Capítulo 24
El Atardecer
Parte 10 / El aplauso 2
[Jessica y Santiago]
En su mente tenía las ideas, en su corazón las emociones y en sus manos un piano que lo había acompañado por mucho tiempo en las idas y venidas de la vida de un musico que intentaba dejar atrás muchos recuerdos, con la maldición de hacer cada uno de esos recuerdos una canción que quedaba en su memoria, que quizá se olvidaría con el tiempo, sin embargo si escuchaba algo familiar vendrían a el de golpe como si fuese un destello de lo que alguna vez vivió, y esa tarde, justo después de que la lluvia cesara y se abriera la luz del sol, Santiago pensé que nada más podría ser peor en ese momento, abrió el tela que sería la puerta de su balcón y tomo su lugar frente al piano, lo miro con recelo mientras ubicaba sus manos y sus dedos sobre las teclas, en ese momento no podía pensar precisamente en la tristeza, la tarde ya había sido demasiado gris para hacerla incluso más triste que eso, tan solo quería tocar algo que reflejara lo que deseaba, como un pintor solo pondría en el lienzo los colores que logara sentir en el momento de pintar. Presiono su dedos contra el piano y del salió una tonada acompañada por una letra que solo en su mente estaba, siguió tocando y lo hacía como si estuviese en una de sus presentaciones con la diferencia de que estaba el solo frente al público, la tarima era su balcón y sus espectadores, cualquiera que lograra escuchar su melodía a tan alta altura de uno de los edificios del centro de la ciudad, la vista era impresionando, luego de varios minutos, el sol comenzó a caer, su brillo se tornó más pálido, y en medio de las nubes comenzó el sol a descender en el horizonte, mientras el verde de las montañas se pintaba de tonos naranjas y daba brillo al rocía uniforme de la vegetación que la cubría. Santiago seguía tocando, parecía un concierto de nunca acabar, más a Santiago estaba en medio de sus ganas de expresar lo que estaba sintiendo, no sentía la frustración de lo que había sucedido ese día, no era más preso del pensamiento que alguien que no lo quería sanamente, pues al igual que la lluvia y la tormenta, todo lo malo había tenido su fin, y él lo veía de esa manera al tocar en el piano el nuevo comienzo de lo que podía sentir, por fin se sentía libre, y por sobre todo un poco más tranquilo, preparado para lo que sería un nuevo comienzo, como el sol mismo se había hecho paso por sobre las nubes grises para dar un espléndido final a una tarde extraña
Jessica busco por doquier su libro favorito de poemas y se sentó en el sillón de la sala bajo la ventana, se acomodó estirando sus piernas y de perfil podría mirar el sol cayendo en el horizonte de la ciudad, mientras esa inexplicable tonada de piano aun llegaba a su mente, tal vez era ella la que acomodaba cada palabra de su lectura a las notas del piano que escuchaba, quizá era solo una casualidad, o bien una forma de escuchar en su propia la voz con la que leía, sin embargo noto algo extraño en el ritmo del piano, Pues Santiago justo debajo de ella se había equivocado en unas pocas notas mal ubicadas en su canción, fue evidente su error aunque a decir verdad eso no lo detuvo, por el contrario lo inspiro a seguir tocando, mientras Jessica desde su ventana, sentada en su sillón sostenía su libro con delicadeza y su gato buscaba acomodarse cerca de ella, reposando su cabeza en sus piernas Malú, reclamo su lugar al lago de su dueña que con algo de cariño acaricio su cabeza, lo hizo lento a medida que la canción de nuevo tomaba su ritmo, escucho de repente no palabrota en el aire, fue en ese momento que Jessica entendió que la música provenía de un lugar más cercano de lo que pensaba, su mente repaso sus vecinos de al lado, pero ambos apartamentos estaba ocupados por parejas casadas, demasiado ocupadas para ensayar música, fue en ese instante que abriendo la ventana tan solo un poco, se asomó al vacío, divisando la parte de delante de un piano que