La Emperatriz de Impuro analizo atentamente el cuerpo del hombre que estaba realizando una reverencia ante ella.
Su cabello de color n***o era extremadamente largo que llegaba más debajo de las caderas, sus ojos eran asiáticos de un místico color violeta, su piel era de color blanco como la nieve, su nariz perfilada, la mandíbula marcada, sus hombros eran anchos dejando abierta la posibilidad que en el pasado hubiera entrenado su cuerpo arduamente. Ortswan encontró esta apariencia atractiva, el Alquimista Imperial se incorporó con tranquilidad mientras mantenía una sonrisa en su rostro. Sirius portaba las características ropas tradicionales, el Hanfu era de color blanco con ligeras tonalidades azules mientras que la parte de arriba era azul más oscuro con unas flores de cerezos bordadas en las mangas, sin embargo, en su cuello descansaba un collar de diente de algún animal causando la extrañeza del fae quien no pudo evitar preguntarle.
- ¿Qué animal ha matado para conseguir ese diente? – Alexander lo observo con una mueca en su rostro, la idea de acabar con una vida en el bosque por diversión era desagradable para él.
- ¿Quién dijo que he matado a ese animal? – La pregunta causo que el hombre de orejas puntiagudas se quedara en silencio durante unos minutos antes de realizar un pequeño puchero junto a empezar a sonrojarse por la vergüenza, no debido de precipitarse. Sin embargo, el mestizo empezaba a agradarle a Sirius. – El collar fue un regalo, el animal al cual pertenece es un ciervo de asta plateada.
- Esos ciervos dejaron de existir hace varios años, es imposible que se conserve un collar de su dentadura en buen estado cuando se está expuesto constantemente a la magia. – El Vizconde era el más escéptico a este lugar, incluso le ganaba a la mujer de cabello rubio entre esas paredes.
- Nada es imposible. – El joven de ojos violetas al momento de verlo fue capaz de darse cuenta que era uno de los pocos humanos seleccionados para tener habilidades especiales así como el mestizo con un gran nivel de ingenuidad.- Es mejor que pasemos a mi oficina para poder hablar sobre lo que han venido.
- La única razón por la que hemos venido es… -
Las palabras de la joven fueron interrumpidas por un ataque de tos obligándola a inclinarse, Adonis se apresuro a dar pequeñas palmaditas en su espalda buscando que dejara salir todo pero de sus labios salió un hilo de sangre ocasionando que todos menos el alquimista se sorprendieran. Dostoyevsky dejo salir un suspiro de sus labios, aunque era consiente que pasaría, era imposible evitar que su corazón se apretara después de ver a la joven delante de él en ese estado lamentable.
Sirius se agacho para estar a la misma altura que la Emperatriz antes de colocar una mano sobre su hombro.
- Emperatriz, escúcheme atentamente. – La mención de su titulo logro que la joven levantara ligeramente el rostro, sus ojos fríos se encontraron con los amatistas repletos de soledad, una soledad que la joven que portaba la corona comprendía perfectamente. – Respire por la nariz hinchando el abdomen, retenga el aire unos breve segundos para después toser ligeramente inclinando el tronco hacia delante como esta en estos momentos. – Sirius acerco su mano izquierda hasta la mano de la Emperatriz ocasionado que un pequeño escalofrió naciera en la columna vertebral de ambos, sin embargo, sujeto la mano contraria con mayor firmeza. – Hare el ejercicio con usted.
Ortswan decidió intentarlo aunque no tenia muchas esperanzas que funcionara e incluso la tos no le generaba molestias graves mientras no estuviera acompañada de sangre. Olivia respiro profundamente por su nariz enrojecida, al mismo tiempo que Sirius, mientras inflaba su abdomen y empezó a retener el aire dentro, levanto brevemente la vista encontrándose con el joven mestizo contando con sus dedos delante de ella para que pudiera ver el tiempo que tenía con el aire adentro de su abdomen. El acto le pareció tierno a la joven monarca causando que una sonrisa apareciera sobre sus labios, el Alquimista apretó su mano izquierda y ambos soltaron el aire que estaba en sus cuerpo para toser de manera ligera.
