1. El enamoramiento. [Parte 1]

2765 Words
CAPÍTULO 1: El enamoramiento. Reviso por última vez los papeles que tengo en mano para comprobar que estén completos. Al confirmar que todo está en orden, finalmente bajo las escaleras de dos en dos, directo a la cocina en donde escucho a mi hermano. — ¡¿Tyler?! — Grito a mi hermano. — Dime — aparece detrás de mí, sobresaltándome un poco. — ¿Puedes llevarme a la universidad? — ¿Para qué? — Pregunta, viéndose confundido, lo que me hace preguntar qué tan distraído él puede ser. — ¿Por qué eres así? —Le replico, enfadada de que olvide algo tan importante para mí —. ¿Cómo no puedes saberlo? — Él solo se encoje de hombros, haciéndome resoplar ante su indiferencia —. Tengo que llevar los papeles para mi inscripción. Entro a la universidad, primer semestre, ¿lo recuerdas? — Pregunto sin poder ocultar el ceño fruncido de mi rostro. Tyler es mi hermano mayor, mi única familia. Hemos sido él y yo desde que mis padres se divorciaron y decidieron reemplazar sus lugares con billetes verdes que nos pueden dar lo que queramos, menos amor, claro está. Supongo que para Tyler hacerse cargo de una niña de trece años cuando él sólo tenía dieciocho, no fue lo mejor que le pudo haber pasado. Soy consciente de que para él fue una responsabilidad muy grande hacerse cargo de mí, aún lo sigue siendo a pesar de que yo tengo dieciocho y él veintitrés. Pero nunca se ha quejado, siempre ha estado ahí cuando lo necesito. Ha sido mi madre y padre desde que era una adolescente. Y a pesar de su mal genio y constantes muecas de enojo, es el mejor hermano del mundo y lo amo. Salvo en momentos como estos en donde olvida que su única hermana va a empezar a estudiar fotografía en la universidad. — Oh, cierto — me sonríe divertido cuando por fin parece recordarlo —. La pequeña Rora se creció. Rora es su forma cariñosa y vergonzosa de llamarme. — Cállate — odio que me llame así. Me recuerda la época vergonzosa de mi vida en donde mi actividad favorita era ir detrás de él y Jeremy, persiguiéndolos como la niña enamoradiza que siempre fui, deslumbrada por cada sonrisa que Jer diera en mi dirección. — Dile a Jeremy que te lleve — me dice mientras toma una manzana de la mesa —. Tengo que ir a llevar unos papeles de mi inscripción y sabes que a mí me toca en la otra sede. Tyler empezará a cursar el último semestre de literatura en la universidad de Denver, misma universidad a la que yo iré, pero la sede de él es diferente a la mía. Él asiste a la sede del sur y yo empezaré a asistir en la central. Teniendo en cuenta que no tengo auto, tenía la esperanza de que mi hermano me llevara cuando tuviera tiempo, para ya pronostico que eso es algo que no pasará muy seguido. — Está bien — ruedo los ojos con exageración y me empiezo a arrastras perezosamente hacia la puerta —. Voy a decirle a Jeremy que mi querido hermano me dejó abandonada y no le importó... Me interrumpe cuando suelta un bajo gruñido. — No empieces con tu drama, Aurora — se aleja de mí —. Dile a tía Anne que más tarde paso a verla, que voy de afán. Asiento mientras lo veo salir a toda prisa de casa. Desde que papá y mamá decidieron que sus trabajos son más importantes que sus propios hijos y se fueron de la ciudad, los padres de Jeremy se convirtieron en lo más cercano que mi hermano y yo tenemos a un padre y una madre. Desde pequeños los hemos llamado tío y tía, aunque padre y madre sería una descripción más exacta de ellos. Viven justo al lado y junto a Jeremy, los cinco siempre hemos sido una familia. Junto a mi mejor amiga, Sadie Brooklyn, la mejor persona del mundo y a quien no cambiaría por nada ni nadie. Con alegría ante la idea de pasar tiempo con Jeremy, salgo de mi casa y me dirijo a la casa de al lado para buscarlo. Tristemente, la mayor parte de mi vida se ha desarrollado como el más triste y patético cliché de la historia. Soy la tonta chica de al lado, enamorada del mejor amigo de su hermano, alguien totalmente inalcanzable. Toco el timbre y espero pacientemente a que me abran la puerta. Con toda la efusividad del mundo, abrazo a tía Anne cuando es ella con