Capitulo 027

2053 Words
Unos días después. La joven de cabello rizado envió a su Dama de Compañía a buscar a su hermano mayor junto a Paolo Cavendeshi para reunirlos en el salón principal del Palacio de Jade, durante su espera la Emperatriz aprovecho la ocasión para terminar de leer uno de los informes que mantenía resguardado en su dimensión especial* sobre la acusación anterior de espionaje mientras permanecía sentada en el mueble principal. Cuando Lefevrè se percato de este detalle, se acerco a su persona mientras estiraba los dedos para intentar sujetar el papel, debido a que quería bromear con ella, aunque Ortswan rápidamente desapareció los papeles regresándolos nuevamente a su lugar correspondiente. - Alto. – Ordeno mientras lo miraba, el joven ladeo la cabeza confundido por la mueca de enfado de la joven. – Alexander, cuando aparezco papeles de esta manera provienen de mi dimensión especial… Tienen un sistema de seguridad, la persona que los toque sin mi permiso es capaz de morir electrocutado dependiendo de sus intenciones. -¿Por qué coloco ese sistema? Es peligroso. – Se apresuró a decir causando que la joven suspirara antes de sonreír por la inocencia del hibrido. – Únicamente quería que descansaras un rato, estuviste trabajando desde las cinco y media de la madrugada. - Dejare de ver los papeles. – Comento antes de palmear el asiento a su lado con la mano. El joven de cabello blanco se sentó a su lado, sin previo aviso, la mujer de cabello rizado recostó su cabeza sobre sus piernas para admirar el rostro sonriente del más alto quien empezó a acariciar con ternura la frente de la Emperatriz. Olivia mantenía la sombra de una sonrisa en sus labios gruesos, en secreto disfrutaba de los pequeños mimos que estaba proporcionando el nuevo integrante de su harem. Los ojos bicolor del joven observaron los contrarios mientras adquirirá el valor suficiente para confesar las palabras que su corazón anhelaba decirle. - Olivia… - La joven emitió un ruido de afirmación. – Aunque no te agrade la idea, debes visitar la Torre Imperial. Desconozco la razón de tu desagrado pero visitarlo puede tratar la enfermedad que golpea tu cuerpo. - ¿Cómo sabes de mi enfermedad? – Aunque su voz sonaba tranquila, sus ojos demostraban su sorpresa. Durante los últimos dos años procuro mantener su enfermedad en secreto de las personas cercanas a su persona, aunque únicamente Wren así como su hermano sabían que tomaba medicina cuando empezaba a toser sangre. - Un hada tiene pleno conocimiento de las criaturas del mundo. Aunque intente disimular su malestar frente a los demás… Puedo verlo. – Olivia arrugo su nariz en señal de frustración, el joven albino sujeto su mano izquierda con delicadeza para llevar el dorso de la misma hasta sus labios dejando un suave beso. - ¿Tienes miedo de enfrentar la enfermedad? - ¿Cómo podría temerle al dolor? – Dijo alzando una de sus cejas. - ¿Entonces, por qué te niegas? – Cuestiono el hibrido. La mujer de cabello rubio permaneció en silencio durante unos minutos debido a que intentaba analizar la respuesta que conocía, sin embargo, no estaba segura de decirlo en voz alta. - Su Majestad. – Alexander soltó la mano blanquecina de la Emperatriz, lentamente acerco su rostro con la intención de besar sus labios gruesos. – No estará sola en este proceso, aunque su deseo puede ser evitar preocupar a los demás no debería negarles a las personas que la adoran el privilegio de estar a su lado en tiempos de alegría así como necesidad. - Cuando una persona es débil, suelen traicionarlo sin sentir culpa. - Esas personas jamás la apreciaron en primer lugar. – El pulgar del joven empezó a acariciar el labio inferior de la Emperatriz. – Su Majestad, las personas que rodean su entorno más cercano en este momento son capaces de dejar su vida por usted, desean compartir su alegría así como su dolor. Le suplico… No se cierre cuando esta sufriendo. - El ser humano es traicionero. – Sus ojos negros miraron de forma intensa al hombre que la acompañaba, Lefevrè conocía la traición motivada por la codicia en primera mano porque fue su víctima tiempo atrás. - Vivir una vida motivada por el miedo a la traición es solitaria.