Capítulo 1

2994 Words
El primer destino de Elnath, fue la que actualmente se conoce como el país más grande de la zona con grandes dimensiones y gran naturaleza que esconde muchos secretos, Stradut, lugar donde vivía con un grupo de personas que cuidaban la naturaleza. Por ello, la luz creía que serían los mejores primeros cambia formas, y así fue, Elnath debía escoger a los más fuertes, a los más buenos para convertirse en animales, pero no podían ser todos los animales, debían elegir uno, cosa que Elnath jamás debería plantearse. Pero no fue algo sencillo, no trasformo a la gente según llego, el dolor por no haber tenido ni una misera oportunidad con Lyra, bloqueo bastante su labor, y por mucho que la gente fuera merecedora de tener este poder, el joven siempre ponía alguna traba, si era muy joven o muy mayor, era demasiado musculoso o poco, cualquier cosa servía para decir que no, no tenía fuerzas para cumplir su misión pero no iba durar, luz, le ordeno empezar a trasformar gente y así fue, tuvo que empezar a trabajar a pesar de echar de menos a Lyra. Paso varios cientos de años ahí, ayudando a los habitantes del continente oculto, pero cuando ya no pudo hacer más, le mandaron lejos, con otra misión, llevar su habilidad al resto del mundo ¿Pero se lo merecían? Era una cosa que siempre se preguntó Elnath, la gente con la que convivo en su primera etapa en libertad, cuidaba la naturaleza y a su gente, pero este nuevo mundo al que iba estaba lleno de guerras, conflictos y problemas. Para él nadie merecía sus dones, pero para su jefa, cualquiera podría cambiar el mundo con las herramientas adecuadas, por lo que no tuvo más remedio que ceder a las locuras de su creadora. Creando hombres que se trasformaban en lobo, mujeres que podías ser tigres, hombres búho, mujeres que se trasformaban en palomas, tantas especies que perderíamos la cuenta, seres que consiguieron apelar a los principios de Elnath y convertirse La gran leyenda del hombre que cambiaba de forma se extendió como mito por los pequeños poblados rodeados de bosque, era algo que los adultos contaban a los niños para que se portaran bien, una versión antigua del hombre del saco pero más divertida, la leyenda de a los más buenos y valerosos se les daría un gran poder, pero Elnath era demasiado bueno, al menos lo era al principio y no le gustaba ser usado para que los niños se portaran bien. Elnath, era bondadoso y tranquilo al menos en un principio, pero el pasar siglos, solo le convirtió en un ser arisco, serio, calculador y con grandes gustos, gustos de marqueses y reyes, que, con su belleza y talentos sexuales, podía conseguir. Elnath tenía lo mejor de los dos mundos, la belleza mágica, las agilidades animales y el desparpajo verbal de muchos humanos, si hubiese querido muchos reyes habrían caído. Demasiadas especies salieron de él, pero la evolución y reproducción ayudo mucho a Elnath en su repulsa por sus creaciones, destruyendo a muchas dejando al final, solo las familias de hombres lobo, que ya olvidaron sus orígenes y ninguno respondía ante el joven, todos respondían antes su líder, su Alpha, el más fuerte. Lo acepto sin problemas, sabía que él era el más fuerte y si lo deseaba podría tener ejércitos a su servicio, pero prefirió dejar a los humanos jugar a ser seres especiales. Ya adentrados en el siglo XV, con las monarquías en su punto más alto, Elnath se encontraba viviendo una tranquila vida, en un castillo del mayor imperio del momento, Thar, contemplando la caída de este con interés pero sin hacer nada, esa no era su misión, su castillo cerca de la frontera era su mayor tesoro, adoraba vivir ahí sabiendo el caos que se acerba y que a él no le afectaba, que a él no le harían nada. Estos miles de años había obtenido muchas riquezas que con gran amabilidad la luz fue guardando cuando la etapa de esta fue acabando, según ella estarían en un lugar seguro pero Elnath dejo de confiar en la mujer hace siglos, por lo que simplemente acataba sus órdenes como cualquier soldado, sin discutir porque a esa mujer le gustaba torturar cuando no se hacía lo que decía. Eso hacia que en ocasiones Elnath, odiara el amor y a las mujeres por el poder que tenían sobre los hombres. Otra cosa que odiaba, era derrochar pero aunque odiara el derroche, amaba las fiestas, el alcohol y sexo eran una gran ayuda para las noches en soledad, pero no en todas podía estar con gente, aunque deseara poder hacerlo todas las noches, pero estaba atado a la maldición que le dio vida. Tras una fiesta paseo por su castillo mirando la gente que estaba tirada en el suelo aun dormidos, estiro su cuello dejando que los huesos sonaran, estirándose sin apenas esfuerzo, entro a su despacho desde donde se comunicaba con la luz y la oscuridad y se sentó, hacía meses que no tenía misiones por lo que estaba tranquilo y despreocupado. —Elnath—le llamo la oscura, el joven levanto la cabeza para ver al señor que le creo de pie ante su mesa, apenas había cambiado en estos siglos, parecía que para él apenas habían pasado unas horas o días, y aunque ese también era el caso de Elnath, a él al menos le crecido el pelo. Con gran habilidad se puso de pie a pesar de las muchas copas del día anterior y se movió para ponerse delante de la oscuridad quien analizo su apariencia. —Estás muy descuidado—comento el hombre de n***o. —¿Qué necesitáis? —pregunto Elnath algo molesto por la presencia de la oscuridad, siempre venían a dar dolor de cabeza al pobre cambia formas, que si había hecho algo malo o que si debía dejar todo e irse. —No me gusta que mi mejor soldado este así—le aviso la oscuridad. —Ya deberías haberte acostumbrado—respondio Elnath tranquilo—Repito mi pregunta ¿Que necesitáis?—. —Enviaremos tus pertenencias, debes ir a Morcan—dijo la oscuridad mirando el despacho que estaba bastante desordenado, pero para Elnath el orden era algo malo, esa necesidad patológica de tener todo en un sitio para sentirte bien era tontería. —¿A dónde? —pregunto el joven Elnath sin saber dónde estaba esa ciudad. —Es una isla donde está el castillo donde vivirás tu retiro temporal—dijo la oscuridad con gran tranquilidad. Morcan era una isla escondida en el triángulo de las bermudas donde los humanos jamás podrían acceder a causa de que tenía un fuerte hechizo protector el cual provocaba tormentas que acababan con cualquier humano o ser no autorizado que se acercase, la isla era totalmente autosuficiente con todo tipo de cultivos, agua potable y el enorme castillo con todo lo que se podría necesitar para vivir, sin olvidar todo lo que habían obtenido los primordiales estos siglos, desde barcos hasta el anillo más pequeño sin olvidar las armas o artefactos mágicos. —¿Y por qué me voy a retirar? —pregunto Elnath molesto, acaso creían que era un incompetente o que estaba viejo, era realmente molesto. —Ya creados bastantes seres, se debe dejar que fluyan solos y ver que pasa—comento la oscuridad, Elnath negó molesto, sabía que no podía negarse pero eso no le quitaba la emoción a las cosas. —Puedo tener mi retiro aquí—comento él joven y la oscuridad rodeo la mesa de Elnath para mirar lo que tenía en ella. —Aquí no eres de ayuda—le aviso la oscuridad, con tranquilidad, Elnath sabía que el hombre tenía gran paciencia y que si fuera la luz quien vendría a por él, ya estaría en el suelo sufriendo de dolor—Molestas a los humanos y su evolución—comento. —Creo que retiro significa no hacer nada—replico el joven divertido. Aunque llevara años a las ordenes de la luz y la oscuridad, era la primera vez que se atrevía a enfrentarse a ellos y le era muy divertido. —Eres algo inaguantable—comento la oscuridad oliendo una botella de alcohol de la mesa de Elnath—Has descuidado todo este tiempo—. —No estamos aquí para juzgarme—le replico Elnath molesto y le quito la botella. —Estamos aquí para lo que desee—le recordó la oscuridad, dejando claro su poder. —Pues envía mis cosas—finalizo Elnath la discusión mientras se giraba, cogió una camisa y se la puso, miro su barba de tres días y negó sabiendo que debería afeitarse, pero de momento aguantaría un poco más. La oscuridad movió la mano y todas las cosas de valor desaparecieron. —Ve a la costa y busca a Sanden, él te llevara—dijo la oscuridad y se fue, Elnath suspiro. Se apoyo en su mesa mirando por la ventana, de espaldas a todo, y mirando el mar, en ese momento, una desnuda mujer se acercó a él, y le abrazo por la espalda. —Buenos días—dijo y beso su espalda y bajo sus manos para meterlas por el pantalón del chico, él suspiro sabiendo que no debía, pero estaba tan estresado que eso podría librarle. —Debo irme—susurro el joven, la mujer se alejo de él y se sentó en el ahora vacío escritorio. —Deberías decir que no a tu señor—se quejó ella, cruzándose de brazos, Su joven amante no sabía nada, era todo lo contrario a lo que él amaba, era brusca, y ordinaria, pero era la compañía perfecta ya que sabía qué hacer con su cuerpo, pero eso no quitaba no poder hablar de cosas que necesitaba sacar Elnath. —No puedo, pero volveré a verte—comento él. La mujer asintió alegre, siempre se era feliz de volver a recibir a un buen amante, pero sinceramente, jamás volverían a verse Elnath lo sabía, jamás había vuelto a ver a nadie que conoció, si volvía a los sitios, pero años después de la muerte de quien conoció pero en sus largos años de vida, aprendió que las despedidas amargas eran lo peor, el peor final de una etapa. Elnath salió de la casa despreocupándose por quien la tomara, miro a cada lado y cuando comprobó que nadie le veía se transformó en lobo, gracias a su vida y tener que enseñar a mucha gente, había aprendido a controlar totalmente cuando transformarse en día. El viaje le tomaría varios días, pero se lo tomaría con el modo justo de tardar y de no tener que aguantar que su creadora apareciendo delante de él y enviándole a la velocidad de la luz a su destino. Cuando apenas llevaba unas horas de viaje se noto cansado por lo que decidió descansar en una taberna, se coloco detrás de un árbol para volver a trasformarse en humano. Por suerte, con los años había aprendido como trasformarse sin romper su ropa. Se coloco la ropa y una vez estuvo listo, se fue a la taberna, se sentó en una mesa y espero a que la camarera le pusiera la bebida en la mesa. Ese tipo de locales, solo tenían un plato y una bebida al día por lo que no había opción de discutir, te gustaba o te ibas. En la mesa de alado, un hombre bebía mientras una joven le miraba atenta sin tomar nada. Elnath miro a la joven quien le aguanto la mirada y le regalo una dulce sonrisa. —Avery, no molestes—le dijo el hombre y la joven dejo de mirar a Elnath. No la molestaba, pero no iba a discutir con el hombre, estaba bastante borracho y le sería demasiado fácil ganarle. —Perdón padre—dijo la chica. En ese momento, la atención de Elnath paso al plato de comida que una mujer le puso delante. Comió tranquilo, y tomándose su tiempo ya que debía aprovechar cada momento que tuviera antes de tener que volver a hacer cualquier cosa que le obligaran la luz y la oscuridad. —¿Crees que nos ayudará?—pregunto al joven, en un susurro pero él, lo escucho y, Elnath se recostó en su silla aún comiendo y miro a la chica. —Espero que tenga un buen corazón—comento el señor. La atención de Elnath se hizo algo más grande, y les miro disimuladamente atendiendo a que estaba pasando. —Hace tiempo que no ayuda a nadie—comento la muchacha—¿Si no acepta?—pregunto la joven. —Es tú diosa, si no te ayuda, es problema tuyo, yo solo te llevo por favor a tu madre—dijo eñ hombre, de forma arrisca, Elnath estiro sus brazos y miro a la joven. —¿De quien hablan?