Por muy genial que parezca los cuentos y las leyendas, la realidad no es así,los seres con los que convivió Lyra, no eran amor y paz como se narraba en los cuentos y leyendas. Eran seres guerreros que buscaban ganar batallas, que amaban la naturaleza y la respetaban, esa era quizás la única verdad, porque los cuentos hablaban de personas pacificas, pero ni entre ellas lo eran, si no había conflictos, eran las personas más buenas pero en el momento que un problema asomaba, todo era gris, y no les costaba nada buscar algún problema en lo que fuera, desde una costura mal hecha a un metro más de casa entre dos hermanos, cualquier cosa les servía para llamar a la violencia.
Lyra, llego siendo el alma más pura e inocente, jamás había conocido el mal, ni el odio, ni el rencor y por mucho que la naturaleza, su madre, la estuviera entrenando para una batalla que ella sabía que tendría, jamás pensó tener que usar esas habilidades, siempre pensó que hablar le serviría, y que otros matarían por ella, no deseaba que sus manos se mancharan de sangre, pero para su desgracia las cosas no fueron así.
Una vez llegó ahí, la encerraron, era una prisionera, y no fue como pensó, no era una invitada, era una desconocida que llego con habladurías, vivió encerrada un tiempo, porque todos la temían, y era normal, una mujer bella, quizás la más bella que había visto la humanidad que de sus manos hacía salir vida y fuego, no era algo que se conociera, era algo desconocido que llenaba de gran temor a la gente, pero Lyra era quizás la que más temía, porque los maltratos fueron su alimento por unos años.
Y aunque el miedo estuviera en ella con gran rapidez consiguió el favor de los ancianos del grupo, cuando consiguió que confiaran en ella, sus habilidades curativas y entendimiento de las plantas le hacían un gran trofeo que proteger, el arma secreta que con el tiempo ayudaría a sus guardianes, a esas personas con las que convivía en sus largas conquistas.
Con el tiempo algunas mujeres empezaron con habilidades mágicas que con ayuda de la dulce joven dominaron, sin ser nunca más poderosa que ella, ellas fueron su primera familia pero la verdadera eran esos dos jóvenes que dejo atrás y su corazón lo sabía, jamás permitiéndose amar.
Tras eso viajo mucho, las brujas empezaron a crearse por todo el mundo y necesitaban asistencia para dominar sus poderes, algunas heredaban sus dones de madres o abuelas, otras los desarrollaban al ver a las ancianas, muy pocos brujos había en un primer momento, pero con el tiempo hubo más.
Varios siglos fueron necesarios para cambiar a la dulce Lyra, no fue tan fácil como con los jóvenes primordiales que rápido tuvieron que hacer muros ante ellos, con la belleza de Lyra todo lo conseguía, pero cuando todos querían algo de ella, fuera mágico o carnal, cuando la envidia de su belleza y juventud eterna llego a las mujeres y el deseo pego en los hombres, necesito protegerse, necesito dejar la dulcera que la caracterizaba y llamar a la crueldad que se escondía en ella, para proteger su pureza.
Ella por sus habilidades fue la que menos viajo, no es tan fácil educar a mujeres a usar hechizos, enseñar a controlarse y a no atacar era más sencillo, el autocontrol no era tanto problema con las hechiceras o brujas que Lyra adoctrinaba, su dificultad era enseñar un concepto y dominarlo, cosa que a Lyra le salía natural, por lo que era difícil enseñar algo que ella nunca aprendió simplemente nació con ello.
Con los años Lyra gracias a sus largas estancias en los lugares que visitaba, tuvo tiempo de crear muchas cosas, creo un libro mágico donde se escribía los nombres con fecha de nacimiento y defunción de cada bruja y brujo, poniendo de donde eran por si necesitaban ayuda poder acudir a su ayuda, quizás no ella pero otra bruja podía ser mandada a esa misión, lo intento con los vampiros y cambia formas pero su reproducción era tan rápida que era más complicado concentrarse y no eran seres que se dejasen atrapar para hechizos, también creo un libro donde se escribían los artefactos mágicos que se iban creando, y un hechizo para replicarlos y esconder el verdadero, dejando uno que el uso no era válido.