- Sus labios se acercaron más causando que su respiraciones se mezclarán.- Existen seres humanos que son incapaces de causar daño, Olivia…Encuentra a una personas con la cual no sienta temor de ser lastimada. Una persona que preferiría lesionarse a sí mismo antes que causarle daño. El paso del tiempo causo que sus respiraciones se volvieran una, sus labios empezaban a rozarse mientras el fae evitaba caer en la tentación de unirse como lo deseaba el destino. Cuando la fémina cerro sus ojos el joven hibrido coloco sus labios delgados contra los de la Emperatriz del Imperio de Impure, al momento en que sus labios chocaron ambos sintieron escalofríos recorrer su espalda. El beso era dulce e inocente debido a la falta de experiencia del mayor. Alexander estaba dispuesto a experimentar su primer beso con mayor intensidad pero sus planes fueron interrumpidos por el sonido de la puerta ocasionando que ambos se alejaran un poco para ver a las personas que los interrumpieron. Una mirada gris ligeramente enojada se centró sobre el joven de cabello similar a la nieve, en contraste con la mirada avellana de quien permanecía indiferente. - ¡Esooo! – La voz enérgica de Wren causo que su hermano gruñera, la joven de cabello rojizo fue incapaz de evitar alentar a su mejor amiga quien se levanto lentamente del regazo de joven. La menor del grupo se acercó Ortsawam ayudándola a acomodar su cabello mientras se acercaba su oreja para susurrarle. - ¿Eso quiere decir que tengo que alistar un cuarto adicional? – Olivia dio un leve asentimiento mientras su amiga se alegraba enormemente. - ¿Por qué besaste a la Emperatriz? En el rostro de Alexander se encontraba una sonrisa radiante, levanto su mano izquierda enseñando el anillo de compromiso, causando que Adonis tuviera sus labios entreabiertos por la sorpresa sobre esta nueva adquisición al Harem mientras que el joven Vizconde se encontraba preocupado por su mejor amigo en secreto. -¿Cuando paso? – Cuestiono rápidamente el joven de ojos grises quien estuvo fuera del Palacio durante un par de días para interrogar a unos mercenarios. Andrade camino hasta estar delante de su subordinado para sujetarlo por la camisa. - ¿Sabes que es un harem en primer lugar? – No espero una respuesta, su mirada observo a la mujer que se encontraba observando la escena con una sonrisa lobuna. - ¿Le explicaste? - Una familia. – La voz de Lefevrè trajo la atención de su jefe quien por inercia soltó levemente su camisa. – Es una familia que busca protegerse mutuamente así como ayudarse. - Es demasiado inocente… - Susurro Adonis antes de soltarlo. Los dos hombres intentaron de explicarle más a profundidad al hibrido el concepto debido a que ahora formaba parte del harem pero este seguía comprendiéndolo como una familia grande en perfecta armónica, en consecuencia, ambos terminaron por rendirse. La mujer de ojos oscuros carraspeo su garganta llamando la atención de los tres hombres que estaban en la habitación. - El motivo de la reunión tiene que ver con la Torre Imperial, después de meditarlo detenidamente durante unos días he aceptado ir a ver al Señor Sirius. – Dijo causando que los dos recién llegados sonrieran complacidos. El líder de la Guardia Imperial deseaba saber a que se debía el cambio de opinión pero reconoció que no era importante así que se acerco a su novia, sujeto con ternura sus mejillas antes de empezar a repartir besos por todo el rostro de la Emperatriz de ojos negros. – Wren ve a buscar la ropa tradicional, iremos los cuatro a ver al Astrónomo Imperial. - El hombre de ojos grises le ordeno con una gran felicidad a la sirvienta que era su hermana menor antes de dejar un beso sobre la frente de la joven de ojos oscuros y cabello dorado. - No tengo porque seguir tus ordenes aquí. – La joven de cabello pelirojo observo con burla a su hermano