Capítulo 3

1767 Words
Después de tener nuestras cosas en las respectivas habitaciones, me di una rápida ducha y salí junto con Kate para reencontrarnos con Vanessa. La vimos hace solo días y ya ellas consideran que ha sido una eternidad sin verse. Bastante gracioso la verdad. Pero como le prometí a Kate que la acompañaría, no me quedo de otra que ceder a su salida. Pero si bien, fue una salida de almuerzo, se convirtió en una aburrida salida de tienda en tienda por el centro comercial. Y luego de eso, me arrastraron a un bar para beber junto a ellas. Si bebo, pero no nivel al que ellas se han acostumbrado, una hora más tarde y ya quería darme un tiro en la cabeza. Hablaban tantas idioteces juntas, que era rodar los ojos y quererme en cualquier parte menos al lado de ellas dos. Comenzaron a beber como si fuera el fin del mundo, y luego de un rato, unos chicos se acercaron a nosotras en plan de conquista. No señores, por aquí no conseguirán nada. Pero mis amigas si les dieron la hora y algo más, cuando me di cuenta que ya era algo tarde y que me había comprometido en cenar con Samuel. Cena que no pienso perder por nada del mundo. Me pongo de pie y todos me quedan viendo de forma atenta. - ¿A dónde vas? - pregunta Kate frunciendo el ceño. - A casa, estoy cansada y te dije que saldría con ustedes durante un rato y ya llevamos casi todo el día - le digo y ella rueda los ojos. - Bien, como quieras pero no le digas donde estoy a mi hermano o vendrá por mi - suelta para luego seguir bebiendo. - Como quieras...- me acerco a ella para despedirme y le digo al oído -...cualquier cosas me llamas, estaré al pendiente - le digo y ella asiente con una sonrisa. Tomo mis cosas, me despido de las demás personas y salgo hacia afuera en busca de un taxi, el cual encuentro de inmediato. Recuerdo muy bien el lugar por si me toca venir por mi amiga. Al chófer que nos trajo al centro comercial lo despacho en cuanto llegamos al bar con el millón de cosas que había comprado. La mayoría innecesarias, según mi punto de vista, pero allá ella. Llego a los minutos a la casa, le pago al chófer y saludo al guardia que me abre la reja amablemente y me saluda. Camino tranquilamente admirando la fachada, creo que jamás podré dejar de admirar lo hermoso que es todo y donde se puede ver o apreciar el cariño que Samuel le ha puesto a la propiedad. Quizás lo hizo pensando en que para estas alturas ya tendría familia, una esposa e hijos, quizás hasta un perro. - Yo feliz sería su esposa y con gusto le daría cinco hijos - suelto a la nada y sonrió por mi loca idea. Ingreso a la mansión y el olor a comida me azota el rostro y se impregna en mi nariz. ¡Joder, que bien huele! Suelto con los ojos cerrados y comienzo a caminar por inercia al lugar de donde se siente tan magnífico olor. Y al poner un pie en la cocina, veo a Samuel con un delantal de cocina, una camiseta negra simple que hace relucir sus musculos, un pantalón deportivo que se ajusta demasiado bien a sus caderas y va descalzo. Mi corazón se enloquece, mi vągina clama por él, mis manos pican por tocarlo, mi venas se calientan y me olvide hasta de como respirar. Esta de espaldas a mi, pero apenas me siente gira la mitad de su cuerpo y me da una rápida mirada junto a una sonrisa ladeada. - La cena estará lista en unos minutos, si quieres ve a ponerte...más cómoda - suelta mordiendo su labio inferior y girandose para seguir viendo la comida. No digo nada, me trago el jadeo que estuvo a punto de salir de mis labios y me doy media vuelta casi corriendo hacia el segundo piso. Necesito una ducha de agua fría, ¡urgente! Me encierro en la habitación y dejo salir el aire que tenía contenido. Me apoyo en la puerta, llevo mis manos a mi pecho y cierro los ojos. ¡Dios mío! Que cuarentón más sexy, así no me será posible resistirme a la tentación. Lloriqueo por eternos minutos por mi mala suerte, o buena, no lo sé, depende del punto de vista. Pero de que esta buena la vista...esta buena. Me doy una rápida ducha para no hacerlo esperar mucho, busco un vestido simple, ligero pero acorde a la situación. Tampoco quiero vestirme de punta en blanco, sería muy obvio y que vergüenza que él me descubra a la primera. Niego con la cabeza, me doy una última repasada en el espejo y salgo hacia la cocina. Al llegar lo veo terminando de poner las copas en la mesa, para luego abrir una botella de vino, la que me imagino debe ser carisima. - ¿Cómo estuvo el día? - pregunta sin verme y a mi hasta las pestañas me tiemblan al escucharlo hablar. Tiene una voz tan sensual que me enloquece hasta en los sueños. - Bi...bien, tu hermana es algo...intensa cuando