- ¿Se encuentra mejor? – El tono de voz del mayor del grupo era tranquila e incluso dulce, parecía casi un susurro como si tuviera temor de despertar a un niño de un hermoso sueño. Olivia asintió con su cabeza como respuesta mientras se incorporaba con la ayuda de Adonis y Paolo, sus ojos negros distinguieron la gran mancha de sangre en el suelo delante de ella. – El desgaste físico de su cuerpo es considerable.
- Es alarmante. – Corrigió el hombre de hanfu azul oscuro mientras el dueño de la torre asentía. – Su estado físico parece empeorar cada vez que sale el sol.
Las ultimas palabras del Vizconde logaron alterarlo, eso quería decir que sus habilidades mágicas eran inútiles para tratar los rebotes provocados por el objeto divino. Sirius apretó sus puños con impotencia antes de ver a la joven que era su aprendiz con severidad, Astrid trago saliva antes de retirarse rápidamente.
- Cárguenla, debemos ir a mi estudio con rapidez. – Las palabras dichas por el Alquimista Imperial eran tajantes.
- Mi Emperatriz, permítame. – El joven de ojos grises susurro en su oreja con suavidad antes de dejar un suave beso sobre su mejilla.
El líder de la Guardia Real sin mucho esfuerzo cargo a la mujer vestido n***o entre sus brazos, Sirius giro sobre sus talones para comenzar a guiar a sus visitantes a la parte más alta de la Torre donde se encontraba su oficina para poder hablar de la situación así como encontrar una solución sin interrupciones.
(….)
Sirius empujo la puerta gigante de madera antes de adentrarse en la gran habitación que parecía carecer de un techo debido a lo espaciosa que era, el joven de largos cabellos negros camino hasta pararse al lado de un mueble antes de señalarlo con su mano derecha, Andrade dejo el cuerpo de la mujer en sobre el mueble de color azul oscuro mientras los otros dos concubinos de la Emperatriz se colocaban delante de su persona atentos, sin embargo, la atención del joven fae duro unos escasos minutos porque al observar a su alrededor veía cosas nuevas ocasionando que se distrajera lo suficiente para que caminara hasta ellos.
- Es un hada curiosa. – La voz de Sirius era tranquila, parecía que no le interesaba que un mestizo revisara atentamente las repisas de su oficina e incluso comenzara a tocar las cosas. – La Emperatriz debe divertirse a su lado.
- Su inocencia es divertida. – La respuesta de Ortswan era directa, sin embargo, su voz sonaba débil ocasionado que Cavendeshi mirara atentamente a Dostoyevsky quien estaba caminando alrededor de la mujer hasta colocarse detrás de su espalada.
- Su majestad, revisare su cuerpo mediante el torrente de mana en el… - El joven escucho un ruido de afirmación, Olivia de esa manera le dijo que era innecesaria la explicación así que empezó a acumular su propio mana del color del oro blanco* mientras sentía la palma de sus manos cosquillar porque estaba reprimiendo gran parte de sus poderes. Sirius observo a los dos jóvenes delante de su persona antes de comentar un detalle adicional del proceso. – Puede causarle dolor, cuando sea insoportable debe decirme para detenerme.
- Usted solo concéntrese en lo que debe hacer. – Su respuesta dejo al hombre de cabello oscuro anonadado mientras estira sus manos a la espalda delicada de la fémina. Cuando sus manos tocaron el cuerpo contrario fue capaz de ver a Ortswan temblar de una manera sutil.
El mana de oro blanco ubicado en su espalda le permitía al mayor observar el estado del paciente mediante el torrente de mana, dicho torrente tenia una conexión directa con la sangre que recorría cada rincón del cuerpo humano así como ubicar los núcleos de energía del cuerpo. El silencio de la habitación junto con los comentarios de sorpresa del mestizo por los objetos que descubria, no fueron un impedimento para que descubriera uno de los problemas de salud de la mujer de cabello rubio.
- Tiene un problema para coagular la sangre, es un caso de hemofilia. – Sus palabras vinieron acompañadas de un silencio desgarrador e incluso el joven con heterocromia giro sobre sus talones para verlo con una mueca de sorpresa. – Usted ha estado usando una posición para ralentizar los efectos de la enfermedad, sin embargo, esta ha perdido su efecto después del desgaste de mana… ¿Quién más sabia de esto?
- ¡Adonis Andrade! – Cavendeshi giro su rostro para encarar al joven quien tenia una mano en su nuca, Adonis intento desviar su mirada pero el Vizconde sujeto su camisa con ira. - ¡Tu sabías de esto! ¿¡Le estuviste dando esa posición con tu hermana!?
