Peligrosamente borracho

2348 Words
WESTON Horas después, estoy borracho. Ni hablar. Estoy borracho y estoy vorazmente cachondo. Y estoy atrapado en la recaudación de fondos con una mujer con la que no quiero tener sexo. La velada ha sido encantadora. Exactamente lo que había estado buscando. Gente hermosa e importante reunida en una zona, los influyentes y los ricos codeándose, dándome este punto de entrada tan necesario al mundo de los negocios de Louisville. Tengo muchas tarjetas de presentación para contarlas en el bolsillo de mi pecho. He estrechado innumerables manos. Y ahora, sentado, borracho y abrigado, en la gran mesa para ocho personas, desocupada excepto por mí y un gestor de inversiones que había charlado conmigo durante una hora entera durante la cena, no puedo pensar en nada más que hacer que molestar a Amelia. Todas las mujeres han huido al baño o a la pista de baile. Krista ha hecho un buen trabajo distrayéndome durante la noche, al igual que todas las demás personas que he conocido y con las que he charlado, pero no hay forma de borrar por completo a Amelia de mi mente. Solo soy humano. Mi fuerza de voluntad tiene límites. Y yo he alcanzado los míos. Saco mi teléfono del bolsillo y escribo un mensaje rápido. Weston: ¿Cómo va todo? Amelia responde casi al instante. Miro la hora; son más de las nueve. Amelia: Genial. acabo de acostar a Emma. Estaba muy cansada y se inquietó mucho a la hora de acostarse. Weston: ¿Quizás porque no estoy allí? ¿Qué estás haciendo ahora? Hay una pausa antes de que responda, y me doy cuenta de que ahora estoy totalmente en la mesa. Veo a Krista al otro lado de la habitación, con su sonrisa eléctrica en exhibición mientras deleita a un pequeño grupo con alguna anécdota. Amelia: Solo sentada aquí leyendo. Weston: Deberías terminar el vino que te deje. No dejes que se desperdicie. Amelia: ¿Estás seguro? Weston: positivo. Es excelente. Lo disfrutarás. Dejo el teléfono y apoyo los codos en la mesa mientras me masajeo la cara. No sé qué estoy haciendo, solo que necesito volver a la cabeza y el corazón de Amelia más de lo que necesito aire. Estoy lo suficientemente borracho como para ignorar las repercusiones y todas las razones por las que esta es una idea horrible. ¿Por qué intentar reabrir la puerta con una ex? ¿Especialmente cuando te dejó? ¡Y quien está comprometida! Nada tiene sentido. Me impulsa este básico impulso de acercarme a Amelia, como un bonobo demasiado excitado que simplemente no puede alejarse de la hembra con el trasero más regordete. Me impulsa más cerca de Amelia, desesperado por algo que ella no entiende del todo. Tal vez un cierre. Tal vez solo quiero un último beso. No tengo ni idea. Krista regresa entonces, deslizándose hasta atrás en su silla, recordándome que necesito concentrarme en el presente. Necesito concentrarme en esta hermosa mujer que felizmente tomaría mi polla hasta su garganta tan pronto como le diga que estoy listo. Pasa una mano por mi espalda, con la preocupación grabada en su rostro. –¿Estás bien? – Abro la boca para responder, pero descubro que no puedo darle la respuesta despreocupada que había planeado. –Han sido unos meses difíciles– Las comisuras de su boca se curvan hacia abajo. –¿Te estás emborrachando y poniendo triste cariño? – Me incorporo con una risa. –Tal vez un poco. Es raro estar aquí sin mis hermanos. Pero así es la vida, supongo. Las cosas no siempre salen según lo planeado– La mano en mi espalda se desliza hacia arriba. Sus dedos estan fríos mientras acaricia mi nuca. –Por eso necesitas a alguien que te distraiga– Sostengo su mirada por un momento, comprendiendo el significado detrás de sus palabras. Ladea la cabeza, inclinándose más cerca. –¿Puedo hacerte sentir bien, Weston, cariño? – Su aliento golpea mis labios, su mano libre se desliza hasta mi muslo. Mi teléfono vibra sobre la mesa, rogándome que lo mire. Tiene que ser Amelia. Pero Krista está prácticamente montándome, aunque no parecemos fuera de lugar. Parecemos borrachos y felices. Alguien se acerca a la mesa, llamando a Krista. Ella se aparta de mí y enciendo mi teléfono. Amelia: Dios mío, no mentías. Esto es fenomenal. Me siento borracha con un tercio de copa. Weston: Al parecer, no bebes suficiente vino. Supongo que tenemos que cambiar eso. Amelia: El cuidado de borrachos no se menciona en las reseñas de 5 estrellas de Las niñeras de Aurora en Yelp. 