[+21] TOMA MI CORAZÓN.

ARGUMENTO:

━━━✧♡✧━━━

TOMA MI CORAZÓN.

━━━✧♡✧━━━

Mark observaba la escena de lejos, dentro del vehículo de su jefe y buen amigo Ian Cooper. Aferró las manos al volante. Sin darse cuenta de que las puntas de sus dedos se habían puesto blancas. 

«¡Maldito desgraciado!», masculló.

¿Cómo era posible que un hombre le pusiera la mano de esa manera a una mujer?  Era la pregunta que le pasaba por ese instante por la cabeza, y más cuando esta era pequeña y delicada como una flor. Sacudió la cabeza un par de veces. Para él, Karla era la risueña y encantadora recepcionista de la empresa en donde trabajaba. Desde hacía algún tiempo le transmitía muchas emociones, que su frío y terco corazón no entendía, y mucho menos quería aceptar. 

La pareja se acercó al auto con una acalorada discusión, que le permitía escuchar todo lo que el hombre ingrato le decía a la chica: 

—¿Me crees tan idiota, Karla? —La voz era pura furia. 

—Sabes que no, ¡jamás he pensado algo así de ti! —fue la respuesta rápida que le dio ella. 

El hombre la tomó fuertemente del brazo, y la zarandeó un poco. Haciendo con ese rudo gesto que perdiera uno de sus zapatos. 

—Sé que en ese lugar estás con alguien, buena zorra  —la agitó de nuevo, para después tomarla fuertemente del cabello.

—Estás muy mal. Yo solo voy ahí a trabajar —Karla habló con la voz quebrada por el llanto. 

—Ese cuento solo se lo cree tu padre —espetó furioso, mientras de nuevo le jalaba el cabello. 

—Te lo suplico no metas a papá en esto. Te estoy diciendo la verdad, Klaus.

—Me molesta que sigas creyendo que soy un idiota. 

—Yo no entiendo qué es lo que pasa contigo. ¿De donde sacas esas ideas? 

—Solo con verte cómo estás vestida —le hizo gesto con la mano libre—. No hace falta darle mucho a la imaginación. 

La intención de Klaus fue golpear a Karla, pero Mark no pudo resistirlo, abrió de golpe la puerta del vehículo, y se bajó. En fracciones de segundos agarró al hombre por las solapas de chaqueta de cuero, que obvio era de segunda mano. Ya que se le notaba por encima que había pasado por tiempos mejores.

—Te gusta golpear a las mujeres indefensas, ¿cierto? —inquirió Mark con los dientes apretados. 

—¿Mark? —la voz de Karla fue un susurro por la vergüenza.

—No deberías meterte en nuestros negocios, grandulón de mierda —vociferó Klaus. 

—Si no sabes como tratar a una mujer, yo me ofrezco desde hoy mismo a darte una lección.

Karla estaba completamente inmóvil, pues el hombre que la había salvado de una posible golpiza por parte del sujeto que le acompañaba era Mark Williams. El hombre que la atraía como el fuego a la polilla, y dejaba su mente en blanco cada vez que lo tenía de frente. Siempre pensó que el hombre era dominante, pues no se había equivocado. Sin embargo; la había hecho suspirar. 

Klaus no era su novio, tampoco el chico con el cual estaba saliendo. Era simplemente su hermanastro, la persona que le hacía la vida imposible. Desde que ella había cumplido los catorce años. No negó que sintió alivio en el momento que vio como Mark le pegó un puñetazo que le hizo caer al pavimento. Pero entendía que eso no se quedaría así. 

 —Toma esto, imbécil —Mark le dijo, dándole otro golpe sin esfuerzo.

Klaus intentó levantarse del suelo, pero le fue completamente imposible ya que de nuevo le golpeó, dejándolo semi inconsciente.

—Espero que pase mucho tiempo, antes de pensar en pegarle de nuevo a una mujer. 

—Ya me las pagarás bastardo —Klaus dijo con los dientes apretados. 

—Cuando quieras, estoy disponible para ti.

Mark tenía ganas de continuar golpeándole. Al notar la mejilla de Karla un tanto magullado, los exóticos ojos repletos de lágrimas por el mal rato que él le hizo pasar. Cerró de nuevo los puños hasta ponerlos blancos. Era tanta su rabia que le hacía hervir la sangre, odiaba a muerte a los hombres que se aprovechaban de su fuerza y maltrataban a las mujeres.

«Imbécil», pensó él una vez más con las ganas de volver a  darle su merecido. 

Segundos después, cuadró los hombros y se alisó la corbata. Como si no hubiera pasado nada, él ni siquiera un rasguño, o algo que indicara que había tenido un altercado minutos antes. Caminó con pasó firme hasta donde Karla se encontraba. La tomó de la barbilla, para inspeccionar mejor lo que le había hecho el pobre infeliz. 

—¿Estás bien? —preguntó con su voz grave.

—Sí, por supuesto que lo estoy —respondió ella de manera inmediata.

—¡¿Ves?! —gritó Klaus—. Con esa cara de mosquita muerta. ¡A mi no me engañas!

Mark quiso regresar con la intención de golpearle de nuevo, pero ella le detuvo.

—No vale la pena, Mark —Karla le puso la mano sobre su brazo—. Déjalo ya le diste su merecido. 

Él solo asintió con la cabeza, y puso la mano sobre la suya un poco más pequeña. 

—¿Seguro que estás bien? —Estaba todavía un poco dudoso. 

—Sí, lo estoy —le dio una media sonrisa—. Esto es algo que pasa todo el tiempo.

—¡¿Qué?! —preguntó él un poco incrédulo, y sacudiendo la cabeza continuó— ¿Quieres decir que estás acostumbrada a esto?

—¡No! —exclamó Karla.

—Entonces explícate —De manera posesiva la tomó por el codo, y en ese momento ambos sintieron una descarga eléctrica que atravesaba su cuerpo.

—¿Qué quieres que te explique? —ella encogió los hombros, como insinuando lo obvio.

—¡¿Ese tipejo es tu novio?! —Mark por un momento se sintió tonto por intervenir en una pelea de novios. Estaba seguro que si la respuesta era afirmativa, entonces lo justificaría y él quedaría como un completo entrometido. 

—¡Por Cristo, Mark! —expresó Karla, poniéndose una mano sobre el pecho. 

—¿Qué significa él en tu vida? Que cree que tiene derecho a maltratarte —De nuevo Mark apretó los dientes. Al pensar  en la posibilidad de que si él no hubiera llegado a tiempo, ese imbécil pudo muy bien haberle hecho un daño terrible.

—Klaus es hijo de la esposa de mi padre —Karla se aclaró la garganta para continuar:— Desafortunadamente su madre no está muy bien de salud, y hasta ahora sigue viviendo en casa.  

—Vamos te sacaré de aquí —le informó él abriendo la puerta del vehículo.

—¡Te lo juro, grandulón! —gritó el hombre tirado en el suelo—. Esto no se quedará así.