Stephen Lancaster
Permanecí sentada mirando al sujeto que me acaba de dar un billete y un paraguas para no morír en esta mugre ciudad.
Parece que es buen tipo o también puede ser un a suelo para atraparme y llevarme a un prostíbulo y venderme al mejor postor para acabar en una vida extraña y miserable dónde seré como un muñeco de trapo… Pero también puede ser un buen tipo.
Me levanté como pude y lo seguí.
Él se dio cuenta que lo seguía ya que use el paraguas para cubrirnos a ambos.
Es alto, delgado, cabello castaño, piel bronceada y unos lindos ojos cafés.
—¿Debería asumir que no tienes donde quedarte?.
Pregunto con un muy interesante acento inglés en su voz profunda, me recuerda a Harry Styles cuando habla.
Suponiendo que mi estúpido hermano está dispuesto a ayudarme lo hará a costa de mi dignidad y solo hara feliz a su perra esposa, por cosas como él, es que ponen instrucciones hasta para el shampoo y cámaras de videovigilancia en las iglesias.
Honestamente prefiero a verificar si este tipo es un secuestrador o solo es un lindo sujeto que huele como a pino.
Quizás solo sea eso, un lindo sujeto inglés que no tiene nada mejor que hacer.
—No, en realidad no.
Extendió su mano y yo le di el paraguas.
Él me lo devolvió y tomo la maleta más pesada.
—Por tu estado creo que no estás acostumbrada a viajar sola, tampoco tienes cara de como ubicarte aquí, ¿Viniste sola?.
—si lo he hecho Realmente, solo que perdí mi condenado teléfono.
En mi puta vida había viajado sola, pero no puedo decirle eso a un extraño, puedo, pero según mi madre no debo hacerlo.
Sigo sus pasos justo a su lado.
—¿Y que es lo que mejor sabes hacer?.
Pensaba llegar y entrar a trabajar como camarera o algo mientras vivía con mi hermano. Pero, suponiendo que todo salga como siempre pasa con mi familia, terminaré bailando en un bar.
Otra vez.
— Bueno, soy estudiante de diseño gráfico, pero se las cosas básicas, en plan cocinar, limpiar, coser, usar la lavadora y esas cosas, también puedo arreglar agujeros en las paredes… O cualquier cosa que implique reparar muros y eso, puedo hacer pasteles y tortillas también… Se hace ranas de origami y aviones de papel…
Estoy empapada, con hambre, sueño, sin celular, me duelen los pies, la cabeza, tengo frío, y también tengo mucha rabia,frustración y decepción con mi hermano y su horrible familia.
Pero principalmente necesito que por lo más grande de este mundo, este sujeto inglés con olor a pino sea buena persona.
Necesito un lugar donde vivir.
—¿Solo rana de origami?.
Me pregunta riéndose un poco.
¿Y eso fue lo que llamo su atención?.
Asenti.
Es lo único que se hace de origami.
—Bueno, puedes quedarte conmigo, no prometo que sea gratis, pero, me hace falta una ayuda,.
Tengo una navaja por si se pone raro pero es mejor opción que mi hermano y su fea familia.
—Soy Danielle.
Sonrei.
—Stephen, un gusto.
Stephen.
Este saco unas llaves de su bolsillo.
—En algún lado lo deje, estaba seguro de que estaba cerca… Precisamente aquí.
Dijo para si mismo mientras presionaba el botón del pequeño control.
Las luces de un auto y el pitido de este llamaron nuestro atención.
Está a pocos pasos al otro lado de la calle.
— ¿Tienes un auto?.
Me parece tan raro.
—Si.
Contestó viendo a ambos lados en la calle y empezamos a caminar.
—¿Y porque estabas caminando?.
Me ayudó a guardar mis cosas en el maletero de su auto.
Un lindo auto n***o.
—Porque olvide unas cosas en la tienda cerca de donde estabas y no valía la pena ir en auto solo para ir al lado contrario y luego tener que volver a dar la vuelta.
Ya dentro del auto me tendió una toalla.
—Disculpa si no tengo una más grande.
Dice encendiendo el auto.
Espero que no sea un asesino.
—No, no importa, esta bien.
Me seque sobre todo el cabello.
—¿Y como acabaste aquí?.
Pregunta mientras conduce a una velocidad moderada en medio de la lluvia.
—se supone que debería quedarme con mi hermano, pero, es simplemente inviable a menos que quiera dormir en el patio o en el sótano con goteras y una lavadora.
Este se rió un poco.
—Vaya, que mal, bueno, tómalo como un desliz de buena suerte, porque hoy ni siquiera pensaba salir, ahora, la cosa es que, cuando dije que me hacía falta ayuda, es que de verdad necesito ayuda.
Eh…
—Bueno, mientras no tengas aves, estamos bien, me dan alergia las aves.