😂 Weston: Fuera del horario laboral es un juego limpio. Y con suerte me recomendarás como empleador simplemente por mi exquisito gusto por el buen vino. Reviso mi carpeta de fotos y envío una foto que tome esta noche de Krista y yo sostenido una copa de vino. Nos vemos increíbles, el lugar brilla detrás de nosotros y es el sueño de cualquier recaudador de fondos en r************* . Está relacionado con el vino. Pero también le recuerdo a Amelia con quién estoy aquí. Amelia: Espero que lo estés pasando bien. Pero no necesitas de presumir de tu cita. Weston: Interesante elección de palabras. Y si te conozco, no fueron un error. Me paso la lengua por los dientes, evaluando la fiesta por un momento antes de decidir mi siguiente respuesta. Amelia: Se supone que no me conoces, ¿recuerdas? Weston: Aquí también se aplican las reglas fuera del horario laboral. Esto es sobre el vino, pero aparentemente has olvidado todas esas veces que has presumido de ese pequeño anillo delante de mí. Mi corazón late con fuerza cuando presiono enviar. Coloco el teléfono en la mesa, frotándome la mandíbula, disolviéndome de la anticipación de como responderá. Se han disparado disparos. Y estoy desesperado por entrar en la pelea. Amelia: Siempre lo llamas pequeño. ¿Cómo puedo presumir de algo tan pequeño? Weston: Parece que encuentras la manera. Amelia: ¿Debería ir a pedirle a Caleb uno más grande? Frunzo el ceño hacia mi teléfono. Así que su nombre es Caleb. Ya suena como un imbécil insignificante e inútil. Weston: Si tienes que pedir una mejora de un anillo de compromiso, entonces te estás casando con el hombre equivocado. Amelia: Solo eres un barril de sabiduría. ¿Alguna idea de donde está el hombre adecuado? Cierro los ojos con fuerza, esforzándome por no llevar esto demasiado lejos. Weston: No lo he visto. Lo siento. Amelia: Si tan solo un buen matrimonio dependiera del tamaño del anillo. La vida sería mucho más sencilla. Weston: Tienes suerte de que no sea así, Amelia: Tendré curiosidad por ver qué tipo de anillo le regalarás a Krista algún día. Weston: Me aseguraré de presumir de ello cuando lo haga. Desafortunadamente para ti, si te hubieras quedado por el hombre adecuado, podrías haberlo visto tu misma. Guardo mi teléfono en el bolsillo, con la intención de no participar en esa conversación ni un segundo más. Estoy borracho. Demasiado borracho, me doy cuenta ahora. peligrosamente borracho. He abierto de golpe la única puerta que había jurado mantener bien cerrada. Krista regresa hacia mí, agachándose para poner su boca cerca de mi oído. –¿Deberíamos salir de aquí? – Me pellizco el puente de la nariz, preparándome para darle mi respuesta. No le va a gustar. Y a mi polla tampoco. –No me odies– comienzo. Me da un golpe con su bolso. –Oh, vamos– –Algo que comí esta noche no me sentó bien– Mentiras. Solo estoy un poco obsesionado con la niñera de mi sobrina, eso es todo. –¿Lo dejamos para otra ocasión? – Entrecierra los ojos y apoya las manos en las caderas. –Estaría enojada contigo si no fueras tan guapo– Le dedico una sonrisa. –Y aunque estuvieras enojada, no lo estarías por mucho tiempo– –Me conoces demasiado bien– Me hace un puchero exagerado. –Pero estoy triste. No me hagas esperar mucho, ¿de acuerdo? Ahora estás de vuelta en mi zona, quiero verte más– Me pongo de pie, llevando mis labios a su frente. –Lo prometo– Eso es lo máximo que sacará de mí. Lo máximo que puedo darle: mentiras. Cuando Amelia está sola y medio borracha en mi apartamento, solo hay un lugar donde puedo seguir existiendo: con ella. Me separo de Krista, ya que dijo que tomaría un Uber de regreso a casa después de ir un poco tiempo más al bar, y me apresuro al estacionamiento. Entro en el estacionamiento subterráneo de mi edificio quince minutos después. Estoy en la puerta principal a las diez y media. Si me quedaran neuronas para concentrarme en algo que no esté relacionado con ver a Amelia, me habría dado cuenta de lo lamentablemente temprano que es. especialmente para una noche en la que se supone que debería salir por la ciudad. Abro la puerta. Mi mirada se posa en Amelia, acurrucada en un sillón cerca de los grandes ventanales. Se agarra el pecho. –¡Dios de las alturas, me