MIA
Miro a Sasha, quien tiene rabia en sus ojos, pero no habla. Veo a la mujer poner nuestra comida y mirar entre nosotros. Sasha le da un gesto afirmativo y se va. Levanto mi hamburguesa, doy un mordisco y disfruto del sabor. Hace mucho tiempo que no como una hamburguesa. La pongo abajo y la miro.
—Dile todo —murmura Lyla en mi cabeza—. Yo me quedaré callada. Esta es tu historia. —La ignoro mientras trago la hamburguesa. Empiezo a hablar.
—Chloe. Su nombre es Chloe —digo, haciendo que Sasha me mire confundida, pero continúo—. Ella vino a la manada en busca de un nuevo comienzo. Vino con su madre y su hermana. Su hermana se fue después de encontrar a su pareja en un baile de gala.
Suspiro mientras me recuesto en el asiento.
—La manada los celebra todos los años, y cuando llegaron, Chloe actuó de manera extraña. Se mostró celosa de todos y quería que todos pensaran que era especial. Esa noche, puso su mirada en mí y decidió en ese momento que yo era la persona a la que iba a hacerle daño. Empezó a hacer comentarios despectivos sobre mi apariencia y a desanimarme siempre que podía —digo, sintiendo cómo mi estómago se revuelve mientras le cuento más sobre lo que me ha pasado—. Con el tiempo, Chloe hacía todo lo posible para destruirme diciendo a la gente lo que sea para que la escucharan, y cuando lo hacían, empezaron a acosarme como ella. Algunos miembros de la manada me despreciaron e incluso se unieron a lo que ella me hacía ese día. Ella quería apartarme. Algunas de las cosas que dijo no son verdad, pero algunas vienen de puertas cerradas, solo mi padre sabría.
El rostro de Sasha se endurece, pero no dice nada. Cojo una patata frita y la como, pero de alguna manera pierdo el apetito. Mis pensamientos se dirigen a lo que mis amigos me hicieron.
—Aidan, el joven Alfa, era mi mejor amigo y novio en ese momento. Sus mejores amigos son Darren y Lee —digo. Algunos recuerdos fugaces surgen de antes de que empiece todo el tormento. Los recuerdo protegiéndome cada vez que mis padres peleaban en la cocina, cuando pensaban que nadie escuchaba, pero todos lo hacían. Me sacaban afuera o subían el volumen del televisor.
—Así que todo comienza con una chica —murmura Sasha, luciendo ligeramente preocupada—. Supongo que tu padre le dice cosas para hacerte daño.
Asiento con la cabeza mientras continúo.
—Mis amigos se volvieron en mi contra en cuanto Chloe se unió a la manada. Aidan nunca me hizo daño, pero no los detiene. Darren es mi primo por parte de mi padre, pero cree todo lo que mi padre y Chloe dicen sin dudar. Lee siempre los sigue, pero ambos me sostienen mientras Chloe me inflige dolor o incluso se unen a ella en el ataque. —Una sola lágrima escapa—. Nadie sabía lo que estaba pasando en casa, todos me culpan por algo que no es culpa mía —digo. Doy otro mordisco a mi hamburguesa y levanto la vista para descubrir que ella ya ha terminado su comida.
Esta es la primera vez que me abro con alguien sobre el abuso que ha tenido lugar en la manada. No tenía a nadie con quien hablar, y algunos probablemente no se preocuparían por lo que me sucedió. Ni siquiera mis supuestos amigos.
Me aclaro la garganta y continúo.
—Mi padre les dijo a todos una noche en la casa de la manada que yo era la causa de que mi madre lo dejara porque era humana —susurro. Sasha jadea.
—¿Por qué…? —pregunta, pero se detiene cuando me mira y una sola lágrima escapa. Sasha pone su dedo en sus labios—. Continúa —susurra contra su dedo.
Sin decir nada, continúo de nuevo.
—No sabía qué había ocurrido entre mis padres, ya que en ese momento estaba con Aidan en nuestro lugar favorito. Cuando llegué a casa, mi padre estaba parado allí con una sonrisa, pero no había señales de mi madre —digo mientras un escalofrío recorre mi espina dorsal ante la sonrisa sádica que mi padre llevaba en los labios.
