las guardó de nuevo en los bolsillos y caminó hasta sus útiles, levantó el rostro y con una sonrisa se despidió de nosotros sin más. Caminé unos pasos detrás de él, hasta que unas manos me sujetaron por la cintura frenando mi andar, el profesor notó el movimiento en seco y se giro para mirar por encima de sus lentes. Le sonreí avergonzada, negó con la cabeza y continuo su camino.  - ¿Qué haces? - No puedes irte, no hemos hablado - No sabía que debíamos hacerlo ¿De qué tenemos que hablar? – le respondí sonando lo más pendeja que pude. - No te hagas, sabes que tenemos que hablar, sabes que quieres reprocharme la escena de Martina, justo antes que entraras a tu examen…-Algo se conectó en su cerebro que le hizo detener la conversación para procesarlo- No me digas que ese 4,5 fue por la rabia- golpeó su frente con la mano en señal de frustración- Enserio déjame explicarte, ahora me siento peor. -Yo no te he afirmado nada Cristian, supones cosas. Además, no entiendo cómo puedo reclamarte o pedirte excusas de algo si… Interrumpió mis palabras. -Sé que él existe. Eso no tengo claro.  Ahora era yo quién bajaba la mirada, sentí un poco de vergüenza y nostalgia, en cierto punto me dolía traicionar a Steve, aunque ni siquiera hemos tenido nada con Cris. La velocidad con la que hablábamos de estos temas me llenaba de temor, solo quería dejar de lado el momento e irme, es que tenía tan claro el peligro que se asomaba, con cada momento que pasamos juntos, ahora que sé que no le soy indiferente, tal ves de repente, me dio temor aceptar lo que sentíamos, después de tanto tiempo añorando vivir este momento, ahora sé que era por no dimensionar la gravedad del asunto.  -Escucha Mar, no pretendo ofenderte. No quiero lastimarte. - ¿Por qué te quedaste si no vienes a clase? - ¿Por qué crees que lo hice? - No sé, no vengas con juegos, si supiera no lo preguntaba, ¿no es lógico al caso? - No te enojes, gruñona, es solo que quiero que lo digas, sabes por que lo hice. Menciónalo ¿sí? -Hizo un mohín con sus labios.  Blanqueé mis ojos y negué con mi cabeza. Dudaba en mencionar que se quedo para hablarme, me daría vergüenza que dijera algo que no era.  -¿Por mí?  Ahora se reía duro, y yo de nuevo con cara de tomate, empecé a caminar con rabia, sostuvo mi mano y de un jalón me acercó hasta él. Finalmente, luego de tanta espera, toque sus labios con los míos, y se sentía anhelante, delicioso y por supuesto apasionante, lo bese con fuerza y pegue mi cuerpo lo más que pude al suyo en el proceso, él rodeaba mi cintura con sus manos y jugaba con mi cabello. Me alejé un poco de él buscando sus ojos, su sonrisa era tierna, deliciosamente tierna y no pude evitar perderme en sus ojos, mirarlo me producía una sensación indescriptible.  - ¿Bien?  -Bien, ¿qué? – exclame, mientras me soltaba de su agarre y acomodaba de nuevo los bolsos y las hojas.  -  Si ya terminaste de mirarme y puedes bajar de tu fantasía, podríamos tomar algo… El tono de su voz era suave, casi como susurrando anhelante al sentir que le rechazaría.  - Y ¿Como por qué querría yo salir contigo?   -Pues si el hecho que me espíes a diario no es un motivo suficiente, podríamos hablar del beso añorado que acabamos de darnos, también del roce constante de tus manos y las mías. En ese momento, nuestras manos se enlazaban y que él lo mencionara me saco una sonrisa. De la nada tomó mis bolsos y libros, colocándolos en el suelo y sin preverlo se acercó demasiado a mí, tanto que podía perfectamente sentir sus latidos en mis pechos, tan cerca de mí que compartíamos el mismo aire y sin poder evitarlo mis manos sudaban en un intento por ocultar el calor que recorrió mi cuerpo en pocos segundos, es irracional como este hombre me desarma, así sin más. Rocé sus labios con delicadeza y los suyos como sin autorización se lanzaron a mi boca en un deseo inevitable, entregándonos de nuevo en un beso está mucho más largo y desenfrenado.  Me aparté de su boca, pero no dejaba de abrazarlo, me encantaba tenerlo así cerquita y sentir su olor, su respiración era acelerada, recosté mi rostro sobre su pecho. Él no dejaba de mirarme, podía sentir sus ojos sobre mi y eso me llenaba de confianza. No entiendo como después de la escena de su novia, puedo seguir aquí a su lado, sin saber que esperar.  -Debo irme – mi voz sonó más nostálgica de lo que quise. -Lo sé, pero regala me la oportunidad de verte de nuevo. No me niegues eso. - Es tan complicado, no quiero problemas, con nadie. -Se a que te refieres, pero debes tener claro que, por mi lado, no tendrás problemas. Solo déjame explicarte quien es ella. -Es que realmente no sé si quiero oírlo. Tal vez eso hará que me detenga ante todo esto. -Por que no conoces mi versión de las cosas. -No quiero problemas con él tampoco, ya sabes con… -El innombrable - interrumpió- Pero no los tendrás, no quiero causártelos. Solo déjame robarte minutos al día, pocos, para que no tengas líos. Ya con el tiempo, sabremos que será lo mejor. -No entiendo, ¿No te molesta que tenga novio? - No es, que no me moleste, de todas maneras, existe cierto recelo, pero te conozco así desde que puse los ojos en ti, y eso no lo puedo cambiar, sé lo complicado de la situación, más bien trato de entenderla. Y ¿Qué tal te enamores de mi al final?  Estoy esperando el momento en el que suena la alarma y despierto del sueño tan bonito que tengo en este momento. Enfrentarme al hombre que he deseado tener por tantos meses y darme cuenta que él esperaba lo mismo, es algo ideal.  -       ¿Mar?  Desde la entrada del edificio se oía la voz de Lou, es inconfundible. Al escucharla me gire para verla de pie en la entrada, mientras Cris recogía mis cosas del suelo, donde él mismo las había puesto. Le sonreí a mi amiga y ella con su expresiva cara de sorpresa, se acercó cautelosa hasta nosotros y ahora una sonrisa se dibujaba en su rostro.  -¿Ustedes? Cris me miro y yo a él, nos encogimos de hombros. -Nosotros… Lou soltó una carcajada, ruidosa, como la mayoría de cosas en ella, la tormenta tropical Lou. -¿Ustedes en que están? Cris aclaró la garganta y me acercó las hojas para que las llevará, él aún conservaba los bolsos y cuando fui a tomarlos, me detuvo con un gesto. -Están pesados, deja yo los llevo. Comenzó a caminar adelantándose de nosotras y Lou se acercó hasta a mí, sé que estaba impaciente por conocer lo que pasó entre nosotros, pero no era el momento de hablar de eso. Le hice una señal de guardar silencio con el dedo en mi boca y le susurré…  -Luego hablamos… te lo prometo -Me hizo un mohín y se cruzó de brazos -Vamos Louise, por favor - casi le suplicaba, no quería que Cris se diera cuenta. Me hizo una mueca y camino detrás de mí, Cris iba a la delantera y yo en el medio, atravesamos todo el campus hasta la entrada, él con mis bolsos colgando de su brazo, yo en el centro y Lou al final. Al llegar a la puerta de acceso, Cris me dio paso y salí con Lou detrás de mí, ya fuera de la Universidad, me entregó las cosas y activo la alarma de un auto que esperaba parqueado en el lugar de profesores. Se acercó a mi y me guiño el ojo, yo le repetí el gesto sonriéndole.  Lou tomo mis cosas y entendiendo que debería darnos un espacio, se retiro hasta la vía para hacer una llamada.  -Quiero despedirme de ti. Sonreí ante su comentario. -¿Qué te lo impide? -Tu amiga, los guardias de seguridad de la universidad, algún compañero que te reconozca. No quiero que hablen de ti.  Su intención de protección, me resultaba tan encantadora, que me anulaba el temor a ser vista. Sin embargo, él tenía razón, no está bien exponerse así. -Tienes razón. -No quiero irme sin despedirme. Si me das permiso ¿puedo darte un besito cortito?  Quien se resiste ante eso, si es tan fácil perderse en el deseo. Asentí ante su pedido.  Se acerco con cuidado y rozó mis labios, a lo que aproveche para morder suavecito el suyo inferior, gimió un poco y se acercó aún más para besarme, sin el temor de la exhibición.  Se retiro al oír a Lou acercarse a nosotros, ella siempre tan indiscreta, se reía y emitía sonidos burlescos al respecto. Cris me miraba angustiado y me encogí de hombros como restándole importancia a la loca de mi amiga.  -Hasta pronto – Se despidió a lo lejos. -Adiós – le respondió mi amiga sin mirarle, ahora se concentraba en su teléfono, justo ahora que él se iba y no cuando necesitaba que mirará en otra dirección.  -       ¿Crees que nos hayan visto? -       ¿Quiénes Lou? A esta hora solo están los de la nocturna y esa gente es punto a parte, ni nos conocen, ni los determinamos. Más bien vamos rápido por que nos toca caminar hasta la avenida, pensé que tu amorcito incognito, nos llevaría a casa. -       ¿Estas loca Lou? Y ¿Qué mi papá o mi mamá nos vea? Ni pensarlo, prefiero caminar. Además, eso nos da tiempo para ponerte al día. -       Y bastante que debes contarme, por que desde que te deje sola presentando el examen, pasaron 2 horas. Es cierto, Lou llegó a tiempo y su presentación fue de las primeras, además de los puntajes perfectos.  -       ¿Cómo estuvo tu tarde? -       Él sigue con el tema Mar, yo no quería ni siquiera hablar de eso, pero insiste en mencionarlo, y pues ya te imaginarás que arruino mi tan anhelada torta con capuchino de los viernes en la tarde en el café de Luz. -       Amiga, es un tema que deben hablar, es que es tan difícil, como que entre más lo ignores, más crece. Lou detuvo su andar y me miro, pude ver sus ojos húmedos, sabia que esto le dolía y más aún, era un tema que la llenaba de ansiedad. Ella a pesar de ser un derroche de alegría y fingir siempre que todo está bien y no es importante, conmigo, era capaz de desarmarse y hablarme con sinceridad acerca de sus miedos. -       Tienes miedo ¿Cierto? Lou comenzó a llorar y me acerqué para abrazarla. -       Sería una pésima mamá Mar. Lo sé. -       ¿Cómo lo sabes amiga? Si ni siquiera lo has intentado, además eso es innato. -       No Lou, esto no es innato, en este momento no deseo hacerlo, siento mucho miedo y son consciente de la pésima persona que sería con mi hijo. No vengo con ese chip en mi circuito. -       Ten calma. Encontraremos que hacer. -       Solo hay una cosa por hacer, y yo ya lo decidí Mar. Yo no quiero tener esto, no lo deseo y es injusto traerlo al mundo con una persona tan vacía como madre. Retomamos el camino y llegamos hasta la parada de autobús, por estos días ella se estaba quedando en casa de su prima, cerca a la mía, por lo que prácticamente íbamos y veníamos juntas todo el tiempo posible.  -       Entonces déjame consultar al respecto ¿por favor? Si es tu decisión, estaré para apoyarte, pero quiero que sea lo más seguro posible.  Ella asintió, aún con lagrimas cayendo por sus mejillas.  De camino a casa, en toda la ruta del autobús, le conté toda la historia idílica con Cris y como no entendía en que momento todo se hizo realidad, también le hablé de mis miedos y ella siempre tan enérgica solo mencionaba…  -       No le des mente Mar. Últimamente Steve viaja más que nunca y no tiene tiempo de nada, estamos jóvenes y él ya en otra sintonía.  Olvidé por completo a Steve, estuvo llamándome mientras estaba presentando el informe y con la rabia que tenía, le escribí que apenas saliera del examen le llamaría.  Saqué el teléfono para llamarle, por supuesto en silencio, y mil llamadas perdidas de todos los números de mi círculo familiar. -       Tengo 10 llamadas de casa. Lou se mostró asustada, sabíamos que esa cantidad era señal de un mal momento en casa. -       ¿Por qué lo tenías en silencio? -       Por que lo active mientras presentaba el examen. -       Bueno, si fue algo malo, me hubieran llamado a mí, y no veo… Al revisar su teléfono interrumpió sus palabras. -       ¿Qué? ¿Qué pasa? Ya sentía la angustia recorrer por mi cuerpo, me dolía pensar que no estuve atenta y esta vez si fue irremediable. -       Esta apagado Mar. Olvidé que no tengo batería, por eso volví a buscarte, no pude llamarte desde el café.   Cerré los ojos en busca de un poco de paz, tenía miedo de llamar, revise las llamadas perdidas, baje hasta el número de mamá, marque y se fue a buzón de mensajes de inmediato.  La angustia se apodero de mí y las lágrimas salían sin permiso.  -       Ten calma, yo marco, dame el teléfono. Mis manos temblaban, sé lo grave que puede ser y tengo miedo de escuchar malas noticias. -        Hola, Juan, soy yo Louisa. Si, está conmigo – pausaba para escuchar a mi padre – Si, vamos en camino ¿Al de siempre? O.K, nos vemos allá. Tranquilo, llegamos pronto.  Lou colgó la llamada y me tomo la mano, sabia que era mi niño, pero esperaba que no fuera fatídico.  -       Están en la clínica, quedó inconsciente mucho tiempo y le deben hacer pruebas.  Ya no había razón para refrenar el llanto, ahora si lloraba sin restricciones. No lograba acostumbrarme a las convulsiones de Marcelo, me dolía tanto verlo sacudirse en el suelo, sin control, ver como lastimaba su boca y en muchas ocasiones como sangraba por el golpe, a veces no lográbamos si quiera separar sus dientes y comenzaba a ahogarse hasta perder el color de su piel, era algo que, a pesar de repetirse, nunca dejaba de lastimarnos como familia. 
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