Hermes miró a la señora Tina quien le daba los papeles listos ya firmados por la misma Ashley.
Sintiendo que a ella no le importaba él, en un arranque de ira tomó los documentos y empezó a leer, rápido se dió cuenta que la mujer se iba con las manos vacías, volvió a ver a la señora Tina Lewis y expresó su descontento.
—¿Que pasa, porque Ashley no quiere nada de mi dinero? Le puedo indemnizar con la mansión en Miami, o la casa de verano en Italia.
—Ashley no quiere nada de ti —inquirió Tina. Asombradas tanto la hermana como la madre de Hermes, gritaron al unísono.
—¡Ashley se cree muy digna! ¿No? ¿Acaso ella se cree que es de la alta clase ? — gritó Vilma.
Ella siempre molestó a Ashley quien ya ni estaba presente.
— ¿Y tu hermano, porque ofreces nuestro patrimonio a esa mujer sin nombre? —reprochó Valeria quien en verdad parecía no tener educación.
—No conoces a la mujer a quien criticas, ¿porque pienso que lo único que te funciona es la lengua? —vociferó Tina a las dos mujeres Liverpool.
Por supuesto eso hizo enojar a la elegante señora Vilma Liverpool.
—Tu cállate, tú no eres nadie —le gritó Vilma a la señora Tina, esta última solo se rió de la madre de Hermes y dijo en tono burlón.
—Definitivamente que el dinero no compra clase, estos nuevos ricos de la élite, solo tienen dinero con suerte, pero jamás estatus.
Oyendo decir eso, Vilma se sintió ofendida ella y su familia, pero Hermes dijo a Tina.
—Toma, entrega esta tarjeta dorada para Ashley, dile que todo el dinero en ella es su indemnización, deseo que sea feliz.
—No señor Liverpool, déjame entregarte más bien la tarjeta que entregaste a Ashley después de casarse, ella nunca ocupó esa tarjeta, en ningún momento, sin embargo te lo devuelve intacto, toma —dijo abriendo la mano del hombre y depositando en la palma de su mano la tarjeta negra que le había entregado a Ashley.
—¿Porque? —preguntó Hermes —el dinero que está en la tarjeta negra era para ella, era por todo lo que no pude dar de mi —lo dijo en tono culpable.
Vilma no sabía nada de que Hermes le había dado una tarjeta ilimitado, sino hace rato se lo hubiera despojado a Ashley.
—¿Porque le das esas tarjetas —gritó Vilma —, ¿ella se lo merece acaso?, ella no es de nuestra misma clase social, hijo.
—¿Porque sigues aquí? —preguntó molesto el hombre mirando a su madre y a su hermana.
Muy resentida Vilma se acercó a su hijo y se echó unas lágrimas, las de la manipulación, ella sabía que a Hermes no le gustaba ver llorar. Y este era un buen momento para hacer drama.
Aunque esta vez su plan estaba lejos de salirse bien.
—¡Te pido, mamá que no interfieras, esta es mi vida, y este asunto de la separación me compete solo a mi y a Ashley!
—Actúan como un par de mujeres sin educación.
—¡Vayan de compras, es lo que saben hacer bien.
Vilma que siempre había sido rencorosa, decidió que se vengaría de este insulto, su hijastro Hermes pagaría en el futuro esta vergüenza.
Hermes no conocía los verdaderos pensamientos de Vilma, había sido criado por ella, pero siempre fue educado por su abuelo Apolo.
El padre de Hermes no levantó cabeza después de contraer matrimonio con Vilma, pues su padre siempre reprochó esta acción, aunque el tiempo pondría las cosas en su lugar.
Drásticamente el padre de Hermes fallecería y posteriormente el abuelo, dejando a Hermes a cargo de todo siendo muy joven.
Hermes, tuvo que moldearse a su nueva realidad convirtiéndose en un hombre distante y solitario, presto a los negocios, y siendo un genio en la tecnología creciente, no tuvo vida social.
Vilma y Valeria decidieron irse, pero en realidad solo hicieron el gesto de irse. Siguieron de cerca vigilando a Hermes, ambas mujeres parecían garrapatas pegadas al pobre hombre.
Hermes se volvió hacia la señora Lewis y dijo: —Quisiera ver a mi esposa, ¿Se puede? —Hermes parecía no desear un fin a su unión con Ashley.
—No quiero divorciarme así de esa terca mujer —se quejó Hermes, ojeando los papeles de divorcio.
—Al menos quiero hablar con Ashley, que ella me diga en mi cara que ya no quiere seguir casada conmigo —exigió Hermes.
Parecía que a Hermes le gustaba estar casado, pensó Tina observándolo. El tenía el rostro pálido, parecía estar enfermo.
Por el auricular, Ashley escuchó esas palabras de Hermes, quería llorar, pero se contuvo. Ella se dijo en silencio para sí misma.
“Estuve dos años ante sus ojos, él nunca me miró, ¿porqué ahora parece querer retenerme?”
El señor Ronald miró a Ashley por el rabillo del ojo, no quería cuestionar a su nieta, quería que su estancia con los Liverpool fuera borrado de la mente de Ashley.
Tampoco quiso preguntar acerca de su vida íntima, a menos que ella quisiera hablarle al respecto.
—Abuelo, quiero irme a terminar un post grado en Londres, quizás esa distancia me ayude a despejar mi mente.
El abuelo no estaba de acuerdo, había pasado dos años en los que Ashley no los había contactado, porque ella así lo había pedido, y él respetaba su decisión, pero ahora, ¿irse lejos? ¿Porqué?
—Ash querida, no me gustaría que te fueras, ya has estado fuera de casa por mucho tiempo —le reclamó su anciano abuelo.
En la estación de policía, Hermes aún inquieto caminaba de un extremo al otro, quienes miraban a Hermes muy embobadas, eran las chicas oficiales y la misma capitán.
La señora Lewis ya estaba algo irritada, veía patético la actitud de Hermes. Sabía por Ashley que Hermes no la trató como a su verdadera esposa.
—¡Vamos. Firma el divorcio y ya! —Hermes se acercó a Tina y dijo:
—No lo haré, si quieres que lo haga, trae a Ashley ante mi.
—En todo caso, es suficiente que se lleve a cabo un divorcio con solo la solicitud de una de las dos partes —dicho eso, Tina dio la vuelta y salió de la habitación. Hermes quedó perplejo.
El tenía los documentos en la mano, los miró de nuevo y los firmó.
Al subirse en su auto, se conectó con su asistente Morris, le ordenó encontrar a Ashley. Sentía cierto recelo hacía la mujer.
Después de casi dos horas buscando en los posibles lugares donde ella podía estar, Hermes finalmente llamó impaciente a su asistente, este dijo en tono crítico.
—No he podido dar con ella —Hermes estaba pensando en como podía alguien como su esposa desaparecerse.
Fue entonces que se acordó que ella tenía una tía, rápido buscó dar con su paradero.
Esto hizo darse cuenta que él nunca se había interesado en saber nada de la mujer que estuvo a su lado por dos largos años. Se sintió culpable y avergonzado de su actitud.
Al tratar de encontrar a la tía de su esposa, también encontró a una pared, no entendía porque no podía dar con una pobre viuda.
Se dió cuenta que nada se sabía de su esposa ni de la supuesta tía tampoco.
Los días pasaron y pareció que la tierra se había tragado a Ashley y a su única tía, haciendo que poco a poco la tranquilidad de Hermes terminara.
Pasaron varias semanas, hasta que en una subasta en la que Hermes fuera invitado, se encontrara de nuevo con la señora Tina Lewis.
Al verlo, Tina lo ignoró por completo, lo que lo dejara sorprendido, Hermes quería preguntar sobre “ella” en especial, pero vió como la señora Tina lo tratara de forma indiferente.
Tina había llegado en un auto de lujo, la señora se veía elegante y se miraba a primera vista que era perteneciente de la alta sociedad, o simplemente sabia como aparentar muy bien lo que no era y engañar con naturalidad.
Hermes se acercó sigilosamente a Tina y le habló.
—Señora Lewis, quiero hablar con usted —dijo a secas. Como fuera ignorado cortésmente, él preguntó directamente por Ashley.
— ¿Podría decirme el paradero de mi esposa y su tía?
—¿Cómo? —dijo Tina arrugando la nariz.
—¿Estuviste casado con la señorita Ashley por tanto tiempo y sin embargo no sabes dónde puedes encontrar a su tía? Esto es realmente vergonzoso —
Tina moviendo la cabeza en negación con ira.
—Mejor me voy. No me sigas —ordenó.
Antes de dar la vuelta para alejarse de Hermes, Tina dijo:
—Ah, por cierto, tú y Ash ya no son mas esposos.
De inmediato el rostro de Hermes se puso pálido como si su sangre fuera succionado de su cuerpo.
Perplejo de su propia incomodidad, Hermes pensó que todo esto que sentía, era porque se sentía culpable por no dedicar mas tiempo a Ashley cuando fue su esposa.