Capítulo 2

1015 Words
Narra Aarón. Quien iba a decir que una simple chica me atraparía de tal manera que solo quisiera hacer la mía, adueñarme de ella por completo, siempre pensé que ninguna mujer podría robar mis pensamientos, ni muchos menos meterse en mi corazón y encerrarse bajo llave, con tan solo un comentario bastó para saber que ella era diferente a las demás. — Jefe, la chica entró en comisaría, al parecer cumplió su amenaza — me informa Lenin. Lenin es uno de mis hombres aparte de eso un fiel amigo. Asiento y Lenin me deja solo. Saco mi celular y busco su número para mandarle un mensaje. Yo: — ¿Qué tal te fue con la denuncia? Minutos más tarde ella contesta. Danna: — Me imagino que eres el idiota de antes, ¿se puede saber como tienes mi número?, me estoy empezando asustar. Yo: — ¿Idiota?, me parece que tendré que venir a buscarte a tu casa y cerrarte la boca con otro beso... seré un idiota pero solo contigo, y ten por seguro que si hubiera sido otra quién me llamará como tú lo haces ya había mandado que le cortaran la lengua. No recibo contestación por su parte, al parecer la asusté. Yo:  — Puedes estar tranquila, no te haré daño. Danna: — ¿Qué quieres de mí? Yo: — De ti lo quiero todo. Danna: — No soy lo que buscas, deja de seguirme. Yo: — Jamás. Sé que la manera de como me estoy comportando con ella es de un acosador, pero no me deja de otra, nadie se había resistido tanto a mí. Tomó un vaso de whisky mientras pienso en como domarla, necesito tenerla aquí conmigo a mi lado, hacerle el amor a cada rato. Recibo una llamada que me saca de mis pensamientos. — Diga. — Jefe la mercancía llegó como estaba previsto, todo en orden. — Bien, Lenin irá enseguida — añado y cuelgo la llamada. No voy a decir que a lo que me dedico me enorgullece, pero eso es lo único que sé hacer. Narra Danna. Estoy empezando a tener miedo de este ser, entre que la policía no me dejó levantar la denuncia contra él y ahora resulta que tiene mi número telefónico. — ¿Es un psicópata o que? — hablo sola. Sacudo mi cabeza y me levanto de la cama, me meto en el baño y me doy una ducha. Cuando salgo de esta decido llamar a un amigo, Matías. — Hola renacuaja, ¿Cómo estás? — dice nada más contestar la llamada. — Bien ¿y tú qué tal estás? — Decirte que sorprendido por tu llamada — añade. — Lo siento Matías, sé que hace tiempo que no hemos hablado— me disculpo. —Oye ¿te apetece tomar algo en el mismo bar de siempre? — Oh... Danna Jiménez invitándome a una copa, esto es histórico amiga... ¡Cuenta con ello! — Bien nos vemos en media hora — agregué y colgué la llamada. Me preparo y salgo al bar de siempre, donde nos solemos ver con los demás amigos que tenemos en común. Al llegar observó a lo lejos a Matías. — Buenas noches — saludé dándole un beso en la mejilla. — Renacuaja, llegas tarde. — me regaña.  — Solo son cinco minutos de retraso — dije sonriendo. — Sí, sí... Danna y sus excusas. Después de ponernos al día sobre nuestros asuntos, le pregunté sobre Aarón, realmente eso fue el verdadero motivo por el que le llame. — ¿Qué me puedes decir de Aarón Davis? —cuestioné mientras le daba un sorbo a su copa lo cual por poco se atraganta con mi pregunta. — ¿Por qué preguntas por él? — contesta con otra pregunta. — Solo respóndeme — le pedí. — Danna, ese tipo es un hombre peligroso, Marbella entera le pertenece, tiene comprado a la policía y gobierna las mafias Italianas y Rusas, tiene negocios en toda Europa para tapar los millones que le entran cada día... así que te aconsejo que no nombres su nombre. Un escalofrío recorre mi piel, causando que mi garganta se secara. No podía creer lo que estaba escuchando. — ¿Estás bien renacuaja? — pregunta tocando mi brazo. — Lo estoy — dije en un hilo de voz. —Me pides otra copa — hablé  nuevamente. Ahora lo entiendo todo, pero ¿por qué a mí?, será que se quiere vengar por como lo trate en el ascensor, es que ni sabía quién era. Un rato más tarde siento como el chico de la barra donde estaba sentada junto a Matías se queda petrificado mirando a mis espaldas, giró sobre el taburete y me encuentro a Aarón mirándome con el ceño fruncido y las manos metidas en los bolsillos de su costoso traje. —Vámonos — ordenó seriamente. —No iré a ningún sitio contigo. Entonces se acerca a mi oído y susurra haciendo que mi piel se enfríe de manera considerada. —Si no quieres ver a tu amigo morir por un tiro en la cien, más vale que muevas tu culo de esa silla y me acompañes como una niña obediente. Trago saliva mientras mis ojos empiezan a picar por las lágrimas que están a punto de salir, pero que después retengo para que Matías no se diera cuenta. — Me voy— dije a Matías. Me coge de la mano y salimos del local. — Quieres dejar de actuar como si tuvieras derecho sobre mí — digo tirando de mi mano para soltar de su agarre. — Aún no te has dado cuenta de que me perteneces— grita furioso. Crucé los brazos y fruncí el ceño. — No me mires así y entra al coche — ordenó fríamente. Su mirada me asusta, pero eso no significa que me dejaré someter a sus deseos por alguien que entró en mi vida de esta manera, puede ser el hombre más temido o el más poderoso, pero no por ello puede hacer conmigo lo que le dé la gana por ser su simple capricho.
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