Esto lo hizo por petición de la oscuridad, entendía el temor de sus creadores, en malas manos podía ser el fin de muchas especies o naciones, y algunos ya lo fueron antes de ser robados, con ello creo el gran libro de la magia blanca y el de la magia negra, dos libros gigantes donde se escribían los hechizos buenos y malos que se iban creando con los años, todo era subjetivo, si creaban un hechizo para protegerse de los vampiros podía ser bueno, pero Lyra los dividió por los que no hacían daño y los que sí, siendo objetiva con todas las especies. Al igual que con los hechizos, hizo uno con las pociones, solo que este no lo dividió en dos, dejando un único tomo para todas, poniendo siempre cuando y quien las creo y para que, siendo así más fácil la búsqueda de lo que fuera necesario. Aunque muchos fueran creados por Lyra, era importante tener toda la información sobre la magia. Estos libros no estaban en poder de Lyra, una vez creados, la luz y la oscuridad los llevaron a un lugar seguro con los artefactos mágicos, a esa isla secreta donde nadie podría entrar, dándole a Lyra la seguridad de que nadie los tomaría.
Creo también el anillo de los vampiros, un anillo que los protegería del sol, lo creo cuando estaba en Kardelen, sus días eran demasiado lentos y pensar en lo mucho que debía sufrir su amigo Alnair al estar atado a una maldición, le fue complicado, tuvo que secuestrar muchos vampiros con los que experimentar, tuvo que hacer tantas pruebas que algunas se volvieron sus pesadillas pero no iba parar, aunque había sido creada para proteger la tierra y a sus habitantes, su lealtad ante todo estaba con su amigo Alnair, y Elnath por quien seguía mirando el cielo cada amaneces. Con mucho esfuerzo creo el anillo, solo uno y cuando supo que era eficaz, se lo dio a la luz para Alnair, no creo más y escondió el hechizo, pero una bruja podría descubrirlo con el tiempo, y lo hicieron, pero al menos no por ella. Intento crear otro para los cambia formas, pero era más complicado, cada cambia formas solo tenía dos aspectos, humano y un animal, pero Elnath tenía tantas, podía ser la serpiente que iba por la selva o el lobo que aullaba a la luna cada noche, no sabía que usar para darle la protección que necesitaba, por lo que dejo el hechizo aun lado, no quería proteger a unos y no proteger a quien realmente quería.
Lyra era la que más leal y seria se volvió, con los años vio muchos reinos caer, Elnath y Alnair no pasaban suficiente tiempo para ver caer imperios, pero ella si, por lo que entendió el miedo de sus creadores, y eso sirvió para que cumpliera muy seriamente su misión, pero no por menos viajar, no es señal de solo haber estado en un lugar, Lyra tuvo la suerte de estar en todos los continentes, y en muchas matanzas de brujas que solo la hicieron levantar más muros en ella.
A principios del siglo XV cuando las cosas estaban en su momento más estable para el mundo sobrenatural, apareció en su pequeña cabaña del bosque, la luz, con diferencia de a los dos jóvenes a ella le aparecían sin problema cualquiera de sus creadores, en ocasiones, pocas, vinieron los dos, pero en esta ocasión solo vino luz quien nada más aparecer hizo que todas las cosas de la joven desaparecieran.
A la joven, a diferencia de sus dos compañeros, apenas le tenían que dar explicaciones, ella sabía bien que habían sido creados para salvar el mundo que la luz y la oscuridad crearon, para protegerlos del mal, no debía juzgar las decisiones de ellos, ya que ellos sabían que era correcto y que no.
—¿Cuál es el destino? —pregunto la joven acomodándose su vestido, por suerte no le había quitado los muebles, ya que muchos no tenían valor, la joven se levanto y miro a la mujer ante ella.
—Morcan—respondió ella, la joven la miro sin entender nada, jamás había oído hablar de ese lugar—Es una isla creada por nosotros para la protección de todos los objetos mágicos, es donde debes ir a retirarte para ver cómo evolucionan los humanos—comento la luz mientras miraba unas flores que tenía la joven en una maceta.
A diferencia de a sus otros dos compañeras, Lyra se gano el honor de ser informada levemente de las cosas.
—¿Cómo llegare? —pregunto la joven, quejarse era una tontería, era más fácil aceptar el destino sin quejas.
—Un barco te espera en la playa—dijo la luz, a diferencia de los jóvenes que estaban en un lugar con todas las comodidades, la joven estaba en la reciente encontrada isla de Isbald, un hermoso paraje lleno de naturaleza y purezas, apenas había maldad en ese lugar.
Sin decir más, la luz desapareció, la joven suspiro, se puso su negra capa con capucha, se colocó el pelo debajo de la capucha y camino fuera de la cabaña, donde ante ella apareció una joven con un señor.
