—No mires.
—No voy a mirar—murmuró Giovanni.
—No hagas trampa, tampoco en el espejo porque voy a quitarme la toalla.
—No lo haré, no te preocupes, solo metete dentro de la espuma.
—Te dije que no era necesario venir, podía hacerlo con ayuda de Gertrude—replicó ella para luego apoyarse en las orillas de la enorme bañera y sentarse con sumo cuidado. Su marido quiso ayudarla, pero ella se negó a hacerlo. Gertrude le había preparado un baño con aroma a flores, un maravilloso olor que su cuerpo agradeció, todo estaba lleno de espuma y la funda en su pie protegía su herida del agua, el médico vendría más tarde.
—Y perderme de la vista, no gracias.
—¡Giovanni!
Una sonrisa apareció en los labios del magnate, quien se sentó en el escalón de la bañera mientras su esposa le daba la señal indic