- Adonis así como Wren tenían la orden de guardar silencio. – La débil voz de Olivia llamo la atención ocasionando que Paolo soltara de manera abrupta a su compañero antes de suspirar profundamente para controlar sus emociones. – Continúe. – Sin perder el tiempo la joven le ordeno al Alquimista.
- Esta enfermedad es un problema de la coagulación raro en el que la sangre no coagula como debería. – El joven levanto su vista para encontrarse con unos ojos avellana, el Vizconde parecía estar escuchándolo atentamente.- El rebote de la habilidad mágica de la Emperatriz la obliga a toser sangre, este problema ocasiona que su rebote sea más duradero y pierda sangre en exceso así como un sangrado repentino dentro del cuerpo.
- ¿Dentro del cuerpo? – Alexander pareció alarmarse camino rápidamente para estar a su lado antes de arrodillase ante ella mientras sujetaba sus manos. - ¿Sus órganos sangran?
- No. – La joven de ojos negros se apresuró a negar rápidamente antes de acariciar con ternura su cabello.
- Sus órganos están bien al igual que sus articulaciones, no ha tenido muestras de ese tipo de sangrado aun... – Les confirmo Dostoyevsky. – Esta es una enfermedad hereditaria sin embargo, no existen antecedentes… - Sus palabras fueron interrumpidas por la suave voz de la monarca.
- El príncipe Rhory tenia la misma enfermedad. – Sirius emitió un ruido pensativo antes de negar con la cabeza por olvidar ese detalle importante.
- Puedo tratar la enfermedad, tendrá que venir dos veces por semana a la torre así como disminuir el uso de mana. – La ultima palabra logro generar que la mujer emitiera un ruido molesta. – En los usuarios mágicos, el mana es como una segunda sangre, Usted uso una gran cantidad para curar a su concubino también esta usando grandes cantidades para retener el objeto divino. – Sirius alejo sus manos de la espalda contraria antes de volverlas a entrelazar en su ropa. – Necesita darle el tiempo al mana de recuperarse.
- El objeto necesita un muro de contención. – Ortswan no estaba dispuesta a arriesgar más vidas de manera innecesaria. – Son armas celestiales, pocas personas pueden verlas para esquivarlas. – La joven de voz suave intento que el hombre de ojos asiáticos pudiera comprenderla.
- Me encargare de crear un muro esta noche. – Sus palabras fueron tajantes, sin embargo, eran incapaces de evitar que la Emperatriz se detuviera, rápidamente giro su cuerpo encontrándose cara a cara con el hombre encargado de ese sector de su Palacio.
- ¿Cómo? Usted… - Ortswan era consciente que no tenia el mismo nivel de magia que su persona, es decir, incluso ella era un nivel mínimo para crear ese escudo que había instalado.
- Mis conocimientos espirituales son superiores a los de usted junto a mi nivel de mana. Mi mana también se encuentra en buen estado, la usare junto a mis conocimientos ancestrales para crearlo.– Sirius comento sin interés, un suspiro escapo de sus labios gruesos de la mujer antes de que el reanudara su caminata para terminar enfrente de la mujer de cabello rubio junto a sus parejas. – Su Majestad, debe descansar el mana de su cuerpo porque incluso tiene manchas de blog* además es necesario como tratar su enfermedad porque también estoy observando signos de anemia. –Los dos hombres parecían sorprendidos por este hecho. Alexander levanto su rostro del regazo de la mujer permitiendo ver en su rostro una mueca de tristeza. – El mestizo, puede sentir su mana tratando la anemia por eso sus síntomas apenas pueden verse… Buen trabajo.
- Gracias. – El albino le dedico una sonrisa antes de levantarse. – Señor Dostoyevsky ¿Cómo se encuentran sus nucleos vitales?*
La mirada violeta del hombre se encontró con aquella mirada bicolor donde la angustia asi como la determinación por hacer todo por ayudar a su nueva familia era evidente, Sirius fue incapaz de evitar sentir empatía por el albino debido a que conocía a la perfección aquel temor de perder algo que amabas o estar solo. Dostoyesvky coloco su mano izquierda sobre el hombro del joven de orejas puntiagudas antes de sonreír con calma por estar viéndose a si mismo en él.