quiere pero se como llevarla - digo y ambos soltamos una carcajada. - No se como una chica como tú, más tranquila y centrada que ella, son amigas - dice y yo muchas veces me pregunto lo mismo. - No lo sé, es alocada y todo, pero es una buena amiga y creo que tantos años conociéndonos hizo que nos adaptaramos a la otra - digo restándole importancia y encogiéndome de brazos. - Puede ser - dice y por primera vez desde que baje me queda viendo con algo que no sabría descifrar. Nuevamente me ve de arriba abajo, se muerde el labio y se gira hacia la comida con rapidez. Mi corazón salta, mi centro también y que decir de mis nenas, ya están más que endurecidos los pezones. Intento relajarme, caminar con normalidad para llegar al menos a la isla de la cocima y asi poder sentarme, de esa manera podré controlar el temblor de mi cuerpo por su presencia aquí. Estamos solos, no hay nadie más o nadie que pueda ver a simple vista. Lo que hace que mis nervios suban a niveles estratosféricos. Mis manos me sudan y mi cabeza no sabe que oración coherente soltar ahora mismo para romper este silencio. Pero antes de que pueda decir algo, Samuel se da la vuelta y viene con dos platos en sus manos. - Espero que no seas de las que cuentan las calorías en un plato de comida - dice divertido dejando el plato frente a mi y yo sonrió. - Para nada, amo comer y esto se ve delicioso - le digo mientras elogio su creación, la cual luce muy, muy bien. - Me parece, pero primero pruébalo, no vaya a ser que te arrepientas de tus palabras - suelta algo coqueto mientras bebe de su copa. Tomo el tenedor y lo unto en la comida, tomo una buena porción y lo llevo a mi boca saboreando lo delicioso que está. Abro los ojos como platos y me quedó viendo a Samuel. - ¡Diablos! Esto está exquisito Samuel, si que tienes buena mano - digo sin poder creer lo bien que cocina este hombre. Él sonríe y bebe de su copa. Yo hago lo mismo tomo la mía y bebo sin dejar de verlo. De la nada me pongo nerviosa otra vez, me tiembla todo pero intento aparentar que no y fijo mi vista en la comida para no verlo a él. - Gracias, no es mucho el tiempo que tengo para cocinar, pero de vez en cuando me gusta hacerlo y más cuando tengo una hermosa compañía como tú - dices y cierro mis piernas, aprieto mis labios y asiento con la cabeza. Sonrió con la boca cerrada y me concentró en comer y beber, Samuel también. Pero luego de unos incómodos minutos sin decir nada, él me comienza a hacer platica y comenzamos a hablar de diferentes cosas, principalmente sobre trabajo. Sobre la constructora y sobre lo que estoy estudiando y como si fuera mágica, la conversación fluye de una manera increíble entre nosotros. - No puede ser, ¿En serio? - Le digo muerta de la risa escuchando sus anécdotas. - Si, fue una tremenda vergüenza pero lo supe sobrellevar de la mejor manera posible - dice y yo sonrió feliz de estar de esta manera junto a él. Sonreímos por unos minutos, cuando decido ponerme de pie para tomar la loza sucia y lavarla. - No es necesario, yo lo hago - dice Samuel cuando ve mis intenciones. - Para nada, tu cocinarse, yo lavo. Es lo justo - le digo sin verlo ya que estoy tomando las cosas. Pero entre que tomo las cosas yél insiste en impedirme que lo haga, pasamos a llevar mi copa y el contenido que tenía se cae en su ropa. - ¡Dios mío! Lo siento tanto Samuel, lo siento yo...- digo dejando todo en la mesa y tomando algo para limpiarlo. - No te preocupes, estoy bien - dice él pero me siento tan mal por lo que hice que no me doy cuenta donde lo estoy secando hasta que me toma de las muñecas para detenerme. Levanto mi vista y frunzo el ceño, Samuel me señala hacia abajo, específicamente donde están mis manos, no entiendo que me quiere decir hasta que bajo mi vista y ¡Oh por dios! Me sonrojo hasta el pelo, tiemblo ligeramente, abro los ojos hasta más no poder y quiero que la tierra me trague y me escupa en Plutón. Le estoy tocando su...su paquete, su m*****o, ¡su pene! Su delicioso y muy magnífico espécimen más que ejemplar y único en el mundo. ¡¡Santo señor protegerme con tu espíritu!! - Yo...yo, y-yo - intento hablar pero Samuel me suelta una de las muñecas y con esa mano me toma del mentón y me hace enfocar mi vista en la de él. ¡¡Oh dios mío!! ¡¡Creo que a mi me va a dar algo!! Centímetros, solo centímetros nos separan, él se acerca a mi porque yo me encuentro congelada en mi lugar. Siento los latidos de mi corazón en los oídos y creo que pronto me dará un infarto. - Amanda...- dice con su voz ronca, sexy y puramente sensual y diablos, creo que me va a besar...
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