Capítulo 10: Noches en Casa de Miguel
No sé cómo llegué a este punto, pero cada día con Miguel se siente como un paso más hacia algo que no puedo nombrar. Nuestra cita en el bar, su mano en la mía mientras caminábamos por la ciudad, sus palabras sobre su soledad, todo eso se ha quedado grabado en mí como un tatuaje. En la oficina, seguimos siendo un secreto, un baile cuidadoso de miradas y roces discretos. Pero fuera, somos algo más: dos personas que se buscan, que se necesitan, aunque el mundo no lo sepa. Anoche, cuando me mandó un mensaje diciendo “Ven a mi casa mañana. Quiero cocinar para ti”, mi corazón dio un salto. Su casa. No un restaurante, no mi apartamento. Su mundo.
Me pasé el día nerviosa, contando las horas en la oficina. Miguel estaba en una reunión tras otra, pero cada vez
