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Asesino corazón.

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intro-logo
Blurb

Después de un matrimonio sin amor, Emma se enfrenta a diversos problemas del corazón, aún no comprende al destino. Su vida da un giro de trecientos ochenta grados cuando conoce al joven Christian, un temible asesino y mafioso. Emma se enfrenta a un amor apasionado lleno de mentiras e intrigas, pero en la única persona que puede confiar es en su amado Christian.

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Capítulo 1.
Christian. Me encontraba sentado en una silla de un hospital, mis manos temblaban, el corazón me latía al mil por hora, siempre supe cómo controlarme pero esta vez era diferente. Observe a lo lejos que el doctor que atendió a Camila se dirigía a mí, enseguida me puse de pie, camine en su dirección y lo mire directamente a los ojos. —¿Cómo está Camila y mi hijo? — mi voz sonaba muy grave. —Camila está en observación — el doctor miró unos documentos que tenía en la mano. —El bebé lamentablemente falleció. —¿Cómo sucedió eso? — lo observe con odio. —Su esposa ingirió demasiadas pastillas para causar un aborto —el doctor metió sus manos a los bolsillos de su bata. —¿Dónde está?¿Puedo verla? — mi corazón comenzó a latir demasiado rápido. —Claro que sí, acompáñeme por favor — el doctor me guió hasta la habitación donde se encontraba Camila. Abrí la puerta y camine al interior de la habitación, observe que Camila estaba recostada en una camilla, sin pensarlo me recargue en un muro y la mire directamente a los ojos, se asustó mucho al verme de pie frente a ella. —Jamás pensé que serias capaz de asesinar a tu propio hijo —bufé del coraje. —Christian... yo... — no la deje terminar porque la interrumpí. —Te dije que si no querías al bebé me lo podías dar — mi enojo aumentaba. — Y tú simplemente decidiste quitarle la vida. —¡No estaba preparada para ser madre! — gritó con fuerza. —¡Eso lo hubieras pensado antes de abrir las piernas! — le di un fuerte puñetazo a la pared. —¡No me importa lo que tú digas! —Camila comenzó a llorar. —Tenías cinco meses de embarazo— dije casi en un susurro — Te prometí que jamás te faltaría nada, y mira... jamás imagine que eras una maldita perra. —No me insultes, Christian — Camila comenzó a enojarse— Recuerda que es mi cuerpo, además tu aun eres demasiado joven, puedes tener hijos con otra mujer. —Si cariño, me conseguiré otra mujer, porque tú, Camila, no vales nada—mis puños se cerraron con fuerza. —Algún día me lo agradecerás, Christian. —Espero jamás volverte a ver Camila, te deseo que todo te salga de la mierda —al instante salí de la habitación. Camine fuera del hospital y me subí a mi auto, conduje a toda velocidad. >, maldigo el día en que la conocí, fui un estúpido al enamorarme de ella, jamás perdonaré lo que me hizo. Siete años después. En la actualidad. Emma. Me levanté de la cama y me metí directamente al baño, me di una larga ducha, me enrolle en una toalla y salí del baño para cambiarme. Me coloque una falda ajustada de color rojo, mis piernas estaban al descubierto, una hermosa blusa de manga larga de color n***o de igual manera era ajustada, me coloque unos tacones color n***o, me maquille y rice mi cabello, mire el reloj y camine hacia la puerta de la habitación, baje las escaleras y entré a la cocina. —Hola buenos días, chicos —dije con una enorme sonrisa en mi rostro. —Hola Emma —respondió Matías. —Holis Emma —dijo distraído Ángel. —Su padre no llegó a casa anoche, ¿ustedes saben dónde está? — bebí un poco de jugo. —No sabemos dónde está, lo siento — respondió Ángel. —Está bien, los veo más tarde. Salí de la casa y subí a un auto, el chófer condujo hasta el gran Hotel Pierce, me encantaba mirar la