Llegamos a un semáforo.
—no me gustan las mascotas, son demasiada responsabilidad, con mucho esfuerzo puedo conmigo mismo, pero bueno, la cosa es que, vivo solo.
TODO MAL.
MAL.
—No soy un asesino por si es tu duda.
Dice aún con la vista al frente.
¿Fui muy obvia?.
— Solo que vivo solo y ajá, no es lindo, así que… Me sería útil que alguien me ayudara, ¿Captas?.
—¿Vas por la calle haciendo esto a diario?.
Pregunto desconcertada.
—Sep.
Rueda los ojos.
—Que alivio, pensé que era tu primera vez.
—vale, yo me encargo de todo, literalmente todo, y no es muy bueno que se diga, más de una vez he puesto a lavar la ropa con leche y le he echado suavizante al cereal.
Dice con vergüenza.
Y yo que sin poder más me aguanto tanto como puedo la risa.
—Estas mal.
El asiente.
—El trato sería que dentro del departamento sería 70/30, porque yo pagaría todo, absolutamente todo, pero soy una porquería en cuanto a los quehaceres cotidianos, así que… Puedo ayudar, pero es muy mala idea dejarme acargo de cualquier cosa. Podría pagarte si quieres para que no sea una total perdida de tiempo que estés allí.
Joder.
No suena mal.
—¿Qué tan grande es?.
—son ochocientos metros, en dos pisos. Cuatro cuartos arriba de los cuales uno lo uso como biblioteca/ estudio y el otro lo volví un pequeño cine, tiene solo tres sofás, no sabía que hacer y era mucho trabajo limpiarlos los cuatro, así que deje uno como cuarto de invitados y los otros dos están más o menos vacíos y uno donde duermo yo.
Quedé en blanco.
Eso es muy grande.
—¿Y abajo que hay?.
—¿Hablas del departamento?, Bueno abajo hay la sala que es bastante grande, el comedor que también es irritante, la cocina y un lavadero en la parte más alejada, separado por una pared como un cuarto aparte.
Bueno, no será complicado, ya vivía con once personas en un lugar, que si bien era más pequeño, era diez veces más desastroso.
—Quiero 70 dólares la semana.
—¿En serio?, ¡Dios, gracias!. Prometo no estorbar.
Su cuerpo se relaja.
—¿Qué edad tienes?, pareces alguien mayor que yo pero suenas como como un veinteañero estresado.
— Treinta años. De los cuales tengo siete viviendo solo y muriendo lentamente, siendo honesto, si, estoy estresado, no puedo balancear nada bien el trabajo, las tutorias y la maldita vida diaria fuera de la universidad. Sentía que moría o mejor dicho, siento que me agoniza el alma, es complicado balancear las tres cosas y encima de eso tener un orden, intento ser responsable pero… Por no puedo con todo.
—Bueno, ahora nos ayudaremos mutuamente, tú no me dejas morir y yo no te dejo morir, fácil.
Yo no muero de hambre, sed, frío, y soledad en medio de un país distinto y él no muere del estrés.
—Si, si es una buena oportunidad para ambos.
Mire el edificio donde se supone que vive.
Es un prostituto, no hay de otra.
Es un pasivo o un dominante, es imposible que un ser humano normal viva en un lugar así sin tener que hacer cosas que valgan dinero sucio… Este tipo debe ser un prostituto muy costoso.
Bajamos del auto tras estacionarlos y no puedo creer que viva aquí.
—No soy un ladrón tampoco.
Dice bajando mis cosas.
—¿Seguro?.
Sonrió con burla.
—Muy seguro, tan seguro como que el dueño original se llamaba Ernest Black pero olvidó su llave.
Nos subimos al elevador y este marca el piso de su departamento plus, casi en el penthouse.
—¿Y de qué trabajas?.
—Soy tutor de mugrosas niños básicamente botan dinero, no me quejo pero los odió, hay salseo y la paga es buena, así que, puedo con ello, si te preguntas por el enorme departamento, antes éramos ocho personas, mis padre y cinco hermanos más, pero, ya todos ellos se fueron, tanto los tres menores como los dos mayores y mis padres… Ellos sabían que si me dejaban solo tendría que si o si haceme cargo de ese lujoso desgraciado lugar.
Parece que va a llorar del desespero, detalle mas su rostro, tienes las ojeras ligeramente marcadas, sus ojos son de largas pestañas y cejas oscuras y si hago un pequeño esfuerzo puedo imaginarlo como un profesor serio y cruel, tiene un rostro muy duro a pesar de su linda sonrisa.
Pero, estando así de serio, creo que podría decir que es profesor de matemáticas, odio las matemáticas
—Honestamente, de haberlo sabido habria huido, digo, puedo vender el lugar, y lo intento,pero es tan grande que nadie lo quiere, es muy costoso y venderlo por menos sería estúpido a pesar de que me quiero ir.