—Hemos viajado mucho para encontrarla—hablo el señor, Lyra se quito la capucha y miro a las visitas.
—¿Quien son?—pregunto ella y miro a la joven.
—Me llamo Avery, hace años, una mujer me maldigo y hemos estado encontrando la cura—hablo la muchacha.
—¿Maldita?—pregunto Lyra sin comprender nada.
Llego un momento, cuando muchas culturas ya conocían la magia de la naturaleza que Lyra no fue útil, ya nadie necesitaba que la enseñaran, todos aprendían por generaciones, por lo que la gente que se acercaba a Lyra, solo lo hacía por interés, le molestaba pero entendía que en ocasiones, solo ella tenía la clave.
—Si—respondió la joven, no entendía porque la bruja de las brujas no había entendido su problema, estaba entre preocupada y molesta.
—¿Por que te maldijo?—pregunto Lyra.
La joven la miro, seguramente para ella no era importante, no importaba la razón por la que estaba en ese problema, la cosa era que ella, como su diosa, la mujer por la que era como era, la persona que trajo la magia a su familia, ella se lo debía.
—Eso no importa—dijo el hombre, Lyra molesta miro al hombre ¿Como se atrevía ha hablarle aí, le estaba faltando al respeto y no era una cosa que iba permitir.
—Claro que importa—hablo Lyra con tranquilidad—No voy a romper nada que sea un castigo—aclaró, y era así, Lyra creía en los principios de que no podía interferir en los castigos de las demás brujas, por muy desacuerdo que estuviera con este.
—Me ha maldecido a morir antes de cumplir la mayoría de edad—se quejo la joven.
Lyra miro la joven y paso su mano derecha con suavidad por la izquierda pensativa, una parte de ella sabía que maldecir a alguien a morir era lo más cruel del mundo, le quitabas a la persona la única cosa segura que se tenía en la vida, lo único que aunque todo se acabara, se mantendría.
—Le robe pan—comento la joven.
Lyra, pensó en la situación, no tenía mucho que opinar, pero si que hacer, la estaban esperando y no debía perder el tiempo.
—No puedo ayudar—dijo Lyra y tras colocarse de nuevo la capucha.
—Por favor—suplico la joven, agarro la mano de Lyra suplicante.
—Los actos tienen sus consecuencias, no puedo meterme en los hechizos de otra bruja—explico Lyra intentado mantener la calma.
Sin pensarlo, Lyra se soltó con facilidad, y miro a la joven, por un momento la idea de ayudarla se paso por su cabeza, se planteo, que pasaría si ayudara, quizás no cambiaría muchas cosas en su vida pero en la de la joven y quizás en la historia de ese lugar. Lyra, dudo, quizás demasiado pero eso no hizo que hiciera algo.
—Es usted un monstruo—le grito la joven triste.
Lyra suspiro, y dejo de mirar al padre y a la hija, hace años tomo la determinación de no implicarse, de no intervenir y no iba romper esa promesa ahora que tenía un descanso
Camino, sin hacer nada, y dejando a la joven ahí con el señor, sin ayudarla porque esa no era su labor, su labor no eran ayudar a es chica, sino que su trabajo en este momento era llegar a la playa y subir en un barco hacía una isla que no conocía.
—Buenos días—saludo la joven,
—Buenos días—saludo el chico haciéndole una reverencia.
—¿Eres Sanden?—le pregunto ella, y él la miro.
—Soy Sanden, y tú eres Lyra—dijo el chico y Lyra asintió—Y soy quien la llevare a Morcan—comento, para después ayudar a la joven a subirse al pequeño barco y comenzó a navegar.
—¿Solo voy yo? —pregunto la joven con intriga, el joven la miro atento pensativo de que podría decir y que no.
—En este viaje sí, pero si le sirve de consuelo, es mi segundo viaje a la isla en esta semana—comento él.
Pero no le dio nada de esperanzas a la joven, la luz y la oscuridad eran traicioneras, por lo que cualquier cosa podría ser, quien decía que no quería torturarla con esas ideas. El joven podía estar dándole la información concreta que le habían pedido, y así tenerla controlada.
Fue un viaje de varias horas, pero con la mar en calma, fue un paseo tranquilo, aunque Lyra pudo notar un gran hechizo cerca de la isla, supuso que era uno de protección, sería por lo que ocultaba la isla, se relajó en el barco porque, aunque a los humanos les diera un horrible temporal que los llevaba a la muerte, a ella le abría las puertas de la isla como si fuera una reina entrando a su castillo.
