Al día siguiente mi hermana y Gala aún no se levantan por lo que desayuno solo, salgo de mi casa y me dirijo a la oficina a unas tres cuadras de esta alcanzó a ver a mi asistente, quien por su semblante parece que va discutiendo consigo misma, al parecer después de todo, teme enfrentarse a mí lo cual me hace sonreír, no sabe lo que le espera.
Yildiz
—Hola Yildiz el jefe llego hace como 10 minutos. —Me informa Anne en cuanto me encuentro frente a ella, miro mi reloj pensando que tal vez se me hizo tarde, sin embargo, al parecer el diablo llego desde antes para atormentarme—. ¿Por qué saliste corriendo ayer?
—¡Ay, Anne! Creo que ahora si ya me va a despedir, discutimos ayer mientras bajábamos, lo hice enojar tanto que golpeo una de las paredes del ascensor y en cuanto vi la oportunidad de huir la tomé, ya me voy, espero que ya no siga tan molesto como ayer. —Nos despedimos y ella me desea suerte, cosa de la cual estoy segura carezco ya que estar con él es como estar en mi propio infierno personal.
En cuanto llego a mi lugar acomodo las cosas en mi lugar y prendo mi computador, luego saco valor de donde se pueda y toco la puerta de mi jefe, después de unos segundos me permite pasar.
—¡Buenos días, jefe! ¿Se le ofrece algo? —Trato de sonar lo más amigable que puedo.
—¡Buenos días, señorita Prati!; sí tráigame un café y también necesito que arregle todos esos archivos que se encuentran en ese estante. —Dicho esto me sonríe lo cual me deja clavada en mi lugar, nunca lo he visto sonreír así, esto me provoca escalofríos ¿Acaso no está enojado por lo de ayer?
—Claro en seguida se lo traigo. —Respondo en cuanto me recupero de la impresión, salgo de su oficina y sin perder tiempo le llevo su café.
—¿Hoy si estaba funcionando la cafetera? —Pregunta en cuanto le dejo su café.
—La prendí desde que llegue, bien comenzaré con esos archivos. —Me acerco donde me indico y me llevo algunas carpetas a mi escritorio, por un momento pensé que sería bastante fácil, sin embargo, me ha puesto tanto trabajo que aún no logro terminar ni con los archivos, así como arreglar sus juntas de mañana, los pendientes de ayer y más cosas que se van sumando a lo largo del día, cuando la jornada llega a su fin estoy agotada, nunca había tenido tanto trabajo ni siquiera cuando él estuvo fuera.
Los siguientes días son igual de pesados, tanto así que apenas y me da tiempo de ir a comer y por extraño que parezca mi jefe ha estado bastante contento, lo cual me da un poco en que pensar, mientras sigo trabajando escucho como alguien sale del ascensor, levanto la mirada y me encuentro de frente con Dasha la hermana de mi jefe, en cuanto me ve se abalanza sobre mí dándome un beso en la mejilla y un pequeño abrazo.
—¡Yildiz!, que alegría volver a verte —Igual que la primera vez lleva el cochecito, pero al parecer la hija de mi jefe está dormida.
—¡Buenas tardes, señorita Romanov! En un momento le aviso a mi jefe que lo está esperando.
—Dime Dasha, no me molesta para nada, no soy como el gruñón de mi hermano, por cierto ¿Cómo se ha portado estos días, no te regaño por escucharte decirle diablo? —Trago fuerte ante su pregunta.
—¿Cómo sabe eso?
—Él me lo contó, estaba bastante molesto tanto así que por un momento pensé que te iba a despedir, lo bueno es que no lo hizo. —Ella es muy diferente a su hermano, la verdad es que está mujer me agrada bastante—. Te ves bastante cansada.
—He tenido mucho trabajo todos estos días, tanto que apenas y me da tiempo de salir a comer y en cuanto llego a mi casa lo único que deseo es dormir.
—Esa es su venganza por lo que te escucho decir. —La miro extrañada a lo que se explica—. Cuando estábamos pequeños y cometíamos alguna falta mi abuelo nos castigaba dejándonos demasiado trabajo, así que es lo que está haciendo contigo, a mí también me obligo a no salir de fiesta y solo tengo que cuidar de Gala. —Comenta en tono triste.
—Es un vil…
—¿Demonio? Lo sé. —Comenzamos a reír—. Se le pasará pronto, es que ese día también Gala lo llamo “diablo”. —No aguantamos la risa y comenzamos a reír más fuerte hasta que nos vemos interrumpidas por mi jefe, quien nos mira con cara de pocos amigos.
—Si ya termino su trabajo como para darle tiempo de estar chismorreando con mi hermana, puede continuar con las carpetas que aún están dentro de mi oficina. —Le frunzo el ceño y cuando estoy por responderle, se me adelanta su hermana.
—¡Ya basta Leonid!, pobre de tu asistente, además de aguantar tu mal humor la estas sobre explotando, vamos adentro que tu hija quería verte, Yildiz podrías traernos un café por favor. —Me pide esta amablemente.
Me dirijo a la pequeña salita donde se encuentra la cafetera y estoy hecha una furia, así que esta es su venganza, ya verá cómo me voy a desquitar de él, tomo la bandeja con sus tazas, en cuanto estoy frente a su oficina toco y me permiten pasar, veo que mi jefe está cargando a su hija quien en cuanto me ve se emociona tanto que suelta un pequeño chillido de excitación. Les dejo sus tazas y Gala por su parte intenta hacer todo lo posible porque yo la cargue.
—¿Podría cargarla un rato por favor? —Pregunta el diablo, mientras su hija está cada vez más inquieta, le lanzo una sonrisa radiante y antes de responder miro mi reloj.
—Lo siento, pero ya es mi hora de comer y como se dará cuenta tengo tanto trabajo que me es casi imposible salir a comer. —Me doy la vuelta y le cierro la puerta, tomo mis cosas y antes de que me llame para suplicarme que cuide de su hija, quien en este momento llora con toda la fuerza de sus pequeños pulmones me bajo por las escaleras para que no me encuentre en el pasillo, la verdad es que me siento un poco mal, la pobre de Gala no tiene la culpa, pero eso le enseñará a que no debe desquitarse poniéndome trabajo de más.
Después de mi comida la cual, por cierto, saboreo con tanta lentitud regreso a la oficina, en cuanto llego a mi escritorio ya me está esperando mi jefe con una mirada maligna la cual, a decir verdad, no me augura nada bueno.
—¿Por qué fue tan cruel con Gala? Se quedó dormida de tanto llamarla.
—¿Y usted por qué fue tan cruel conmigo dejándome demasiado trabajo? Además, yo no soy la madre de su hija no tengo porque cuidarla, solo soy su asistente.
—Eso era para que aprendiera a respetarme, pero veo que no sirvió de nada, sigue igual de insolente que siempre, ya no es necesario que arregle las carpetas de mi oficina. —Cuando dice esto siento que me arrojan un balde de agua fría, ahora si ya me va a despedir—. Solo hará su trabajo habitual. —Se da la vuelta y entra a su oficina dejándome como una tonta, después de un momento de procesar todo lo que sucedió tomo asiento y me siento agradecida de que no haya pasado a mayores.