Capítulo 8: La Rutina Cambia Han pasado tres días desde la mañana en que Miguel desayunó en mi cocina, y todavía siento su presencia en cada rincón de mi apartamento. Su risa, el roce de su mano, la forma en que me miró antes de besarme y prometer que esto era real. No sé cómo nombrar lo que siento: es felicidad, sí, pero con un borde afilado, como si estuviera caminando por un puente que podría romperse en cualquier momento. Él es mi jefe, y lo que tenemos, sea lo que sea, no encaja en las reglas del mundo donde vivimos. Pero cuando pienso en él, en sus ojos oscuros y su voz grave, no quiero parar. La oficina siempre ha sido mi refugio, un lugar donde sé qué hacer, dónde encajo. Pero desde esa noche, todo ha cambiado. Llego cada mañana con el corazón en un puño, esperando verlo, temiend

