A la mañana siguiente enfundado en su traje gris la estaba esperando en el salón con algo de impaciencia. Ella entró con su sombrero de ramas secas tejidas conteniendo sus risos atados simplemente por una pequeña cinta roja. Llevaba una camisa color rosa sencilla de mangas cortas y falda amplia roja de cuadros. Pensó por unos segundos en lo linda que se veía incluso con su cara de sorpresa antes de sonreírle con diversión acercándose. De su brazo colgaba la cesta en donde llevaba siempre algo de comer y colocaba las flores que le llevaba a sus padres
- Pretendo acompañarte aunque estés muy enfadada conmigo. Prometo no opinar nada mas si tu y Darren... en fin es tu decisión
- No estoy enfadada Donovan– le dio la cesta y sonrió – ¡vamos!. Voy a cortar las flores –
Y como un castigo impuesto en el inmenso jardín ella estaba cortando las flores sin hablar mientras él sostenía la cesta. Hasta que sin mirarlo ella rompió el silencio y le pregunto
– ¿Hablaste con Elisa?
- ¡No!, anoche... - la realidad era que nunca entro a la casa grande en toda la noche, pero no se lo diría – no pude
- No quiso abrirme la puerta esta mañana, ella sí que está muy enfadada conmigo – se encogió de hombros - no quiero darle esperanzas a Darren así que si acepto una cita será para dejarle claro que no tengo intenciones de aceptar que me pretenda, mucho menos si esto causa conflictos con Elisa
- Gracias al cielo estaba concentrada en las flores y no podía ver su sonrisa satisfecha – hablare con ella de todos modos, no te preocupes.
Luego de allí fueron al campo santo a pesar de que ella dijo que no era necesario insistió. Observo con atención con las manos dentro de los bolsillos como con dedicación retiraba las flores muertas de una semana para colocar las nuevas, limpiando las lapidas con el cariño de una caricia. Al terminar besaba los dedos de su mano para transmitirlo a cada fotografía circular una al lado de la otra y pensó en las de sus propios padre y en el larguísimo tiempo que no hacía algo parecido. De ello se encargaba Roslin y es que no vivieron lo suficiente a su lado como para llegarlos a recordar de ese modo.
- Quizá no lo recuerden, pero está aquí. Doni me ha acompañado hoy para espiar sus culpas – rió
- No es cierto de verdad quise hacerlo – se sentó junto a ella en el pasto verde con la incomodidad de su vestimenta mientras se dirigía a la foto de sus padres
- Ahora es un doctor muy serio ya se los había dicho. No tiene tiempo para correr por el prado, ni subir arboles y ha olvidado como reír de verdad.
- Caille... no digas eso. Es solo que.. ya no somos niños
- Él ya no es un niño, yo lo sigo siendo. Es probable que tampoco los recuerde a ustedes – dejo escapar una risita divertida
- ¿Te das cuenta de que sigues enfadada? Y para tu información si los recuerdo – ella era la mujer más bonita que había visto parecía una princesa. Apenas tenía ocho años y tu padre... me daba miedo. Se veía realmente aterrador siempre con ese uniforme impoluto, impecable, alto, fiero con las armas que descansaban en sus costados. Lo admiraba... - se recostó apoyando sus manos en el pasto mirando la fotografía un minuto en silencio - recuerdo que me cuadraba en saludo militar cada que nos visitaban, quise por muchos años ser como él al crecer
- Lo sé – musito en voz baja con tristeza
- Pero desistí. Por ti – ella giro y lo miró fijamente
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Llevaban un par de horas buscándola por toda la casa grande y no aparecía. Roslin había entrado en pánico porque solo pasaba los fines de semana a su cuidado y no podía encontrar a una niña de 10 años. Donovan también estaba buscándola con mucha preocupación.
El adolescente había terminado sus estudios y se iría pronto. Cuando lo supo simplemente corrió y nadie había podido alcanzarla y mucho menos encontrarla, algo la había molestado cuando Donovan anunciaba a su familia su decisión.
Después de un rato de búsqueda, preocupado el joven se sentó encajando las manos en su cabeza para tratar de pensar en donde podría estar. Luego y casi enseguida lo supo, corrió a través del jardín y dio vueltas más allá del prado silbándole como era su costumbre al jugar. Era aquel silbido tan característico de la codorniz y por unos largos minutos no recibió respuesta, hasta que al fin la escuchó. Siguió su sabido hasta dar con ella trepada en una rama alta, más alta de lo habitual. Por primera vez después de acostumbrase a verla trepar sintió como su corazón daba un vuelco
- Caille baja de allí, está muy alto ¿y si te caes?
- ¿Quién eres? – grito sin mirarlo
- Por favor déjate de juegos, todos están preocupados. Baja ahora mismo
- No te escucho... y no sé quién eres tu – volvió a gritar
- Resoplo para sí comenzando a exasperarse – Gaëlle, no es un juego – al ver que la chica no respondía ni se movía para bajar decidió subir por ella, poco a poco con máximo cuidado.
