- La próxima vez, toca la puerta. – Su voz era extremadamente fría causando que la joven temblara levemente antes de asentir frenéticamente con su cabeza. - ¿Qué quieres?
- Llegaron los dos sirvientes de la Casa del Conde que trabajaran para su hijo. – Informo antes de tragar un poco de su saliva. – Además, se acerca la hora de la cena... Sus concubinos deben prepararse.
Ortswan era conocedora de eso último, sin decir más nada se alejó del joven espadachín empezando a caminar en dirección a la puerta. Sin embargo, sus acciones fueron interrumpidas por un agarre en su mano izquierda, la mano contraria se sentía áspera pero era caliente al mismo tiempo, Olivia observo aquel agarre antes de subir la mirada para encontrarse con los una mirada gris y una sonrisa brillante.
- Déjame escoltarte hasta el Palacio Principal. – La sombra de una sonrisa apareció sobre los labios rojos de la mujer, quien asintió tranquilamente con la cabeza. Sin embargo, sus planes se vieron alterados por el albino quien se apresuro a decir que también deseaba ir causando que el joven de ojos grises tuviera una gota de sudor sobre su frente. – Esta bien, puedes venir ambos pero las sirvientes deberán dejar sus cosas preparadas mientras tanto ustedes regresan al Palacio de Jade.
- ¡Si mi señora! – Dijeron al unísono los sirvientes presentes.
Salieron juntos de la habitacion para posteriormente salir del palacio, los tres empezaron a caminar en dirección al Palacio Imperial, el sonido de las cigarras del jardín que conectaba los dos lugares era el único eco que interrumpía el silencio. Adonis suspiro antes de armarse de valor para realizar la siguiente sugerencia a su pareja con la esperanza que no fueran tomado a mal sus palabras.
- Olivia...
- ¿Hmmm?
- Creo que deberías de visitar al Astrónomo Imperial. – Después de la mención de ese nombre la Emperatriz dejo de caminar e incluso su semblante se oscureció preocupando al joven de orejas puntiagudas.
- ¿Su majestad, se encuentra bien? – Cuestiono acunando su rostro entre sus manos. Lefevrè se había percatado que la mención del astrónomo era algo que causaba que la joven se sintiera mal
- ¿Por qué...? – Ortswan no deseo terminar la pregunta, pero era fácil comprender las siguientes palabras.
Los astrónomos estudian la física del universo, investigan las estrellas, los planetas, los cuerpos celestes, no obstante, los astrónomos del Impero de Impure también estaban encargados de estudiar las fluctuaciones de mana existente en el universo intangible para que los magos lograran mejorar sus habilidades incluyendo su situación de salud física o mental. El astrónomo imperial, era una de las figuras de con mayor influencia dentro de la sociedad, se encontraba por debajo del Emperador así como el representante de la Iglesia. Su trabajo principal era predecir los acontecimientos del cielo, crear oportunidades a través de la fluctuaciones de mana, configurar nuevos hechizos de alto nivel y servir de comunicación entre el Reino de los Cielos y el Reino mortal.
- Olivia, el trabajo del astrónomo Imperal es cuidar a la familia real e incluso cuando la medicina moderna es incapaz de curar un mal, Dostoyesvsky mediante las respuestas del cielo cura aquellas enfermedades que parecen imposibles. – La Emperatriz sabia que tenia razón, varias veces había observado al astrónomo curar a su padre cuando aparecía una enfermedad que causaba que su cuerpo pareciera más viejo*, aun así, la joven de ojos negros prefería evitarlo. – Cavendeshi así como este idiota. – Dijo mientras alejaba al albino de la joven, Alexander se quejo por el insulto. – Amor... Me parte el corazón ver que tres veces al día toces sangre sin razón aparente, desearía poder aniquilar al responsable de tu malestar con mis propias manos. - Adonis apretó sus manos hasta que los nudillos se volvieran blancos. - Pero... desgraciadamente, no puedo.
- Su cuerpo en estos momentos esta manteniendo un hechizo de gran envergadura. – La voz del semihumano interrumpió la conversación, sus ojos verde y marrón demostraban su seriedad e incluso mantenía una mirada un poco molesta con sus cejas fruncidas. – Aunque te sientas un poco mejor ahora, es inevitable el rebote mágico por la cantidad de magia que estas usando. Tu cuerpo se encuentra débil en estos momentos ¿Crees poder soportar el siguiente rebote?
- Si. – Dijo de manera tajante antes seguir caminando pasando de largo de ambos jovenes. – No es necesario que me acompañen al Palacio Imperial, regresen a cambiarse.