Llego a la isla y Sanden ni piso la arena de la playa, se fue por donde vino, Lyra camino por la isla hasta llegar a un castillo, respiro y empujo las puertas para entrar al castillo donde se encontró con dos figuras masculinas, el corazón de la joven palpito con fuerza, casi se le salía del pecho al ver la posibilidad de estar ante sus amigos, los chicos se giraron al mismo que ella se quitó la capucha.
—Lyra—le llamo Elnath haciendo que las piernas de la joven temblasen al oír su nombre en los labios del joven.
Las miradas de Elnath y Lyra se cruzaron, sus corazones latían más fuerte, pero ninguno sabía que sentir, aunque sus corazones estaban alegres, sus mentes estaban bloqueadas sin saber que hacer. No sabían reencontrado en más de quince siglos, como debían reaccionar ¿Qué se debe hacer cuando te encuentras con la única persona que te hace derretirte? El amor es el mayor misterio de la humanidad, y para ellos no era diferente.
—¡Wow!, Lyra estas hermosa—cometo Alnair, agarro la mano de la joven haciendo que diera una vuelta para ver la belleza de la joven en sus 360 grados, tras eso la abrazo, esta se envolvió en los brazos del joven aun sin poder dejar de mirar a Elnath, quien era, según la joven, más hermoso de lo que recordaba con sus músculos marcados, como la escultura de un dios—Por cierto, gracias por el anillo—agradeció separándose de la joven y enseño su anillo de león, aunque hubiera sido genial hacer algo más discreto, era lo que tenía, la joven desvió la mirada de Elnath y la paso a Alnair, todas sus defensas se habían roto con la sola presencia de Elnath.
—No fue nada—comento Lyra intentando recuperar la poca compostura que le quedaba, aunque sería complicado—Intente hacerte uno, pero es complicado—comento ella y se dio una palmada mental—Tu esencia digo, es más compleja que la de Alnair, él es muy simple—comento la joven poniéndose nerviosa a cada palabra que decía.
—¿Más simple?—pregunto Alnair y Lyra la miro.
—No quería decir eso—comento Lyra.
Lyra miro a Alnair nervioso y sin saber que decir, no quería decir que fuera simple o algo parecido sino que sus debilidades eran más sencillas, aunque no sabía como podía explicar eso.
—No pasa nada, lo entiendo—comento Alnair y Lyra asintió nerviosa.
Elnath la miro, era más bella que la última vez que le vio ¿Qué persona podía ser cada día más hermosa? En ella los más de quince siglos lejos parecían no haber sido nada, como agua de mayo. La culpabilidad se adueñó de Elnath, ayer había estado con una mujer en la cama y no era ni por asomo la primera en estos siglos, ¿Qué pensaría Lyra de él?
—Dios abrazaros ya—grito molesto Alnair, los dos jóvenes le miraron—Es el final a la agonía, necesito verlo—dijo como algo obvio, y lo era, aunque los dos enamoraron habían sufrido por la separación, Alnair había vivido por intentar unirles, ellos eran lo más cercano que tenía a una familia.
Con lentitud, Elnath se acercó a Lyra y la rodeo entre sus fuertes brazos, Lyra dejo caer el peso de sus hombros, dejando que sus brazos rodearan el cuerpo de Elnath, olio el aroma canela del joven dejándose perder en eso, hundiendo su cabeza en el pecho de él. Por su lado, Elnath abrazo al principio con gran frialdad a Lyra, pero el dulce aroma a rosa del pelo de la joven, le hizo entrar en un estado de paz, un estado que no había sentido hace mucho, haciendo el abrazo más amoroso y cálido, dejándose atraer por el abrazo, dejando que su cabeza cayera en los hombros de la joven y oliera su aroma.
—Hola—susurro Elnath una vez se separó del abrazo con gran lentitud, Lyra le miro y analizo su rostro, era serio, pero parecía tener un brillo en los ojos, el brillo que antes tenía, ese brillo inocente y tierno, después miro sus labios con deseo de besarlo, pero se controló, no era adecuado empezar así de nuevo.
—Hola—le respondió ella, por muy poderosos que fueran, en ese momento eran dos niños totalmente indefensos al encanto del otro, era los efectos secundarios del amor, la debilidad que te provocaba ese ser amado, el que te hacia fuerte pero también el que tenía el arma más grande para destruirte—Es una hermosa casa—comento intentado quitar la tensión a la situación.