Las puertas se abrieron un pequeño pasillo o una antesala, luego una única puerta,
Este la abrio con una tarjeta de acceso y una clave en un pequeño tablero numérico junto a la puerta, necesito que esté tipo me diga en que lugar trabaja para trabajar yo también, porque para mí tiene una doble vida de prostituto y maestro costoso, es como un batman pero en lugar de salvar a todos de un payaso trastornado, salva ala gente de malas notas y de erecciones incontrolables.
No puedo pensar en otra cosa, es que este lugar ni en revistas lo había visto, inmenso, es casi infinito… Y muy blanco.
— ¡¿Esto es real?!.
¡¡Es gigantesco!!.
—si, siete años viviendo en esta lujosa tortura puede ser muy bonito y eso, pero, creeme, vivir aquí por tu cuenta hará que quieras llorar por el simple hecho de haber nacido.
Será complicado.
—te juro que no te faltará nunca nada, pero ayúdame, te lo suplico, ya no estoy hasta los cojones de que nadie quiera. No hay nadie particular que quiera ayudar aquí y los equipos de limpieza me destruyen la vida reordenando todo, tengo tres meses buscando mi celular, si llamo suena pero no sé en dónde está, todo en este lujoso infierno hace eco y no se que hacer.
Pobrecito, cuando un hombre adulto súplicas de esa manera da lastima.
Y ahora cuando un prostituto doble trabajo lo hace te da más cosita todavía.
—25 diario y quiero una respuesta honesta.
Este cierra la puerta y nos quedamos viendo de frente ambos.
—lo que sea pero ayúdame.
Suspiro y este me mira expectante.
—¿Eres prostituto costoso o algo así?.
Solo metió las manos en sus bolsillos.
—deja te contesto con otra pregunta, ¿Si fuera prostituto y uno bastante caro, crees que enserio estaría viviendo solo aquí?, Tiene más sentido que me hubiera ido a vivir con un sugar daddy o lo que sea, cualquier cosa es más comida que está, no digo que viva mal, ya que realmente me sobran las cosas, pero, esto no es fácil de llevar por mi cuenta.—Es lindo.— si, tienes razón.
—¿Lo preguntaste por qué quieres una noche paga o por qué?.
—Nah, no eres mi tipo, me gustan más serios, algo amargados, y obsesivos con la limpieza.
Te amo Levi.
Ahora siento ganas de ver de nuevo Shingeki no kyojin
—¿Debería sentirme ofendido o aliviado?.
Empezamos a recorrer un poco el lugar, el se sienta en un enorme sofá blanco muy limpio.
La sala es demasiado grande para ocho personas, tal vez treinta e incluso así, estarían comodos.
—Yo muerdo.
Este se ríe.
—Que alivio que no te gusten los treintañeros.
Dice desde el sofá, con asombro escucho el eco de su voz por todo el lugar.
—Nunca dije eso.
Ahora mi voz hace eco.
—¿Vez el ridículo eco que hay aquí?.
Esto será raro.
—Es estúpido el eco del lugar, no me parece algo muy bueno para la sanidad mental de nadie.
Me río entre dientes y él se levanta, el eco de sus pasos está tras de mí mientras yo examinó la lujosamente brillante e impecable cocina.
—Y creeme que es peor si apagas el aire acondicionado y mira esto.
Tomo su celular y tecleo unas cosas.
—espera.
Dice y casi de inmediato empieza a sonar un celular, la canción de Equinox está de fondo haciendo un eco que viene de todos lados confundiendo de dónde se origina realmente el sonido.
—Tengo meses buscándolo, empiezo a creer que simplemente se hizo uno con el departamento.
Dios pero que desgracia le cayo a este hombre inglés de acento lindo y olor a pino.
—Que triste.
—¿Tienes hambre?.
Pregunté viendo el horno.
—En realidad tengo trabajo en un rato, Si quieres pido unas pizzas y mientras agonizó para que un mocoso de secundaria entienda química tú estás arriba y te cambias esa ropa mojada, te vas a resfriar.
Señala mi existencia completa.
—Me parece bien, mañana ordenó este lugar y empezó a hacer un inventario de como demonios podré llevar esta casa doble.
—Suerte con eso. ¿Simple o con que la quieres?.
Pregunta con celular en mano.
—Con todo lo que puedan ponerle, pero nada de piña. NO Piña.
Este se ríe entre dientes y continúa en lo suyo.
—Claro con piña extra.
Se aleja tranquilamente.
Hay muchas cosas, pero casi todo tiene un orden aparentemente normal, todo tiene una ubicación bastante bien hecha para cada cosa.