Ya no era un niño que ignoraba las consecuencias del peligro, era casi un hombre. Llegó hasta ella con enfado por su infantil actitud y se le encogió el corazón, no lo miraba, pero podía claramente verla llorar. Sus lágrimas caían sin emitir ningún sonido con un dolor profundo. Se sentó unos minutos sin decirle nada y luego con tristeza tomo su pequeña mano
– no quiero dejarte. No te estoy abandonando Caille
- Lo sé – murmuró
- ¿Entonces por qué estas así?. Yo.. no me gusta verte llorar
- No estoy llorando – replico con rabia
- Si lo estas pequeña mentirosa – acaricio su mejilla limpiando una lagrima
- Eso no te importa, si te importara si lloro o no simplemente no harías esa tontería
- No es una tontería, es lo que quiero hacer de mi vida
- Entonces vete
- Retiró su mano con tanta brusquedad que se tambaleo sobre la rama haciendo que el corazón de saltara en el pecho –¡basta! Bajemos de aquí, yo no lo hare sin ti
- ¡Vete ya! – grito llorando con más fuerza entre sollozos
- Se sentía impotente – ¿por qué haces esto?
- ¿No lo ves? No puedes hacernos esto a todos Donovan no puedes ir a el ejercito. Morirás... Morirás como mi padre - lo miró duramente - puedes hacer cualquier cosa ¿y tenias que elegir esto?. No sabes lo que siento, lo que se siente ver partir a alguien que quieres hacia el peligro seguro
Por primera vez reparo en como afectaba al resto de la familia que quisiera enlistarse. Ella le conto secando sus lagrimas como recordaba aquella vida, los soldados heridos, la zozobra. Aunque su madre trataba de mantenerla al margen era imposible, apenas tenía 6 años cuando su padre estaba en una batalla imprevista en la que Francia se vio envuelta. Escucho las detonaciones toda la noche y a la mañana siguiente su madre estaba tan preocupada de que le hubiese sucedido algo a su esposo que corrió por los campamentos desesperada. Las imágenes por siempre quedaron grabadas en la pequeña niña y luego... cuando ella murió su padre las había llevado a Londres. A su madre para que descansara en el lugar en el que habían prometido ser felices y a ella para dejarla, lo que creyó que sería un tiempo fue para siempre.
Llego buscando consuelo y ayuda de sus amigos, de el hombre que consideraba como su hermano y su esposa. No quiso dejar a su pequeña con la familia de su madre pues hacía muchos años la habían repudiado. Con ello les insistió que se trasladaran a la casa grande y ellos a su vez insistían que la dejara quedarse para ser educada en casa, pero él de carácter fuerte y decidido la llevo con las monjas en el mismo colegio en donde su madre se formó los últimos años de su educación. Si hubiese sabido que sería la última vez que se verían, si él no hubiese muerto en esa guerra..
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Caminaba con pasos lentos con su pequeñita de la mano. En la otra tenía su maleta mientras la madre superiora los hacía pasar a el salón y los dejaba para despedirse unos minutos tomado distancia. Colocó la maleta en el suelo y la sentó en una silla de madera. Arrodillado aparto un mechón dorado ensortijado y acaricio su suave mejilla
- En este colegio estudio tu madre, ¿recuerdas las historias que te contaba de sus amigas de fraternidad y que eran como sus hermanas de historias? - la vio asentir con una pequeña sonrisa - pues harás hermanas aquí, también te enseñaran todo lo que necesitas para la vida, matemáticas, letras, historia, y podrás elegir más adelante si quieres enseñar como lo hacia ella con los niños en Francia.
- ¿Tu a dónde vas? ¿vendrás por mi pronto? - miro como suspiraba y se le llenaban sus ojos de lagrimas. No respondía. Así que acaricio su rostro como gravándose cada detalle. Su cabello oscuro, el bigote áspero bajo su nariz, y sus ojos claros como los de un gato
-Tomó su manito y dejo montones de besos en ella secando rápidamente una lagrima traicionera - cuando vuelva nos iremos a la playa, haremos un castillo enorme de arena - la vio al fin sonreír ampliamente - prométeme que nunca dejaras de sonreír Petite Caille. Prométele a tu padre que pase lo que pase siempre serás esta niña llena de sonrisas y luz
- Te lo prometo papa - y con eso se abalanzo a su cuello en un abrazo fuerte, uno que no querían dejar pues en sus corazones existía aquella leve sensación de no volverse a ver
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Pero debieron hacerlo, debían dejarse ir mientras la madre tomaba su mano y veía a su padre caminar al pasillo. Se giro para lanzar un beso con su mano y no volver a atrás. Conservaba como un tesoro su retrato, su medalla de honor y su uniforme. La medalla la tenía en el bolsillo y tras el silencio de Donovan apoyado sobre la alta rama después de contarle aquello la saco y se la extendió
- Prométeme que no iras al ejercito, por favor Doni. No quiero perderte también
- Giro aquella estrella dorada en sus manos y la acaricio mientras ella esperaba su respuesta y él solo podía ver sus bonitos ojos enrojecidos por el llanto - Te lo prometo. Serviré, pero de otra forma. Te prometo que nunca sabrás que tomé un arma para dañar a otro ser humano - puso en su mano la medalla y ella sonrió de esa forma que hacía que se iluminara cualquier día gris, y se disiparan las tormentas
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Acaricio el retrato en la lapida de su padre y de súbito se levanto mirando a Donovan
- Deberíamos volver. No quiero que se haga tarde y...