diste un susto de muerte! – Me quito el abrigo en la puerta principal y tiro las llaves del coche en el pequeño cuenco cerca de la puerta. –Lo siento. No era mi intención. ¿Debería traer el limpiador de tapicería? – Amelia todavía se agarra el pecho. Se había acurrucado con un libro, con una manta gris y peluda sobre su regazo. –En realidad no oriné. ¿Por qué estás aquí? – Me río, cogiendo la botellas de vino y otra copa, de camino hacia ella. –Por que vivo aquí. ¿Alguna otra pregunta? – Parpadea rápidamente, mirando más allá de mí, hacia la puerta principal. -Es que…no pensé que volverías esta noche– su mirada va de la puerta a mí. –¿Dónde está tu cita? – –¿Por qué tienes tantas ganas de saberlo? – Me dejo caer en el sillón frente a ella, vertiendo más vino en su copa vacía y luego en la mía. Levanto mi copa, animándola a hacer lo mismo. Su garganta se mueve y toma la copa que he llenado. –Solo me preguntaba si debería haber traído tapones para los oídos o no– murmura mientras choca su compa con la mía. Bebo un sorbo de vino y luego lo dejo en la mesa de centro entre nosotros. –Oh, por favor. ¿Crees que alquilaría un apartamento con una construcción tan inferior? – Bebe un sorbo de vino con recato, con la mirada fija en mí, pero no responde. –Aunque me honra que recuerdes lo fuerte que solía hacerte gemir en aquellos tiempos– Sus mejillas se sonrojan y deja la copa con cuidado. –Recuerdo muchas cosas de antaño. ¿Tu? – La pregunta me desequilibra un poco, pero no lo dejo notar. –Por supuesto que sí. Recuerdo que juraste que desafiarías las expectativas que tus padres tenían de ti– Baja la barbilla, pero no dice nada. –Recuerdo que cambiaste tu especialidad a psicología– –Termino no funcionando– dice en voz baja. –Y recuerdo nuestra pequeña cafetería favorita, ¿Cómo se llamaba? Ah, Coffe Thyme. Con las mezclas de hierbas– Sonríe, pero parece triste. Su mirada se desvía por la habitación. –Que gran juego de palabras– Bebo el resto de mi vaso y me pongo de pie. –Si. hablando de palabras. Ya he dicho suficientes. Y deberías volver a las tuyas– Sus ojos se abren de par en par y parece presa del pánico. –Espera– –¿Qué pasa? ¿Quieres recordar más cosas? – Se mete un poco de pelo detrás de la oreja. –¿Quieres que me vaya? – Sacudo la cabeza. –No. puedes quedarte. Estaba hablando de tu libro. Has tomado una o dos copas. ¿No sería más fácil quedarte? – cuando asiente, añado: –Aunque odiaría decepcionar a Caleb. Tal vez deberías devolverle tu pequeño anillo para que sepa que está a salvo– Sus labios forman una fina línea. –No se decepcionará. Ni siquiera lo sabrá. No vivimos juntos– –¡Vaya! ¿Así que te vas a casar con un hombre con el que nunca has vivido? No sé si es atrevido o simplemente la idea más estúpida que he oído en mi vida– Suelta un fuerte suspiro. –Bien, Weston. Lo entiendo. No te gusta Caleb– Levanto las palmas de las manos. –Hey, nunca dije eso– no puedo contenerme. Estoy yendo a toda velocidad hacia el espacio exterior, un asteroide en curso de colisión. Amelia se incorpora, apartando la manta y dejando su libro en la mesita de centro. –¿Por qué te importa? Esto es lo que no entiendo. ¿Cómo es posible que te importe después de haberme dejado? – Sus palabras forman un atasco en mi cabeza. Ni siquiera puedo comprender lo que está diciendo, parpadeo un par de veces. –Es un resumen fascinante de los acontecimientos, ¿Verdad? Tuviste tu oportunidad, Weston y me dejaste atrás– Dejo mi copa de vino en la isla de la cocina, junto con la botella vacía. Apoyo las manos en las caderas mientras la miro al otro lado de la habitación. ¿Por dónde empiezo? Y lo que es más importante, ¿Por qué empezar cuando se supone que no debo ir allí con ella? Resoplo y niego con la cabeza. honestamente, en este punto, no debería sorprenderme. Los Morton son conocidos por sus cuestionables opiniones sobre la verdad. –Suena mucho a algo que diría tu tío. Una mentira disfrazada de visión del mundo– No dice nada, así que camino hacia la parte trasera del apartamento. –Me voy a la cama– espeto. He pasado de estar obsesionado a estar borracho a cachondo desinflado. No sé qué había estado buscando con Amelia. Pero sea lo que sea después de esta noche, estoy seguro de que nunca lo conseguiré.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD