Capitulo 05 - Oliver Doin

1198 Words
No entiendo a Paulina. No entiendo cómo puede aferrarse tanto a esta idea de no volver con su padre y su mate. No entiendo cómo puede actuar como si ese vínculo, ese lazo que la define, no existiera. Lo miro y no puedo evitar sentir que está tomando una decisión equivocada. Es como si el mundo entero estuviera diciéndole que su lugar está aquí, lejos de ellos, y ella se ha dejado llevar por esa ilusión, como si todo lo que fue antes no tuviera ningún peso. Como si los años previos a su desaparición, las personas que la querían y el destino que la aguardaba fueran simplemente cosas que se desvanecieron con el paso del tiempo. Puedo aceptar que haya olvidado, que su mente haya bloqueado todo lo que fue, que su vida haya cambiado al punto de hacerle creer que su lugar está aquí, lejos de su manada, lejos de su padre y su mate. Pero no puedo aceptar que eso sea lo correcto. No puedo aceptar que su destino haya sido truncado por un simple accidente, que lo que debía ser haya sido borrado por el capricho del azar. Todo lo que ella ha vivido, todo lo que ha hecho, nada de eso podrá sustituir lo que realmente le pertenece por derecho. Y aunque ella se empeñe en decirme lo contrario, no importa lo que piense o lo que crea sentir en este momento. Su destino sigue atado a ellos. No es natural que una loba esté lejos de su pareja. Es algo que va más allá de la lógica, de la voluntad, de los recuerdos o de las decisiones conscientes. Es un lazo que simplemente es, que existe sin necesidad de que nadie lo entienda o lo explique. Un lazo tan profundo que trasciende el tiempo y la memoria. Un vínculo que no puede desaparecer, no importa cuánto intente su mente bloquearlo. Puede que Paulina no lo recuerde, puede que en su corazón no sienta el tirón de esa conexión, pero es imposible que el destino de los que están destinados a estar juntos se desvanezca tan fácilmente. Paulina puede no recordarlo, pero su mate sí. Él ha tenido que vivir estos dos años con el peso de su ausencia, con la certeza de que algo en su vida está incompleto, roto, faltante. Si sufre tanto como ella—o incluso más—no sería de extrañar. ¿Cómo ha logrado sobrevivir? ¿Cómo ha mantenido su cordura, sabiendo que su alma gemela, la única persona que podía llenar ese vacío en su vida, está perdida? Despertar cada día con la sensación de un vacío imposible de llenar. Buscar su olor en la brisa y no encontrarlo. Sentir su cuerpo arder de necesidad por alguien que ya no está. Vivir con la certeza de que su compañera, la única que fue hecha para él, está en alguna parte, viva pero perdida, sin siquiera recordarlo. La angustia debe haber sido insoportable. Y luego está su padre. Un alfa poderoso, un líder que ha gobernado con fuerza y determinación, pero que, en el fondo, sigue siendo un hombre. Un padre que debe haberla buscado con desesperación, sin aceptar jamás la idea de que la había perdido para siempre. No sé cómo habrá vivido todo esto, cómo ha soportado el peso de la incertidumbre durante dos años, pero lo que sí sé es que debe haber buscado incansablemente, día tras día, sin rendirse, sin permitir que la desesperanza lo consumiera. No tengo ni idea de cómo ha enfrentado la soledad ni si alguna vez se ha detenido, rendido por el cansancio y la angustia, y se ha permitido pensar que ya no la encontraría. ¿Habrá llorado por ella en secreto, en su rincón más privado? ¿Habrá tenido un solo momento en el que, derrotado por la tristeza, se permitió creer que nunca la abrazaría de nuevo? No lo sé, pero lo que sí sé es que su sangre corre por las venas de Paulina. Y eso, al igual que el vínculo con su mate, no puede ser negado. El hecho de que ella esté aquí, que esté lejos de ellos, no cambia el hecho de que es su hija, su carne y su sangre. No puedo obligarla, claro está. No puedo tomarla de la mano y arrastrarla de vuelta a su hogar como si fuera una niña caprichosa. Paulina es fuerte, testaruda como una roca. Se aferra a lo que cree, a lo que siente en este momento, y no hay poder en la tierra que la haga cambiar de opinión por la fuerza. Ella quiere quedarse, se siente cómoda aquí, con nosotros. Y no importa cuánto me duela, no puedo despojarla de esa sensación de seguridad. Lo que más deseo es que sea feliz, pero sé que esa felicidad solo será verdadera si puede encontrar su camino de vuelta a donde pertenece. No puedo empujarla, no puedo forzarla, pero lo que sí puedo hacer es prepararla para lo que vendrá. Si alguna vez llega a darse cuenta de lo que realmente le falta, entonces será el momento adecuado para guiarla. Y lo último que quiero es que me vea como un enemigo. Si la empujo demasiado, si la confronto de manera agresiva, solo lograré que se cierre aún más. No quiero que se aleje, no quiero que me vea como un obstáculo en su vida. Lo que más quiero es que comprenda que lo único que hago es velar por su bienestar. Si quiero que esto funcione, tengo que ser más inteligente. Tengo que encontrar la forma de guiarla hasta su verdad sin que se dé cuenta de que la estoy llevando en esa dirección. Porque sé que, en el fondo, ella sabe que algo no está bien. Sabe que hay algo más allá de lo que puede ver y sentir en este momento. Solo necesito darle el espacio y el tiempo para que lo descubra por sí misma. No sé cómo lo haré. No sé cuánto tiempo me tomará. Tal vez será un proceso largo, doloroso, pero lo haré. Porque esto no se trata de lo que ella cree querer en este momento. No se trata de la vida que ha construido aquí, de la gente que ha conocido o de la rutina que ha adoptado. Se trata de lo que es. De lo que fue desde el primer momento en que respiró en este mundo. Ella es una hija. Ella es una loba. Ella es una reina. Y cuando al fin esté de vuelta, cuando tenga frente a ella a su padre y a su mate, lo que pase después dependerá del mocoso. Si es lo suficientemente fuerte para ganarse de nuevo su lugar en su vida, perfecto. Que luche por ella, que demuestre que la merece, que haga lo que sea necesario para reconstruir lo que fue suyo por derecho. Si no lo es, si es débil, si se deja vencer por el miedo o la inseguridad… entonces será su problema. Paulina decidirá qué hacer con él. Pero al menos yo habré hecho lo que debía. Al menos, habré dado un paso para arreglar lo que el destino nunca debió separar.
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