La semana se esfumó y con ella la gala de Adal Müller llegó con la imponencia que solo un evento de su categoría podría provocar. El magnate alemán tenía buena fama, era uno de los dueños de la mejor empresa de construcción, fiel aliado de los Lacroix y de los Laurent a la par, pues Adal, también había creado mega construcciones para Antoine Laurent, el ochenta por ciento de sus casinos, habían sido construidos por él.
Lorraine estuvo toda la semana trabajando en una donación lo suficientemente costosa, como para generar amplias ganancias y también había revisado la lista de invitados, resaltando dos entre ellos quienes podrían pujar por su exótica donación, pues ella había preparado dos artículos. Uno que donaría de forma personal y el otro, la donación de su marido. Para la mala suerte