—le pregunto y la joven le miro. —No es asunto suyo—dijo el padre. Elnath, ignorando al hombre, que bajo su opinión era bastante mal educado, hizo que sus ojos cambiaran de color, dejándole saber a la joven que fuera lo que fuera, él la entendía. —Es Lyra, la bruja de las brujas—comento ella y él la miro atento, era la primera vez que oía ese nombre o cualquier cosa sobre ella, su mundo se desplomo. Su vida, se había mantenido estable gracias a no tener ningún tipo de relación con la existencia de Lyra, era más sencillo así, si no sabía de ella, no se atormentaría por lo que le pudiera pasar o por no poder salvarla. Pero el oír su nombre, era suficiente para que todo que había reprimido estos años apareciera con fuerza en él, invadiendo cada espacio de su cuerpo. —¿En que la necesitas?—le pregunto Elnath, la joven le miro, y luego miro a su padre sin saber si podía confiar en el joven, Elnath se acomodo en su silla y miro a la joven tranquilo, para por sus ojos intentar transmitir confianza. —Tengo una maldición—comento la joven. Elnath la miro, analizando sus forma y su olor, ya que muchas veces por el olor se sabía que pasaba con esa persona pero en este caso, la joven apenas transmitía nada, ningún olor o nada que le diera alguna pistas de lo que estuviera pasando con ella. —Espero que te ayude—le dijo Elnath. El joven se levanto y dejo el dinero de la comida en la mesa para después, hacer un gesto de despedida antes de irse. Al salir, miro a todos lados para ver a la gente paseando y disfrutando del sol, sin apenas parecer tener preocupaciones o responsabilidades. Se metió entre los arboles para ahí volver a transformarse en lobo, y para continuar su camino hacía su destino. Tres días después en forma de animal llego a la costa, a un gran puerto donde ya trasformado en humano, buscaba al misterioso Sanden, miro a la gente buscando a la señal, pero la gente vendiendo pescado, y su horrible olor, le ponían malo, pero debía aguantar y seguir adelante, camino por la gente hasta llegar a un señor en un barco dormido en una silla. —¿Eres Sanden? —pregunto Elnath, el hombre casi se cae de la silla y mira al joven, Sanden era un poco más joven de lo que Elnath esperaba, sus ojos color miel y su piel blanca hacían perfecto conjunto con su rubio cabello, no podía tener más de treinta años. —¿Tu amigo cuando llega? —pregunto el hombre y Elnath analizo la frase de Sanden ¿amigo? ¿el viaje era para dos? ¿O incluso para tres? El corazón le empezó a latir con fuerza, sentía que se le iba a salir del pecho. —Buenas—se acercó como si nada Alnair, vestido con ropa de duque, muy despampanante, pero manteniendo su gran esencia, el señor Sanden miro a Alnair, con una mirada de sorpresa y algo que Elnath no pudo descifrar, era normal, su color carbón daba que pensar en esta sociedad, aunque realmente eran todos iguales, pero la mente humana siempre era mala. —¿Nos podemos ir? —pregunto Elnath, el señor asintió y les dejo pasar al barco, Elnath analizo la vestimenta de su amigo y negó—¿Quieres brillar más que luz? —pregunto haciendo reír a su amigo. —Eso intento—bromeo riendo y se estiro, Elnath se quedó pensando y miro a su amigo. —¿Cómo puedes estar al sol? —pregunto intrigado al darse cuenta de que era un día muy soleado, Alnair le miro y le enseño un anillo de león que llevaba en uno de sus dedos. —Lyra descubrió la forma de que pudiera andar al sol—comento, él joven miro a su amigo con dolor y esperanza. —¿La has visto? —pregunto nervioso, perdiendo todas las habilidades de seriedad y fuerza que había aprendido y desarrollado estos siglos, ella era su mayor debilidad, pero Alnair negó. —Me lo dio la señora estirada de su parte, no se más de ella—comento Alnair y Elnath suspiro, cuando el barco zarpo sin que nadie más subiera el corazón de Elnath se tranquilizó, pero se rompió un poco por saber que la posibilidad de ver a Lyra cada vez era menor, la esperanza se fue del cuerpo del joven con rapidez—Me da que no la vamos a ver—comento Alnair. —Creo que esta más cerca de lo que espero—comento Elnath. Estaba nervioso, amar a Lyra era algo que era parte de él pero eso no le hacía no poder negar que el amor, era una distracción que destruía más que ayudaba, por lo que tenía una sensación extraña en él.
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