- ¿Ahora?, pero es temprano... ¿Qué te parece si vamos al mirador del este?. Está cerca y Caille, aún podemos comer esto que trajiste...- revolvió las cosas de la cesta
- Puso los brazos en jarra y se echo a reír - ¡Doni! ¿así que has vuelto oficialmente? - lo observo levantarse sacudiendo la grama de su fina ropa y mirarla
- ¿Y bien? - extendió su mano pidiendo la suya - ¿vamos? - al fin tomo su mano y sonriendo asintió
Pasaron un momento que habían repetido antes muchas veces comiendo frutas entre risas en aquel conocido mirador. Así se les fue volando el tiempo sin darse cuenta hasta que Gaëlle miro el sol repentinamente muy bajo. Casi corrieron de vuelta a la casa grande y al entrar se encontraron con una Roslin bastante enfadada con el ceño fruncido cruzada de brazos
- ¿Se puede saber en donde estaban?
- Se nos hizo tarde madrina lo siento mucho - dijo Gaëlle sin poder disimular la sonrisa
- Fue mi culpa Roslin fuimos al mirador. La acompañare al Colegio - su hermana frunció la boca
- Iré por mis cosas no tardo
- Yo voy a cambiarme, parece que me arrastre por todo el pasto - sonrió
Luego que ambos pasaran por su lado Roslin esbozó una sonrisa, de pronto miro a los mismos niños traviesos de antes y juntó las manos en una silenciosa plegaria.
Como lo prometió Donovan la acompaño al colegio. Se dieron prisa para llegar a tiempo rodeando la entrada para bajar unas escalinatas al patio de entrada, entonces ella se detuvo de golpe y retrocedió con angustia. Miraba el lugar en donde se encontraban las otras chicas escondida detrás de un pequeño árbol
- ¿Que te sucede?, vamos o llegaras tarde
- Yo puedo ir sola desde aquí, ¡adiós! - tuvo intenciones de dejarlo, pero él la detuvo
- No, no.. espera... - camino hasta la entrada y no vio nada extraño, solo chicas reunidas para entrar al colegio - no hay nada allí..
- Sin poderlo evitar su grupo de amigas ya los habían visto, estaba nerviosa y dudaba en continuar - ya no hay nada que hacer nos vieron
-¡Claro que nos ven no somos invisibles Caille! - al verla tan rara y nerviosa se acerco buscando su mirada y le pregunto - ¿qué está pasando realmente?
- Es que hice algo... bueno no lo hice, lo dije - sus amigas se reunían abajo mirándolos entre cotilleos y risillas, chasqueo la lengua - somos una fraternidad y he estando contando una historia. Sobre ti - lo miro a través de sus pestañas
- No podía evitar sonreír, era de seguro alguna travesura y se veía exactamente como la recordaba cuando hacia alguna, la conocía muy bien - ¿qué clase de historia?
- eso no importa...
- ¿Ah no?. A mi si me gustaría averiguar y si no vas a decírmelo lo mejor será preguntarle a ellas directamente - hizo las veces de bajar hasta ellas, pero lo detuvo
-¡No! yo te lo diré pero no te enfades conmigo. Es que... todas nos confiamos secretos, cosas que son un poco privadas y yo.. no tenía nada que contar. No sabía que decirles no tengo secretos... entonces... - lo miró dudando en continuar - comencé a contar la historia de un amor, un amor secreto y... - la miraba esperando que continuara - les dije que eras mi amor secreto - lo escucho reír como hacía mucho no lo hacía. Se cruzo de brazos y lo miró entrecerrando los ojos
-Entonces... - miro hacia las chicas que no disimulaban que estaban de espectadoras - soy tu amor secreto o no tanto
- ¡Evidentemente no!, pero fue lo que les dije
-¡Bien!... voy a dejar que continúes sola y con tus historias
- Se quedo perpleja cuando se acerco y cerró los ojos alzando sus labios hacia ella - ¿¡qué haces!?
- Sin abrir los ojos le hablo - espero que me des un beso de amor - así tendrás confirmación de lo que les cuentas
- Lo empujó suavemente riendo - ¡ya basta no te hagas el gracioso!
- Está bien amor, yo te daré uno decente no quiero dañar mi reputación en tu historia - se acerco a ella y lentamente besó su frente. Aquel beso y cercanía le pareció que duro demasiado. Ella se alejo y sin sonreír comenzó a bajar las escalinatas
- Adiós Doni - se despidió con la mano y al girar observo la ansiedad de todas por una nueva historia de ese fin de semana
Él se quedó un rato allí observándola sin dejar de sonreír con las manos en los bolsillos. Luego y muy pronto pareció volver a la realidad, cerró los ojos con fuerza y dejo escapar el aire. No todo eran fantasías y risas.