También hay un amplio refrigerador para la carne y otro para verdura… No hay ni una miserable hoja de cilantro, pero bien que hay como 60 kilos de carne congelada.
Me encuentro con unas cuantas cosas interesantes, como que tiene un televisor que apresar de ser enorme se ve pequeño en comparación con la inmensa pared blanca, el comedor es como para 30 personas, tiene mucha cristalería, hay demasiadas botellas en el minibar cerca de la sala, “MINI” NO ES PEQUEÑO.
Suspiro algo perdida y subo las escaleras encontrando a Stephen con la puerta de su habitación completamente abierta y el buscando algo en una repisa de libros, está subido en una escalera.
Tiene demasiadas cosas y el lugar se ve mal ordenado.
—La puerta al fondo es el cuarto libre.
Dice dejando caer sobre la gran cama de sábanas azules unos cuantos libros que por su peso básicamente rebotaban hasta casi caer de la cama.
Este sigue en lo suyo.
Tranquilamente sigue con su vida mientras yo voy al cuarto libre.
Abro la puerta… Vuelvo a cerrar la puerta.
La abro de nuevo.
El cuarto es tan grande como la casa de mis padres, la cama es como para cinco personas, está casi vacío pero es lindo.
No tengo nada para hacer en este sitio, tiene un televisor en la pared frente a la cama… Pero es que es demasiado grande.
—Oye.
Me espante.
Miro tras de mí encontrándome a Stephen.
—No soy tan feo.
Se cruza de brazos.
—¿Seguro?.
Me río algo nerviosa por el susto.
—En fin, dijiste que perdiste tu celular, encontró que tenía antes y ya que tengo uno nuevo si quieres te quedas con este.
—¿Dónde lo encontraste?, ¿El de los tres meses?
Me entrego un celular más grande que mi mano.
—No, ese está desaparecido, este es uno un poco más viejo, pero sirve.
Encendí la pantalla y note que estaba como de fabrica.
—Gracias.
Dije sonriendo felizmente.
No sé cómo explicarle que solo le menti.
Bueno, no tiene porqué saberlo.
—Ire por las pizzas, no te pierdas.
Dice y se va por el pasillo escaleras abajo, yo miro el celular y saco el mío de mi sostén.
Los comparto y el mío está agonizando ya que me cayo agua durante el diluvio.
Saco la tarjeta SIM y se la colocó al otro.
Claro está que Este es mil veces mejor.
Espero que todo salga bien estando aquí.
Me quedo en silencio.
Algo de ruido llama mi atención, salgo del cuarto y veo a Stephen con algunas cajas de pizza.
La dejo sobre la barra de la cocina.
—Bueno, ¿Quiere la de queso o la que tiene posiblemente todas las especias del mundo?.
Abre ambas cajas y queda una cerrada.
—La que tiene todo.
Abre la tercera caja y esto parece una obra de arte con un olor exótico.
—¿Te comerás esas dos tú solo?.
Este saca un par de platos.
—Agarra lo que quieras, me da igual, mientras la de queso sea mía podemos repartir las otra dos como sea.
Le gusta el queso por lo que veo.
—Claro, no hay problema.
La noche es agradable con un sujeto tan tranquilo y amable, parece extraño que sea tan amable pero no me puedo quejar, la suerte que tengo ahora es algo simplemente mágica.
— Bueno, primero que nada, tienes que traer verdura, es carne es imposible de cocinar si no hay verduras, es lo principal. Lo demás solo lo empecé a registrar, y solo tiene algo de polvo, lo limpie y dejé dónde estaba. También tienes los filtros de las lavadoras mugrientos, también los limpie y tenías una iguana momificado bajo una torre de ropa vieja… También momificada.
Este se me queda viendo.
—Arnold… Allí te escondias…
Miro el cadáver del enorme reptil.
—¿Cómo no te diste cuenta?.
—Hubo una temporada que fui a Dallas, Texas y cuando volví solo pensé que mi hermana la había botado
…
Pobre hombre.
—voy a enterrarla luego… En fin. La ropa podría lavarla y donarla porque ya compré ropa y bueno, verduras puedo traer mañana…—lo miro, no creo que sea apto para traer verduras.—Si quieres lo hago yo.
Solo asiente.
—Ahora… ¿Qué hago con la ropa tiesa?.
Recuerdo montaña de ropa super tiesa y Casi imposible de mover.
—Tirala en la lavadora y ponle mucho Jabón, el ciclo de remojar
—Lo que usted quiera señor Lancaster.
Miro a la nada unos segundos…
—¿Cómo sabes mi apellido?.
—Estaba en un papel bajo el protector del teléfono.
Le entregué la factura.
—Luego te hago una factura por mis servicios tan perfectos de limpieza.
Sonreír felizmente.
—Que elegante señorita.