—No es lo único hermoso—susurro Elnath, pero Lyra le oyó perfectamente sonrojándose a la milésima de segundo que eso salió de sus labios.
—Hay muchas cosas nuestras—comento Alnair, Lyra se quitó la capa y se la colgó del brazo y se acercó al libro de la entrada, el registro de las brujas y lo acaricio—Como este jarrón—dijo Alnair y lanzo el jarrón al aire, Lyra movió su mano y lo cogió en el aire coloriendo lo en su lugar.
—Cuidado, muchas de las cosas están malditas—le aviso Lyra y Alnair se alejo de todo evitando tocar cualquier cosa, y miro todo con miedo, en cambio Lira toco el libro y sonrió.
—¿Qué es? —pregunto Elnath acercándose a la chica por detrás y miro el libro por encima de su hombro.
—Es uno de mis libros—explico Lyra pasando su mano por el libro—Aquí se guardan todos los hechizos que se crean—comento Lyra y abrió el libro.
Alnair miro el libro con miedo de que algo saliera de él y le atacara.
—¿Como has llegado tan rápido?—pregunto Alnair, al darse cuenta que Lyra había llegado minutos después de ellos cuando ellos tuvieron que estar varios días viajando—Nosotros hemos tardado días—se quejo.
Lyra miro a Alnair bastante sorprendida pero alegre de que no hubiera perdido su carácter divertido.
—El tiempo, pasa de forma diferente en este lugar—comento Lyra.
—¿A que te refieres?—pregunto Elnath, interrumpiendo a la joven quien le miro sorprendida.
—Lo que aquí es un minuto, en el resto de lugares es una hora o quizás un día—explico Lyra—Seguramente eso cambié según la persona—.
—¿Y tú como sabes eso?—pregunto Alnair sorprendido porque ella supiera más cosas que ellos.
—Se reconocer los hechizos—le dijo como algo bastante obvio.
Alnair la miro y se encogió de hombros.
—¿Por que no has hecho un registro de brujas?—pregunto Alnair y Lyra le miro sorprendida—Te sería más fácil controlar a tus descendientes así—explico.
—¿Tú haces que todos tus descendientes firmen un libro?—le pregunto Lyra bastante sorprendida.
Descendientes, una forma curiosa de llamar a los que les debían total devoción y apenas tenían dos cosas en común con ellos.
—Marco a quien convierto con mis propias manos—comento Alnair.
Lyra le miro sorprendido.
—No me es posible controlar a todas las brujas, una vez que una aprende, ya pierdo el control de todo lo que hace con ello—explico Lyra.
—¿No controlas?—pregunto Elnath sorprendido.
Lyra le miro molesta, que estaba insinuando.
—¿Que quieres decir?—pregunto Lyra sin entender nada.
Alnair miraba la escena divertido.
—Me planteo si tu poder es tan poderoso—comento Elnath.
Lyra miro a Elnath, molesta porque dijera eso, nadie jamás lo había hecho, porque lo haría él ahora que no le había visto en siglos.
—¿Que?—le pregunto Lyra esperando que se retractara antes de que dijera algo que pudiera arrepentirse.
—Te lo vuelvo a preguntar, por si no lo has entendido—dijo Elnath y Lyra le miro bastante molesta por su arrogancia.
Sin dudarlo, y bastante molesta, Lyra le lanzo el hechizo más fuerte que conocía para hacer a la gente sufrir sin matarle.
Elnath rio, sin apenas moverse, y miro a Lyra divertido.
—¿Eso es lo máximo de tu poder?—pregunto Elnath tranquilo.
Lyra miro a Elnath bastante molesto, en esos momentos quería aplastar su cabeza contra el suelo, y dejar que perdiera la sangre suficiente que se desmayara y volver a empezar, las veces que fueran necesarias.
Pero sabía que no debía hacerlo, porque si la luz le había dicho que viniera aquí y no solo a ella, sino a los tres, era porque algo muy malo pasaba.
—No tienes porque creer que soy poderosa—le dijo Lyra y le miro—Solo debes respetarme—aclaro tranquila—Mi poder no se limita a hacer daño, pero a diferencia de ti, no tengo nada que demostrar—añadió.
Lyra ya no era la joven dulce que los dos jóvenes conocieron hace quince siglos, ahora era una mujer con gran carácter, y hace mucho que no veía a Elnath, y no iba a rendirse a sus pies solo porque la hablara, aunque quisiera.