- Pero... – Las palabras de Aelaxander se quedaron a la mitad
- ¡Es una orden! – Su voz sonaba más fría de lo normal, Adonis apretó sus puños con más fuerza, estaba frustrado por la terquedad de la mujer que adoraba mientras la observaba marchar por el jardín.
Andrade amaba de manera sincera a la Emperatriz, la había amado desde el primer momento donde sus ojos grises distinguieron su belleza, no obstante, por esa razón detestaba cuando dejaba su salud en ultimo lugar, así como desviaba sus discusiones a través de la cadena de mando.
- Su cuerpo no soportara un rebote de ese hechizo. – Lefevrè comento en voz alta, causando que el joven de mirada gris lo observada. El joven de cabello blanco paso sus manos sobre sus labios dejando ver sus anillos elaborados con hojas que demostraban el rango de su magia de hada. – Su cuerpo esta cerca de llegar al limite de sus habilidades. - No puedo creer que te preguntare esto, pero... - Adonis aumento la fuerza que usaba para apretar sus puños antes de dar una profunda respiración y dejar de ejercer fuerza sobre su propia piel. - ¿Qué sugieres hacer?
De alguna manera, llevarían a Olivia con Sirius Dostoyesvsky.
(...)
Palacio Principal.
del Emperador.
Olivia dejo escapar un profundo suspiro antes de retirar su bata de baño para adentrarse en la bañera recién preparada por sus sirvientas. Sus pies descalzos tocaron el agua causando pequeños escalofríos que no pasaron desapercibidos para Wren*, la dama de compañía de más confianza de la Emperatriz. La joven de cabellos rojizos se acercó a recoger la bata de baño mientras Ortswan se adentraba por completo en la bañera con petalos de rosa.
Un silencio incomodo se instauro entre ambas, Wren se acercó con una esponja para empezar a tallar con cuidado los brazos de la mujer.
- Luces cansada. – La voz amable de la mayor de los Andrade causo que la Emperatriz abriera sus ojos. Olivia giro el rostro para observarla antes de asentir levemente con su cabeza, en realidad, su cuerpo estaba agotado. – Majestad, usted necesita descansar.
- El día de hoy descanse. – Se apresuró a señalar antes de ladear la cabeza a la derecha y volver a cerrar sus ojos.
- Descansar en todos los sentidos, mientras estaba con sus concubinos aun estaba pensando en mantener la barrera magia en la Biblioteca Imperial. – La joven de ojos oscuros abrió sus labios para contestar pero rápidamente los volvió a cerrar, en el fondo sabía que era verdad. – Su mente estaba lejos del estrés pero su cuerpo continuaba distribuyendo su mana.
- No tengo otra opción, Wren – Las palabras salieron como un suave susurro casi inaudible, su tono de voz era quebradizo. – El objeto divino descontrolado es un peligro para todos los presentes en el Palacio, debe de ser sellado para evitar daños posibles.
- Entonces, ¿Los daños a su propio cuerpo serian...? – Cuestiono la joven antes de comenzar a verter agua caliente sobre su cuerpo mientras la espalda blanquecina de la joven se deslizaba. - ¿Daño colateral?
- Si, podríamos verlo de esa manera. - Olivia volvio a abrir sus ojos mientras un semblante deprimido aparecía en su rostro
- Mi señora, no debería de restarle importancia a los daños de su cuerpo. – Wren arrugo sus cejas, su mirada desaprobatoria ocasiono que la joven de cabello rizado negara y volviera a girar su rostro al frente para evitar observarla. – Aunque crea que su cuerpo es capaz de resistir todo lo que ordene su mente eso...
- El único límite del cuerpo es la mente. – La voz fría aunque quebradiza de la Emperatriz causo que la pelirroja dejara de hablar. El dedo índice de Olivia toco su cien con calma. – Todo radica de este lugar, la mente humana... Cuando deja de funcionar adecuadamente las capacidades de raciocinio disminuyen, las decisiones se vuelven erráticas y el cuerpo inútil. Una mente fuerte, es un cuerpo fuerte.
- ¿En caso de tener fiebre, le daría la orden a su cuerpo de levantarse para seguir luchando? – Ortswan asintió como respuesta causando que la Dama de Compañía negara con la cabeza.
La emperatriz era una mujer obstinada, era imposible intentar hacer que cambiara de opinión. La joven de ojos avellana deicidio dejar la conversación por los momentos, esperaba en secreto que los Dioses lograran hacer que se percatara de su error en algún momento puesto que ella no podía hacer mas nada por ella.
- ¿Por qué...? – Aunque la pregunta estuviera incompleta, la Emperatriz logro entender a que se refería.
¿Por qué se niega a ver al Astrónomo Imperial? Sirius tiene la habilidad única de curar cualquier enfermedad.
