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Juegos de seducción

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Blurb

Eva era una mujer hermosa, una dama de sociedad que se codeaba con los hombres más ricos. Sus tías, eran las más interesadas en que se comprometiera con un hombre rico, sin embargo, Eva no se sentía atraída por ninguno de esos hombres que a simple vista le triplican la edad, sin embargo, en uno de esos tantos eventos de sociedad lo conoció a él, el hombre más jodidamente atractivo que jamás haya visto. La atracción fue mutua, entregándose a él sin medidas, y él se encargó de adentrar a Eva en el mundo del sexo.🔞Historia con alto contenido sexual.🔞

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Capitulo 1
Eva soltó lentamente el cordón que cruzaba el centro de su blusa, sujetándola sin apretar. Al principio, sus movimientos parecían un poco mecánicos, pero sabía que no se quedarían así. Él la observaba, quienquiera que fuese, y a ella le gustaba, pero intentó ignorarlo por ahora. Tiró suavemente de la tela entre sus pechos, aflojándola, y tocó la suave piel de su pecho y el interior de sus pechos. Eran preciosos y nunca se cansaba de sentirlos, de tocarlos. Sus manos recorrieron la parte exterior de sus pechos y se deslizaron por sus costados, arqueando ligeramente la espalda al tacto, como imaginaba que lo haría un hombre. Podía imaginárselo, pero a veces parecía que lo hacía mejor. Una mano se deslizó por sus pantalones cortos y atravesó la parte delantera, sobre el bulto entre sus piernas. Lo frotó suavemente, en parte para ver si estaba listo para responder a su tacto. El familiar cosquilleo estaba ahí, y sabía que respondería de buena gana cuando lo sintiera. Pero no tenía prisa. Volvió a su blusa y desató el tirante de su hombro izquierdo. Al bajar la mano, la bajó lentamente, dejando al descubierto parcialmente su pecho. Ahora podía tocarlo y pasó los dedos por debajo de la tela para sentirlo. Al rozar el pezón, este se endureció rápidamente, deseando atención. Lo apretó ligeramente y luego rodeó el pecho, ahuecándolo y atrayéndolo a su boca para poder succionarlo. Una pequeña descarga eléctrica la recorrió mientras lo chupaba, enviando un mensaje a su coño para que se humedeciera. Se encargó debidamente del otro tirante para poder trabajar también en el otro pezón. Se subió la parte inferior del top, dejando al descubierto su abdomen, y se recostó en el sofá. Una mano sujetó su pecho mientras la otra sondeaba bajo la línea de sus bragas antes de desabrocharse lentamente los pantalones cortos. Bajó la cremallera y dobló los lados hacia atrás, proporcionando mejor acceso para su mano. Le encantaba excitarse, dejando que la excitación creciera, tocándose y luego retirándose. Hoy, de repente, era uno de esos días en los que sentía que le costaría esperar. Su coño parecía tener una necesidad urgente y se pasó un dedo por la raja. Pero, aun así, lo haría esperar; sabía que era mejor así. Introdujo el dedo medio ligeramente mientras lo arrastraba hacia arriba y se lo llevó a la boca para sentir y saborear su humedad. Era dulce en su boca. El chico se frotaba activamente a través de sus pantalones, ya no fingía no estar excitado. Supuso que no aguantaría hasta que le metiera el consolador. ¿Cuánto tiempo hacía que su tío hacía estas fiestas?, se preguntó. Era su padrastro, o quizás su sustituto. No conocía bien a su padre. Su madre falleció cuando ella tenía 7 años y se mudó con la tía Mable, la hermana de su madre. Siempre fue tan recatada y formal, queriendo aparentar, darse aires de grandeza y dar un gran espectáculo. Eva la había decepcionado desde el principio. Solían obligarla a ponerse vestidos elegantes y a pasearla frente a la compañía en grandes fiestas. Eva lo odiaba. Siempre eran viejos empresarios. Siempre le decían que era bonita, algo que Mable nunca hacía. La tía Mable siempre la corregía: "¡Siéntate derecha! ¡Camina como una señorita! ¡Bájate la falda y cruza las piernas al sentarte! ¡Cállate, solo hablas cuando te hablan!". Los hombres parecían venir de todas partes: Japón, Escandinavia, Rusia o Oriente Medio. El padrastro, o Big Daddy, como muchos lo llamaban, era el director ejecutivo de alguna gran empresa, y nunca quedó del todo claro a qué se dedicaban. Estas fiestas siempre buscaban impresionar y atraer nuevos clientes. La tía Mable siempre tenía que tener todo perfecto. La tía Margo también asistía