—Una vez que Aidan se fue, mi padre me arrastró hacia adentro y esperó hasta que Aidan estuviera fuera de oído. Me agarró fuerte y me dijo que ella se había ido y nunca volvería. A lo largo de los años, supe que algo estaba ocurriendo entre ellos, y tenía una idea aproximada de por qué mi madre se fue, pero no tenía pruebas. La noche en que se fue, me dijo que me amaba, y eso fue todo —digo mientras trago un poco de café tibio—. Mi padre estaba enfadado, pero me dijo que nos mudaríamos de la casa de la manada. Cuando lo hicimos, consiguió la cabaña más pequeña que pudo encontrar y lejos de todos en la manada.
»Cuando nos mudamos, ahí fue cuando todo comenzó —murmuro, mirando hacia abajo en el plato—. Comenzaría con unos pocos golpes al estómago al principio. Él repetiría todo todas las noches, y cambié de la noche a la mañana. Se aseguraba de que nadie pudiera ver los hematomas, ya que me golpeaba donde nadie podía verlos. Inventaba excusas sobre que yo no quería venir a la casa de la manada. A nadie le importaba porque comenzaron a creer todo lo que Chloe les decía. Pasé de ser una chica extrovertida a una cobarde de la noche a la mañana debido a dos personas —digo.
»Mi padre me golpeaba fuertemente y luego se marchaba la mayor parte del tiempo quedándose en la casa de la manada. Había un rumor de que estaba con alguien, pero nunca descubrí quién era —susurro—. Una noche, me recuperé de su golpiza, y él apareció muy, muy borracho. Debe haber bebido ocho botellas de whisky, porque cuando llegó a casa, me golpeó y me hizo caer al suelo. Esa fue la primera vez que trajo un arma a casa desde la cárcel.
Un gruñido en mi cabeza estalla cuando Lyla se acerca. No ha dicho una palabra desde que empecé a contarle todo a Sasha. Cuando él empezó a traer armas a casa, yo la bloqueaba.
Sasha gruñe, sacándome de mis pensamientos para que la mire.
—Mia, no tienes que contarme qué pasó —dice ella.
La miro y niego con la cabeza.
—Esta es la primera vez que me abro sobre todo esto con alguien; necesito sacarlo —digo con voz temblorosa. Su cara se queda en blanco por un momento, pero luego vuelve.
—Acabo de enlazar mentalmente a la manada para decirles que tal vez llegaremos una hora tarde o algo así.
La miro y asiento. Me quedo callada un rato y observo cómo Sasha se sirve algo de mi comida. Ni siquiera puedo dar otro bocado a las papas fritas después de la hamburguesa. Sasha me mira.
—Mia, ¿te dejaron pasar hambre allí? —pregunta, pero no le respondo. Sus ojos se quedan en mí, pero no dice nada por un momento mientras obtiene su respuesta—. Eso explica muchas cosas, Mia. Tu estómago se ha encogido y solo puedes comer cantidades pequeñas —agrega ella con expresión de enfado. Me quedo quieta.
¿Se está enfadando conmigo? Los ojos de Sasha se suavizan y ella niega con la cabeza.
—Esta ira no está dirigida a ti en absoluto, amiga mía —murmura—. Está dirigida a todos los de la manada.
Le dedico una pequeña sonrisa.
Se escuchan pasos a un lado, y levanto la vista y veo a la camarera de antes. No digo nada mientras la observo llevarse los platos. Miro a la mujer mayor, que me mira con pena cuando vuelve a mirarme.
—Ha estado escuchando tu historia, Mia —susurra Lyla—. Es una loba y creo que es parte de la manada.
La miro fijamente. Pensé que estábamos a una hora de distancia, ¿cómo podría haber un m*****o de la manada aquí?
—Aquí, cariño, toma una galleta gratis —dice la mujer mayor, sacándome de mis pensamientos y dándome la galleta.
Tomando la galleta de su mano, la miro mientras se aleja con los platos y los lleva de vuelta al mostrador.
Mirando de nuevo a Sasha, ella me sonríe.
—¿Vamos a ir a la manada? —pregunta.
—¿Cómo es que ella es de la manada? —suelto de repente, haciendo que Sasha se quede quieta mientras me observa. Sasha suspira.