mayor quien se giro ara verla con una mirada estoica mientras Olivia intentaba evitar reírse de esta pequeña rebeldía. Sin poder evitarlo la risa de la Emperatriz lleno la habitación, era una risa genuina repleta de inocencia. Los tres hombres que estaban acompañándola no pudieron evitar sentirse enternecidos por lo que eran capaces de escuchar, Wren mantenía una sonrisa sobre sus labios antes de retirarse de la habitación en silencio con el objetivo de ir a buscar la ropa tradicional correspondiente para que pudieran irse. En cuestión de unos escasos minutos múltiples sirvientas entraron en la habitación siendo acompañadas por Wren con la ropa que debían de usar para esta clase de visitas ceremoniales. Las sirvientas instalaron un vestidor plegable delante de cada uno de los miembros del harem así como la mismísima dueña antes de obligarlos a a entrar en ellos para cambiarse. (….) La joven de cabello rubio mantenía una suave sonrisa en sus labios, entre sus dedos podía sentir el suave tacto de la tela negra con flores rosadas en las mangas. La menor de los hermanos Andrade acomodo las mangas del Hanfu* de la mayor antes de arrodillarse para acomodar los pliegues de la falda larga de un hermoso color blanco, Ortswan permanecía en silencio mientras sus concubinos terminaban de acomodar sus trajes de la misma manera que su persona. - Está terminando, Su Majestad. – La joven se levantó con cuidado del suelo, cuando estuvo delante de la Emperatriz realizo una profunda reverencia. – Luce hermosa, como si fuera una Diosa. - Si el Hanfu me queda de manera correcta es debido a ti. – La voz dulce de la mujer de ojos oscuros así como sus dulces palabras ocasionaron que la menor sonrisa de par en par.- Es momento de irnos. - Si, entre más pronto podamos ver al Señor Sirius, sabremos como tratar tu malestar. – La respuesta de Adonis fue acompañada de su caminata para llegar a su lado con la intención de tenderle la mano. La mujer de piel blanquecina diviso por unos escasos minutos la mano del hombre de mirada gris antes de sujetarla, su mano se encontraba caliente causando que se estremeciera de manera involuntaria por la diferencia de temperatura. Adonis empezó a preocuparse, mientras pasaban los minutos era capaz de ver como la mujer que adoraba comenzaba a volverse más pálida al mismo tiempo que disminuía su temperatura corporal, no obstante, no tenia intenciones de preocuparla más por lo cual intento controlar sus expresiones faciales antes de depositar un suave beso sobre el dorso de su mano. - ¿Qué tan lejos se encuentra la Torre? – Alexander cuestiono, aun no estaba completamente familiarizado con el Palacio Imperial. - Al final del Jardín Imperial, es el mejor lugar para que el maestro de la Torre pueda observar las estrellas. – Cavendeshi respondió mientras entrelazaba sus manos delante de su persona, por inercia, las mismas fueron cubiertas por las largas mangas de seda color azul oscuro. Los cuatro salieron del Palacio de Jade, caminaron en silencio simulando una procesión donde iban en pares hasta llegar a las escaleras comenzando a subir la torre uno detrás del otro. Cuando llegaron al punto más alto uno de los aprendices del Astrónomo se apresuró para abrirles la puerta y anunciarse a sus nuevos invitados. - ¡Saluden a la Emperatriz, la luz de nuestro Imperio! – Las palabras de la joven resonaron en toda la torre por la magia de amplificación de la voz. – ¡La Emperatriz ha llegado a la torre en compañía de sus parejas! - No es necesario que grites, Astrid. – Una voz gruesa pero serena sonó por todo el lugar antes de que un hombre de cabello largo apareciera con una máscara dorada cubriendo todo su rostro menos sus ojos violetas que tenían un brillo místico. – Las estrellas dijeron que nuestra señora vendría el día de hoy. – El desconocido realizo una profunda reverencia para demostrar sus respetos. – Es un honor tener a la Emperatriz en la torre, mi nombre es Sirius Dostoyevsky.
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