Se aparecía en cada sueño, en cada pensamiento, era increíble lo falta que le hacía, Guillermo se había convertido en su gran amor que ahora padecía de insomnio.
― Bien hecho, ahora tu falta de sueño se llama Guillermo Altamirano, tienes que olvidarlo, Salomé tienes que olvidarlo que amarlo no te hace nada bien ― dijo Salomé por dentro tratando de ya no llorar más por él.
Por lo que sin más se decide a leer un libro para tratar de matar el aburrimiento que estaba pasando a causa del vuelo, sin embargo, Jade fue emocionada a la empresa, pues su amiga Salomé ya estaba en camino en llegar Hong Kong a iniciar una nueva vida.
― ¿Qué sucede porque estás tan emocionada? ― pregunto Ricardo mirando a su novia feliz.
― Mi mejor amiga vendrá Salomé vendrá a Hong Kong ― respondió Jade emocionado sin saber que Aarón estaba escuchando todo quedándose completamente paralizado.
― ¿Qué dices? ― hablo Aarón un tanto confundido. ― ¿Salomé vendrá? ― preguntaba un tanto desconcertado e intrigado.
― Si como sabes de ella ― hablo Jade confundido, pues no entendía por qué Aarón sabía tanto de Salomé.
― No tengo por qué darle explicaciones ― dijo Aarón un tanto molesto, pues odiaba darle explicaciones a la gente yéndose a su oficina, dejando a Jade confundido e intrigada.
Pues no entendía como era que conocía a su amiga, como era que sabía de ella si jamás en la vida la había conocido, pero lo que no sabía era que en realidad Aarón sí se encontró con ella y si la conoció dejándolo hechizado como una especie de brujería por lo que Ricardo fue detrás de él para saber qué estaba pasando el porqué él reaccionó de esa forma.
― ¿Se puede saber por qué reaccionaste de esa forma? ― pregunto Ricardo un tanto desconcertado.
― Reaccionar como ― dijo Aarón haciéndose el desatendido.
― No te hagas el desatendido de un momento a otro cambiaste cuando nombraron a Salomé ― respondió Ricardo haciendo que Aarón echara su cabeza hacia atrás.
― Solo a ti te puedo contar todo ― le dijo Aarón dando un largo suspiro. ― Esa mujer el cual me incomoda es la mujer que vi ese día en España bajo la lluvia ― hablo Aarón recordando ese día que la encontró. ― Desde aquel día no la puedo sacar de mi cabeza su cabello mojado, su cara, su cuerpo que parece que es tallado por los mismos ángeles ― hablo Aarón haciendo sonreír a Ricardo.
― Yo sé lo que te pasa que estás enamorando de Salomé ― le respondió Ricardo sonriendo pícaramente. ― Ahora que ella va a venir a Hong Kong, puedes conquistarla ― respondió Ricardo haciendo que Aarón negara con la cabeza.
― Por favor apenas nos conocemos como pretendes que la enamore ― respondió Aarón negando con la cabeza.
― Te lo dejo a tu criterio ― hablo Ricardo dándole una palmada en el hombro a su amigo.
Sin embargo, Guillermo creía sentirse morir ante la desaparición de Salomé, su esposa la trataba de buscar por todos los medios, pero ella no aparecía llorando desconsoladamente, lamentándose por haber hecho un documento que dictaba su matrimonio por contrato.
Él pensaba en ella maldecía a cada instante, en estar en silla de ruedas que no le permitía buscarla el mismo, los llantos de la niña lo desconcertaba tanto que estaba perdiendo la paciencia muy fácilmente.
― Maldita sea, ya callen a esa niña ― gritaba Guillermo furioso. ― ¡Este no hay nadie en esta maldita casa! ― gritaba Guillermo desesperado al ver que no aparecía nadie, por lo que María fue a ver a la niña. ― Hazte cargo de esa niña si no quieres que te despida ― respondió Guillermo, sacando de nuevo su mal carácter y su mal genio.
Pues la vida de nuevo le estaba jugando una mala pasada, le dolía tanto que Salomé no estuviera que de nueva cuenta se estaba perdiendo, estaba a punto de subir la rampa cuando de pronto tocan la puerta yendo con la niña a abrir aquella puerta.
― ¿Está el señor Altamirano? ― respondió Rafael furioso, pues descubrió como se encontraba su hija.
― ¿Quién lo busca? ― pregunto María tratando de calmar a la niña que lloraba, pues ella le hacía falta Salomé, ya que la veía como su mamá.
― El padre de Salomé ― respondió Rafael furioso, por lo que María decide hablarle a su jefe cuando Guillermo aparece.
― María déjanos a solas ― le respondió Guillermo viendo a Rafael.
Por lo que María inmediatamente se va a la cocina con la niña que estaba llorando, dejando a Guillermo y a Rafael a solas, quien a duras penas podía controlar su enojo, ya que su hija había salido lastimada, puesto que sin pensarlo le da un golpe en la cara cayendo Guillermo de espaldas levantándolo de un jalón.
― ¡Escúchame bien imbécil! Vuelves a buscar a mi hija o a lastimarla y te juro que lo pagaras con tu vida ― amenazo Rafael levantándolo con fuerza, pues no tuvo ni la más mínima comprensión de que él no podía caminar. Guillermo no decía nada, vamos, ni siquiera se defendía, pues él se sentía culpable de que su esposa se fuese, de que Salomé no apareciera. ― Ruega al cielo que mi hija aparezca porque te juro que te encerraré en la cárcel ― hablo Rafael sosteniéndolo de la camisa a Guillermo dejándolo de nuevo en la silla de ruedas.
― Tiene todo el derecho de golpearme ― respondió Guillermo de vuelta. ― Créeme que, al igual que usted quiero, que mi esposa aparezca ― hablo Guillermo dando su palabra de encontrar a Salomé.
― En cuanto ella aparezca, ella no será tu esposa ― respondió Rafael con los puños cerrados, pues quería matarlo a golpes a Guillermo por lastimar a su hija, quien ahora estaba lastimada y con el alma en un hilo a causa de esas heridas que ahora tenía en su corazón.
Rafael decide irse, estaba enojado y triste porque su hija no aparecía por ninguna parte, más bien no sabía dónde se había ido subiéndose a su carro al entrar se recarga en el volante tratando de encontrar fuerza para poder encontrar a su hija mientras que Salomé veía las fotos que tenía con la niña con Guillermo y por su puesto con su padre ese viejo que extrañaría con toda su alma, pues solo esperaba que ojalá le perdonara por haberse ido tan de pronto.