Adrián miró con asco al rubio ¿enamorar a David? Eso sonaba tan estúpido y ridículo ¿Qué le pasaba por la cabeza? Primero, no tenía la más mínima intención de hacerlo. Segundo, no iba perder su tiempo en algo que resultaría tan evidente para el castaño. Él obviamente leería sus intenciones, no era tan estúpido.
Además, ¿enamorarlo?
Eso no sucedería de nuevo, no después de lo ocurrido. David lo odiaba con cada fibra de su ser, todo amor que pudiese haberle tenido alguna vez ya no existía, eso era algo de lo que era consciente y que el castaño se encargaba de demostrarle. Pudieron haberse acostado, pero eso no era amor. Era sexo. Buen sexo.
— ¿Qué tanto piensas, Adrián?—Su voz sonaba tajante.
¿Qué tanto pensaba?
¡Joder! Le estaba pidiendo que repitiera la historia de hace siete años.