Si bien sonara ilógico, Ortswan tampoco conocía a ciencia cierta la verdadera respuesta a esa interrogante, la fémina sentía emociones encontradas cuando mencionaban a Sirius Dostoyesvsky. Su corazón se aceleraba dentro de su pecho, sus pupilas se delataban, sus mejillas amenazaban de manera constante con sonrojarse e incluso un nerviosismo sin fundamentos aparecía sobre su cuerpo, aunque, al mismo tiempo una profunda tristeza acompañada de una oleada de dolor golpeaban su cuerpo con intensidad e inclusive existían unas ganas de llorar sin razón.
Esas emociones eran fuertes ocasionando que su mente se encontrara confundida.
Su corazón deseaba verlo, pero al mismo tiempo parecía desear que el hombre estuviera lo más lejos de su vista.
La mención del hombre lograba perturbar su mente por completo aunque intentara examinar a profundidad la razón parecía más inexplicable.
- Hmm. – Esa fue la única respuesta que pudo dar, Ortswan se sentía más desganada que antes, mordió su labio inferior con la vista perdida en una de las paredes. - Wren, déjame sola.
- De acuerdo... - La joven pelirroja se levantó.
- Informa que cenare en mi habitación esta noche. - Agrego antes de volver a guardar silencio.
La joven de ojos avellana con ligeros toques grises asintió con la cabeza, realizo una profunda reverencia ante la Emperatriz para posteriormente marcharse. El silencio reino la sala de baño mientras la joven intentaba controlar su respiración en un pequeño intento de calmar su mente caótica, llevo una de sus manos hasta su frente antes de dejar escapar un profundo mientras se cuestionaba constantemente sus reacciones pasadas ante la mención del hombre.
- Es inútil seguir pensando en mis reacciones pasadas. – Se dijo a si misma antes de colocar una mano sobre su pecho sintiéndolo subir y bajar al ritmo del ejercicio de respiración. – No puedo cambiarlas de todas maneras.
Esa tormenta de emociones contradictorias parecí haberse culminado después de esas palabras.
Ortswan continuo lavando su cuerpo hasta que sus dedos empezaron a arrugarse causando que saliera del agua. Sus pies descalzos tocaron las frías baldosas causando que un escalofrió recorriera su cuerpo, alcanzo su bata de baño para ponérsela y empezar a caminar hasta su habitación donde descansaba una pijama cómoda pero abrigadora al mismo tiempo. La fémina se vistió con tranquilidad antes de sentarse sobre su tocador, coloco ambos codos encima de la mesa antes de verse detenidamente a través del espejo, su piel parecía más pálida de lo normal, sus ojos se mostraban cansados e inclusos debajo de los mismos existían ligeras ojeras oscuras ocasionadas que un ligero gruñido escapara de sus labios.
Se veía terrible.
Ortswan cerro sus ojos mientras sentía escalofríos recorrer su cuerpo, un olor a sangre recién derramada golpeo su nariz causando que se colocara de pie de manera rápida tirando el banco donde estaba sentada, giro sobre sus talones para distinguir la habitación solitaria mientras con una mirada calculadora intentaba buscar la fuente de aquel olor. La joven de ojos oscuros maldijo entre dientes antes de sentir una mano agarrando su tobillo derecho, sin poder evitarlo trago un poco de su propia saliva antes de bajar la vista para observar una mano ensangrentada que sujetaba con firmeza esa parte de su cuerpo. Ella pataleo con fuerza intentando alejar la mano, no obstante, la mano ensangrentada empezaba a subir por su cuerpo sin importarle los movimientos bruscos de la Emperatriz que lentamente empezaba a inquietarse por la presencia desconocida que intentaba aferrarse a su cuerpo.
Olivia respiro de manera profunda, sujeto el aire en sus pulmones unos cuantos segundos antes de soltarlo, sus labios rojos se entreabrió para hablar con la presencia pero la misma desapareció en ese instante.
Apresuradamente Ortswan movió su bata de baño para observar su rodilla izquierda buscando indicios sobre la presencia extraña, sin embargo, no existían tales indicios. La joven Emperatriz del Imperio de Impure recargo su peso colocándose de espaldas a su tocador mientras su mano derecha sobaba el puente de su nariz desconcertada por los acontecimientos recientes, diversas preguntas estaban invadiendo su mente generando que un dolor de cabeza empezara a aparecer, una maldición se escapó de sus labios al mismo tiempo que decía de manera fuerte la palabra "basta" para interrumpir su tren de pensamiento.
Toc, toc.
El sonido de una persona tocando la puerta con sus nudillos llamo su atención, la joven de cabello castaño acomodo mejor su bata de baño antes de levantar la silla para posteriormente dar la autorización para que las sirvientas pudieran entrar a ayudarle a vestirse.