Seamos amantes

Estefanía —Lo lamento, pero estoy enamorado e otra persona —confesó Leonardo. Estefanía, bajó la mirada; aún adivinando la respuesta, había querido arriesgarse. —Te... amo desde siempre —habló con los ojos llenos de lágrimas. —Lamento, no corresponderte... yo... estoy enamorado de otra persona —dijo y quiso sostener la mano de su amiga. Ella se apartó. Y Leonardo pensó, que lo mejor era dejarla sola. —Estas enamorado de ella... —susurró, y Leonardo se detuvo. —No... se de qué hablas —comentó dándose la vuelta, tragó saliva en seco —¡Estás enamorado de tu prima! —le gritó y él, abrió los ojos con sospresa. —¡No es verdad! Estefanía, en ese momento, ni siquiera lo miró. "Él la persona que amé, durante tantos años". Cuando sonó el recreo su amigo salió hacia afuera, a paso tranquilo y Estefanía tampoco lo buscó. Él se sentía algo contrariado, de no tener a su amiga para contarle sus penas, no puedo evitar acercarse. —Podemos seguir siendo amigos, no hace falta que nos ignoremos, nos conocemos hace más de 5 años —comentó. —Lo sé, pero me duele verte ¿Qué quieres que te diga? —Pues... Entonces no te dolió verme estos 5 años. No entiendo. — No lo sé necesito tiempo. Yo también te quiero como mi amigo. Pero en este momento de mi vida, me siento mal y tonta —confesó con dolor. Estefania simplemente se alejó, y él por una parte se sintió triste de no tener la compañía de Estefanía. Ella siempre, había estado con él y ahora no tenerla: le había desgarrado poco a poco el corazón. Hizo una mueca triste y simplemente volvió hacia el salón. Estefanía, se acercó para observar desde arriba, el gran barranco el cual poco a poco se asomaba su corazón... Durante mucho tiempo, había recibido el maltrato de su hermana, la cual la había criado ya que no tenía padre. Estaba cansada, de ser objeto de burla de la misma. Las puertas a lo lejos estaban abiertas, tomó su mochila y se escabulló del curso. No le importaba que la descubrieran, había una cámara en la entrada. "¿Por qué no me amas?" Quería terminar con ese sufrimiento, estaba cansada de todo. La única esperanza en su vida; siempre había sido Leonardo. Con lágrimas en los ojos, sigo caminando, hasta que llegó a un puente. Debajo pasaban autos, sin dudarlo mucho, se subió encima, de una baranda, y después de la otra. Empezó a llorar, sintiéndose en ese instante imponente, muy rota. "Terminaré con el dolor", pensó. —¿Qué estás haciendo niña? —quiso saber una voz hacia su costado. Al levantar la vista se dio cuenta de que se trataba del padre de Leonardo. El mismo, era la viva imagen de su hijo. Aunque en una versión mucho o más sensual, más hombre. No entendía porque él siempre se mantenía solo, un hombre como el, tan atractivo. Estefania, sintió la mano del sobre la suya, sintió una corriente eléctrica que le atravesó la espina dorsal. on fundida cómo aparto la mano y él hizo lo mismo punto que fue eso pensó. Pero trago saliva y se volvió a concentrar en su dolor, voy a subir otro peldaño queriéndose suicidar, sin importarle mucho las miradas curiosas que tenía cada vez que pasó un vehículo. Por fortuna, esa calle no era tan transitada. —Te hable niña, ¿puedes decir qué estás haciendo aquí? —Estoy cansada del sufrimiento, mi hermana me maltrata, la persona que pensé que amaba, está feliz con otra persona y yo no soy quien para meterme en su vida. Me alegra mucho que sea feliz, pero yo no lo soporto y no tengo porqué ver lo —comento enojada y subió otro pie. Hernán, no entendía qué es lo que pasaba. Era la primera vez que se había visto en una situación así. Algo alterado, la tomo de la cintura como la cual para su sorpresa era tan pequeña, que casi cierra la mano. —Quítate de ahí niña —comentó regañandola. —No soy una niña como yo tengo 20 años. —¿Veinte años? eres una vieja ¿Has repetido? —Quiso saber confundido. Estefanía, lo miro mal. —Me está queriendo decir vieja, cuando me estoy apunto de suicidar. —No te dejaré tirarte del puente, deja de decir boberías. —¿Ahora me dejarás suicidarme en paz señor..? —No... no soy un señor tengo 38.