—Algunos miembros de la manada trabajan y viven, a veces, fuera del territorio —dice—. Tenemos mucha tierra. Más que tu manada.
No digo nada mientras la miro. Sasha se levanta del asiento y me mira.
—Eres muy valiente, Mia —dice—. Debe haber sido difícil soltarlo todo frente a mí. —Manteniendo mis ojos en ella, asiento. Sasha levanta la vista y luego vuelve a mirarme—. Iremos a la manada —agrega—. Creo que necesitas sentirte segura.
Lyla está cerca y suspira.
—Lo está intentando —susurra.
Salgo del asiento, sigo a Sasha fuera de la cafetería y nos dirigimos al coche en silencio. Cuando nos acercamos al coche, miro detrás de Sasha y observo la cafetería.
La mujer no está junto a la puerta y me mira fijamente.
Algo en ella me resulta familiar, aunque no esté mirándola. Pero eso no puede ser, ¿verdad?
—¿Dónde empieza la manada? —suelto, recordando lo que Sasha acaba de decirme. La miro y me sonríe.
—Justo antes del letrero, ese es el comienzo de la zona despejada del lado norte —dice y mira por encima de su hombro hacia la cafetería—. La cafetería es propiedad de los padres del Alfa Sam. Compraron la cafetería como trabajo de jubilación.
Sus ojos vuelven a mí, pero yo miro hacia la puerta y veo a la anciana parada afuera, sonriéndonos.
Observo cómo se acerca a mí y se detiene no muy lejos. La anciana pone su mano y agarra la mía, haciéndome tensar al sentir su contacto.
—Soy la madre del Alfa Sam, Luna Sarah —dice—. Mi esposo y yo nos retiramos de la manada, pero nos gusta mantenernos ocupados. Esta cafetería es nuestra. Eres más que bienvenida a venir aquí cuando quieras.
Estrecho su mano y le dedico una pequeña sonrisa.
—Es un gusto conocerte, Luna —digo.
La Luna Sarah se ríe un poco.
—Tonterías, cuando estamos solo nosotras tres, solo llámame Sarah —dice, lo que me hace mirarla confundida—. No creo que a la nueva Luna, Luna Sadie, le agrade mucho que recupere mi antiguo puesto.
Miro confundida a ambas. Luna Sarah era la antigua Luna, lo que hace que Luna Sadie sea la pareja del Alfa Sam.
—No importa. Mia, Luna Sadie y el Alfa Sam te están esperando, y también alguien más —dice Luna Sarah, lo que me confunde aún más al mirarla.
—¿Quién? —pregunto, mirando entre Sasha y no dicen nada.
—Vamos —dice Sasha mientras abre la puerta del coche.
Permanezco parada en el lugar, Luna Sarah me mira y sonríe.
—Sabes dónde encontrarme, Mia —dice—. Espero verte de nuevo. —Le asiento con la cabeza y observo cómo Luna Sarah se da la vuelta y regresa a la cafetería.
La miro, pero abro la puerta del coche y subo. Cierro la puerta y observo a Sasha, tratando de entender qué demonios está pasando, pero ella se ríe.
—Todo cobrará sentido cuando lleguemos a la casa de la manada —dice, arrancando el motor—. Y no te preocupes, no tardaremos en llegar. —No digo nada, pero Sasha sonríe y continúa—. Creo que a mi hermano le encantará saber que su coche está en las manos más seguras de todas.
Mis ojos se abren de par en par, pero no puedo evitar estallar en risas.
—¿Este es el coche de tu hermano? —pregunto mientras ella asiente y sonríe.
—Sí, los dos lo compartimos. Aunque mi hermano cree que el coche es más suyo que mío.
Asiento. Sasha da la vuelta al coche y se endereza. Miro en el espejo lateral hacia afuera y veo a un hombre mayor junto a Sarah; su expresión me resulta familiar, pero no sé dónde ni cómo.
El hombre mayor debe ser el padre del alfa Sam, el antiguo alfa. Parece estar feliz y triste al mismo tiempo. Tiene la mano sobre el cristal mientras Luna Sarah entra, pero mira hacia el coche y sigue mirándome directamente.
El coche se aleja y veo cómo el café desaparece a lo lejos.