hermosa entrada principal, sus enormes jardines con una arquitectura demasiado moderna. Mi padre se encargó de que el Hotel Pierce fuera el mejor de la ciudad de México, y ahora era parte de mi herencia familiar. Entre al Hotel, observe a todas las personas que se encontraban en la recepción, me encantaba saber que teníamos todas las habitaciones ocupadas sin ser época de vacaciones, muchos de nuestros clientes les encantaba hospedarse en este hotel. —Hola Emma, buenos días — dijo Erick. —Hola muy buenos días Erick, ¿Que tenemos para hoy? —dije caminando en dirección a mi oficina. —Pues el señor Jones tiene una reservación con nosotros y pidió hablar contigo personalmente — observó su agenda —Es un cliente nuevo ¿no? — levante una ceja. —Sí, así parece— Erick abrió la puerta de mi oficina —En cuanto llegue el señor Jones, lo traes a mi oficina por favor, Erick. —Claro que sí, querida — tomó asiento en una silla frente a mí. — Y el maldito de tu esposo ¿dónde está?. —No lo sé — mire mis uñas por un momento. — Ayer no llego a dormir. —De seguro esta con alguna zorra. —Probablemente. —sonreí un poco. —¿Cuándo será el día que te des cuenta que te mereces a alguien mejor que ese maldito hombre?. —Estoy segura que el hombre de mis sueños está por llegar. — tome mi celular. —Espero que no se tarde mucho. Erick salió de mi oficina dejándome completamente sola, comencé a trabajar en la computadora, tenía demasiado trabajo pendiente. El tiempo transcurrió demasiado rápido, cuando mire el reloj eran más de la una de la tarde, escuche que la puerta de mi oficina se abrió con brusquedad, observe a la persona que había hecho tanto ruido al entrar. —Hola Héctor —dije mientras me podía de pie. —Sí, sí, sí — estaba molesto. —Necesito dinero, ¡Ahora!. —¿Que te sucedió? — pregunté mientras cruzaba mis brazos. —Ayer perdí en el casino, un hombre demasiado adinerado me ganó. -—comenzó a acariciarse la nuca — Necesito que me des quinientos mil pesos. —¡¿Qué?! ¡estás loco! — dije enfadada. —¡Si, lo que escuchaste! — me grito. —No pienso darte nada de dinero — dije con determinación. —Eres mi esposa Emma y merezco que me apoyes en estos asuntos —comenzó a ponerse nervioso. —¡No Héctor! — grite con fuerza —Estoy harta de esta situación, no pienso darte ni un solo peso de mi dinero, busca a alguien más. —Tienes que ayudarme Emma. —Lo nuestro se terminó en este momento —lo mire directamente a los ojos. —Sé que me engañas con una chica menor que tú, y en verdad no me importa porque desde hace mucho tiempo deje de amarte, deje de esperar el amor que pensé que algún día me darías, solo me has hecho el amor dos veces en todo este año que estuvimos casados, simplemente... no merezco eso. —Te prometo que voy a cambiar — me tomó del brazo. —Suéltame, Héctor — camine en dirección a la ventana —Te advertí que perderías todo si seguías jugando en el casino. —Emma no me hagas esto —se puso más nervioso — Además estamos casados por vienes mancomunados. —Claro que no, Héctor, tu y yo estamos casados por vienes separados, así que no vengas a chantajearme. —¡Maldita seas Emma!. —Quiero que te largues en este preciso momento de mi vida, tus hijos y tu pueden irse a la mierda si así lo desean —me recargue en un muro de la habitación —Y quiero que te vayas de mi casa, ¿Escuchaste?. —No me puedes hacer esto, los chicos de adoran. —Eso no es cierto, ellos no son mis hijos y jamás me van a querer como una madre — sonreí de lado —Tu solo te casaste conmigo por interés, jamás me amaste y yo fui una tonta en creer en ti, así que quiero que desaparezcas de mi vida. —Te vas a arrepentir, Emma — en su rostro se nota a rencor. —No me importa tus amenazas, esto se termina ahora, así que lárgate. Enseguida Héctor salió de mi oficina dando un fuerte portazo, la puerta de cristal estuvo apuntó de romperse, camine hacia mí escritorio y escuché que alguien tocaba mi puerta. —Adelante —respondo. —Hermosa, ya está aquí el señor Jones —me mira un poco preocupado, Erick. —Te está esperando afuera, al parecer escucho toda la discusión con tu ex esposo — dijo casi susurrando. —No puede ser — mis mejillas se ruborizaron. —Lo siento, nena — Erick salió de mi oficina para mirar al señor Jones —Adelante señor Jones, la señorita Pierce lo espera. Me tranquilice un poco, mi respiración se normalizó y entonces levante la mirada para observar a un hombre demasiado atractivo, lo mire por varios minutos, no podía creer lo alto que era, podría jurar que medía 2.10 centímetros, pero eso no era lo mejor, lo mejor era que era demasiado guapo, casi al punto de ser irreal, no despegue ni un solo minuto la vista de él, su cuerpo era musculoso, tenía tatuajes en las manos, brazos, cuello y dedos, su cabello era color castaño claro, traía unas hermosas y bien definidas trenzas africanas en la parte de arriba de la cabeza por los lados su cabello era demasiado corto, tenía unos preciosos ojos grandes de color azul esmeralda, sus cejas eran medio pobladas pero se notaba que se las depilaba, su labios eran rojos y delgados, su nariz demasiado recta, su barbilla y mandíbula era cuadra y muy bien definida le daba un aire demasiado sexy. Su piel era pálida .Tenía un pequeño pendiente en el lóbulo derecho. En su rostro no se observaban ninguna imperfección, era perfecto, pero algo en su rostro no dejaba ver nada de su personalidad. Mire la ropa que traía puesta, unos jeans rotos de las rodillas de color blanco y una camisa de manga larga del mismo color, sus enormes botas color n***o estilo militar; las traía desabrochadas, en verdad que se veía demasiado sexy. Salí del trance en el que me encontraba y mire unos documentos que tenía en la mano, enseguida los dejé en el escritorio para poner atención a aquel hombre tan sexy que se encontraba sentado justo delante de mí. —Hola señorita Pierce — su voz era demasiado sexy. —Hola señor Jones, es un gusto poder conocerlo — le estreche su enorme mano. —De igual manera, es un gusto conocerla— sus enormes ojos me miraron. —¿En qué puedo ayudarlo?. —Me gustaría dejar unas cosas muy claras con respecto a mi estancia en este hotel — paso un dedo sobre sus ricos labios. —Claro que sí, estamos a sus órdenes señor Jones — me puse un poco nerviosa. —Solo le voy a pedir que el servicio a la habitación lo realicen por la mañana, cuando salgo al gimnasio, me gusta mucho mi privacidad — él se encontraba completamente tranquilo. —Está bien, ¿en qué horario desea que el servicio entre a su habitación? — pregunté con una sonrisa. —Me gustaría que fuera en el horario de nueve a diez de la mañana. —Claro que sí señor Jones, no se preocupe por ello — sonreí. —Muchas gracias —se puso de pie. —Estamos a sus órdenes, espero que disfrute su estancia con nosotros — estreche su mano. —Claro que sí. Observe como el señor Jones salió de mi oficina dejando un rico aroma en el aire, cerré mis ojos y dejé que el delicioso perfume embriagara mi cuerpo. Ese hombre era demasiado misterioso pero lo mejor era que es demasiado guapo, > Pero algo en mi interior se sentía diferente, no sé qué era pero sentía sensaciones que jamás había experimentado, con solo recordar lo nerviosa que estaba frente a él mis mejillas se ruborizan, no puedo creer que me puse nerviosa frente a un hombre. Siempre he sido una mujer segura de mi misma, a mi corta edad de 20 años gozaba de una buena autoestima, y realmente no dejaría que ningún hombre provocará sensaciones extrañas en mi cuerpo, me negaba a enamorarme de nuevo de un maldito hombre.

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