sobre salía de la puerta del balcón del apartamento de abajo del suyo, pese al viento y a los ruidos de la calle, podía escuchar con más claridad que antes el concierto anónimo de quien fuera que estaba tocando tan bella y un poco errada música. Jessica reposo sus brazos y su cabeza en el marco de la ventana, no le importo la brisa, reposo su cuerpo sobre el sofá y con mirada tierna observaba el atardecer por sobre el horizonte, el sol comenzó a desaparecer en el punto más lejano mientras sus rayos abandonaban las montañas del oriente y en la ciudad se abría paso la oscuridad, fue en ese momento que, acompañada por la música de Santiago, Jessica, observo una de las cosas que más amaba… el atardecer. Mientras Santiago, con los ojos cerrados sentía que tocaba desde su balcón a toda la ciudad, imaginaba que todo podían escucharlo, mas no le importaba si erraba una nota o dos, siguió con su concierto, mirando de reojo como la oscuridad cubría ya el cielo y los rayos del sol se hacían más ausente, dando paso al tono naranja de las calles de la ciudad. Santiago seguía tocando en el punto más alto de su concentración, Jessica lo escuchaba desde su ventana con la mirada perdida del sol que se marchaba ya ese día, las luces de los edificios comenzaban a sobresalir y con ellas los reflejos de las luces de los autos que pasaban por la calle, en un tráfico que apenas se estaba recuperando. De repente, en absoluta sincronización, el sol se marchó en definitiva bajo la mirada de Jessica que aún se hallaba en su ventana viendo hacia el horizonte, al mismo tiempo que la música llego a su fin y se apreció el silencio, como una ausencia de las tonadas que había acompañado a Jessica por varios minutos. Santiago finalizo su concierto de repente, pues siento que todo ya había salido dentro de él, coincidiendo con la ausencia del sol de esa tarde, en ese momento escucho en medio del silencio un sonido que sería natural para él, aunque no lo esperaba en ese momento, no podía creer lo que estaba escuchando, pues el choque de una palmas, los aplausos llegaban a sus oídos como una leve caricia, como si la misma ciudad le agradeciera por el grato momento, por su canción, más esto lo dejo intrigado, pues no tenía idea de quien podría regalarle tan grato aplauso, salió al balcón con el cuidado de no caer y se asomó hacia abajo, buscando la fuente de los aplausos, más Jessica quien había sido la que aplaudía, asomada en su ventana, al ver al joven quiso hacerlo más fuerte. Santiago volteo de repente su mirada hacia arriba y miro a Jessica asomada desde su ventana, la miro como quien mira un ángel, sorprendido, no supo que decirle al momento de verla.
—Me gustó mucho tu canción…—dijo Jessica en voz alta al dejar de aplaudir.
—Gracias…—respondió Santiago con modestia.
—Jessica… Me llamo Jessica— contesto ella con timidez.
—Y yo Santiago…—contesto el con timidez.
—¿Eres tú quien toca cada tarde…?—pregunto ella.
—si… casi todas las tardes… me disculpo si he sido inoportuno…—
—No, nunca lo has sido…—respondió de inmediato Jessica.
Ambos se quedaron en silencio en medio de la naciente noche de la ciudad, Santiago miraba el paisaje y Jessica le acompañaba con timidez.
—¿Quieres ir por un café?—le pregunto Santiago al volver a verle.
Ella no respondió, tan solo sonrió y asintió con su cabeza confirmando la invitación, enseguida ella abandono su ventana y entro en su apartamento, el entiendo la señal y enseguida corrió a su habitación para cambiarse de camiseta y perfumarse un poco, tan solo tomo n poco de agua y peino su cabello, salió de su apartamento al tomar sus llaves ya camino deprisa por el pasillo, tomo el elevador y en ese justo momento en que la puertas del elevador se abrieron, allí estaba Jessica, esperando por él, ella sonrió con naturalidad mientras el con timidez dio un paso en frente para entrar junto con ella, cada uno sonrió pero se ubicaron a cada lado del ascensor mientras este cerraba sus puertas.