Había sentido la necesidad de saber todo de ella y conocer su entorno para poder aproximarse con seguridad. Detestaba moverse a ciegas, en lo personal o profesional, contar con datos le permitía controlar las variables y los riesgos. Sacudió la cabeza, casi divertido. Su mente trataba a esa bonita mujer como un blanco y respondía como estaba adiestrada: convirtiéndola en presa, acechando y considerando caminos aptos. Se sintió como un acosador y la idea no le gustó. Tamborileó con dos dedos sobre el volante mientras alisaba su camisa, en forma automática. Con la cafetería a pocos metros, se preguntó si era inteligente bajar o debía pasar de todo y olvidar a la mujer. Era lo que su lógica le imponía, pero esta estaba algo embotada por las urgentes oleadas que venían del sur de su cuerpo, al