siempre, pero Eva no entendía por qué hasta mucho después. Sin duda, era la oveja negra de la familia, y Eva nunca entendía por qué la invitaban a tales eventos, pero Big Daddy siempre insistía en que estuviera en la lista de invitados. Aparecía casi siempre, saliendo a tomar algo y luego desapareciendo durante media hora. Eva se quedó en su habitación durante las fiestas a medida que crecía viendo películas para adultos, sabiendo que la tía Mable no tendría tiempo de ir a verla. Eva aún recordaba cómo empezó todo. Había decidido ver una película en la oficina del dormitorio de invitados, que estaba junto al pasillo del dormitorio principal, durante una de las fiestas. La tía Mable quería que se vistiera y apareciera en la sala, pero no se atrevió. Tenía palomitas y refresco, y estaba viendo Dirty Dancing, cuando oyó a alguien hablando en el pasillo. —Ay, Frederick, qué niño tan travieso eres—, bromeó la voz de la tía Margo, —pórtate bien—. Eva aún no había cerrado la puerta y pudo ver sus figuras entrar en la habitación de invitados por la estrecha rendija. Margo llevaba uno de sus vestidos ceñidos. La tía Mable siempre se quejaba de que se veía un poco cutre, pero Papá Insistía en que se veía estupenda. Tenía una figura maravillosa. El hombre vestía un traje europeo y era mayor, pero estaba en buena forma, con el pelo rubio, al estilo escandinavo, peinado hacia un lado. Cerraron la puerta y se abrazaron a los pies de la cama. Eva se quedó paralizada, pero no podía apartar la mirada. El corazón le latía con fuerza. ¿Qué haría si la encontraran en la habitación lateral? Consideró cómo podría salir, tal vez incluso por una ventana. Luego consideró simplemente cerrar la puerta y volver a ver su película, pero lo único que pudo hacer fue sentarse allí y mirar por la rendija. —Eres una mujer hermosa, Margo...—, interrumpió el hombre cuando ella se llevó un dedo a los labios, diciéndole que guardara silencio. De repente, la tía Margo tomó las riendas y dirigió la actuación. Le sujetó la cara y lo besó, luego le aflojó la corbata. Se apartó un poco y posó para él, luego se giró y le indicó que bajara la cremallera de la espalda de su vestido. Este se deslizó hacia su trasero redondo, la tela se separó y cayó, dejando al descubierto su espalda. Se encogió ligeramente de hombros y el vestido cayó al suelo, dejando al descubierto su lencería. Sin el vestido, la tía Margo estaba exquisita. Los brillantes parches de tela verde plata oscuro con finos ribetes de encaje n***o acentuaban su imponente figura. ¡Eva entró en pánico al darse cuenta de que iban a tener sexo! Había visto hombres y mujeres desnudos en la colección de Penthouse de papá en el estudio, algo que estaba segura que la tía Mable desconocía, pero nunca había visto a un hombre en persona, desnudo y de cerca, y mucho menos a dos personas (una de las cuales era su tía Margo), teniendo sexo. Sabía que debía apartar la mirada, pero en lugar de eso, se levantó y se acercó a la puerta para ver mejor... Margo se giró, lo agarró por las muñecas y le puso la mano sobre sus pechos. Sus manos la acunaron suavemente. Lentamente, desabrochó los botones de su camisa, apartando la tela para revelar su pecho. Luego, le pasó la camisa y la chaqueta por los hombros para que se deslizaran por sus brazos. Lo besó de nuevo y luego se giró, presionando su trasero contra sus caderas. Su mano volvió a rodearla para agarrar sus pechos. Ella le agarró la muñeca derecha, la bajó por su costado hasta la ingle y la movió entre sus piernas por delante. Su mano se movió por la tela de sus bragas mientras la manoseaba mientras ella se movía rítmicamente de un lado a otro frotando su trasero contra su entrepierna. Miró por encima del hombro y pareció dudar, mirando directamente a Eva, antes de esbozar una pequeña sonrisa irónica y mirar hacia atrás, hacia Frederick. —Desabróchame el sostén—, susurró. Él obedeció y ella atrapó los tirantes con los brazos y se giró para quedar de frente, fuera de su alcance. Dejó caer el sostén lentamente, dejando al descubierto sus pechos. No eran firmes como los de una joven, pero sí amplios y bien formados. Se adelantó y los presionó contra su pecho mientras sus manos se dedicaban a su cinturón y sus pantalones. Él la besó y la atrajo hacia sí. Cuando terminó, se apartó ligeramente, dejó que sus pantalones cayeran hasta los tobillos y se arrodilló ante él.

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