Al correr la cortina, pasan de dos en dos.
El aroma abrumador del azúcar y de los dulces les da la bienvenida.
Las velas brillan, esparcidas por la habitación en grandes grupos que se derriten.
Las luces parpadean.
Los truenos retumban.
Los pájaros graznan, agitando las alas, y se mueven desde las altas ramas negras que los cubren.
Barbie mira hacia arriba, curvando su labio.
—Si me cagan, me voy a cabrear—. Mira al techo y se pasa las manos por la falda y los muslos.
Un cacareo viene de su izquierda, y Barbie salta, poniendo una mano en su pecho. Dejando escapar un suspiro, da una patada a las cabezas de calabaza brillantes que rodean el arco bajo el que se encuentra. Los tallos de trigo se balancean y crujen por la presión y el viento que ella crea.
El Sr. Esqueleto se acerca y
