Lea observaba su salón con una sonrisa que se le desbordaba por los ojos. La madera clara, las cortinas de lino blanco, las fragancias discretas de jazmín y almizcle, los sillones de terciopelo rosa empolvado… todo era exactamente como lo había soñado. El estudio de imagen, protocolo y bienestar femenino que había abierto en La Roma ya estaba completamente consolidado. Las clientas llegaban por recomendación, y los horarios estaban siempre copados.
Mujeres elegantes, empresarias, artistas, esposas de diplomáticos, influencers del círculo social alto… todas querían una cita con "la licenciada Lea", quien ahora era conocida por su buen gusto, su trato distinguido y su discreción absoluta. El catálogo era exclusivo, privado, casi secreto. Ofrecían asesoría de imagen, sesiones de estilo perso
