Un silencio magistral se hizo presente entre los dos amigos. Era claro para Alan que su amigo Hermes sufría de una infección común, “el amor” siendo así, no trataría de meter el dedo en la llaga de su amigo, así que dijo:
— Lo siento por hablarte asi, sin embargo, aunque no cuento con la suficiente experiencia, puedo escucharte si quieres hablar al respecto.
Hermes se levantó, dio unos pasos en círculos y dijo lo siguiente sorprendiendo a Alan.
— No puedo ni respirar bien sabiendo que ella está al otro lado sonriéndose con ese mequetrefe —Alan se rió, no porque quisiera burlarse de su amigo, sino porque para Hermes, Alves Dun era el mejor pintor que conocía, pero resultaba que ahora tenía un concepto bajo por el.
— ¡Espera! —dijo todavía tratando de controlar su risa nerviosa.
— Creí