quien me encuentro. Después, entro sin permiso a la casa mientras escucho su divertida risa detrás de mí. —¿Tía, está Jeremy en su habitación? — Pregunto, girándome a mirarla. — Sí, cariño, sube. Asiento con una sonrisa. Cuando me encamino a las escaleras para subir hacia la habitación de Jeremy, me acuerdo de las palabras de mi hermano, así que grito sobre mi hombro —: ¡Tyler viene a saludarte más tarde, iba de afán! No espero a escuchar su respuesta, sino que me encamino hacia donde está Jeremy. Debo aceptar que el hecho de que Jeremy vaya a empezar a cursar el último semestre —al igual que mi hermano, pero en Negocios— en la misma universidad y sede a la que yo voy, me alegra muchísimo. Y es que sé que eso significa más tiempo juntos. Aunque todo sea platónico entre nosotros, estar en su presencia siempre ha sido algo que he disfrutado. Jeremy y yo tenemos esta extraña clave de tocar cinco veces la puerta para saber que nos tratamos del otro, así que justo eso es lo que hago cuando me paro frente a la puerta de su habitación: toco cinco veces. — ¡Ábreme, Jeremy! — Le grito afanada al ver que se demora. — ¡Ya voy! — Me grita de vuelta. Piso el suelo con un poco de impaciencia mientras un bufido sale de mis labios. Espero y espero lo que no puede ser más de un minuto, pero a mí se me hace una eternidad. Cuando él por fin sale, es con su rostro de recién levantado con lo que me encuentro. Sus ojos azules, al igual que los míos, me miran con confusión por un largo segundo. — ¿Qué haces despierta a esta hora? ¿Estás enferma o qué? — Dios, Jeremy, ni que nunca madrugara. — Ya recordé — dice, sus ojos se iluminan con entendimiento —. Vas a llevar los papeles a la universidad para la inscripción, ¿no es cierto? Sonrío porque él lo ha recordado, algo que incluso mi hermano mayor olvidó. Pero es Jeremy, a veces él es más atento conmigo que incluso Tyler. — Sí — digo —. Y necesito que me lleves, por favor. Él asiente de inmediato. — Sí, espera me baño y… — ¡¿Estás loco?! ¡Tengo que llegar en media hora! ¡Vamos así! — ¿Así? — Me pregunta, señalándose. Me detengo a mirarlo y veo que solo tiene un pantalón de algodón puesto, lo único con lo que suele dormir. No me atrevo a mirar demasiado su torso desnudo porque eso sería raro entre nosotros. He aprendido a fingir que lo veo sólo como un amigo, se me da a la perfección. Quedarme mirándolo embelesada, solo dañaría años y años de duro trabajo fingiendo que no estoy enamorada de él. — Ponte un jean, una camiseta y ¡voilá! — Lo empujo para que entre a su habitación y yo entro detrás de él. Me dirijo al closet y saco una camiseta y jean al azar —. Toma — se los entrego. Él se queda mirándome con una mueca. — Pareces mi mamá. Ignoro su comentario. — Cámbiate rápido que tengo sólo media hora para llegar — salgo de su habitación mientras grito sobre mi hombro —: ¡Te espero abajo! — Como digas, mi comandante. Bajo las escaleras con una sonrisa en mis labios debido a sus palabras juguetonas. El olor del paraíso inunda mis fosas nasales y como una experta detective, me dejo llevar por mi olfato hasta que llego a la cocina. — ¿Te he dicho antes que eres la mejor? — Le digo a tía Anne, abrazándola por detrás mientras ella mete un pastel de chocolate en la nevera —. Es para mí, ¿cierto? — Trato de tomar el postre en mis manos, pero un suave golpe en mis dedos me lo impido. De inmediato me quedo quieta. — Tu obsesión con el chocolate te va a causar problemas un día— niega con la cabeza, sin embargo, la diversión está plasmada en su rostro —. Es para la noche, para celebrar tu inscripción en la universidad. ¿Ven por qué amo a esta mujer? Es más especial de lo que nunca ha sido mi madre. El vacío que mamá ha dejado en mi corazón, esta mujer lo ha llenado con creces. Es perfecta y Jeremy es demasiado afortunado por tenerla. — ¿Puedo traer a Sadie para que comparta con nosotros? — Sabes que sí — se gira hacia la encimera de la cocina para empezar a guardar todos los bols y utensilios que están esparcidos allí desordenadamente —. ¿Tienes todo el papeleo listo? — Sí, ya está todo debidamente diligenciado, sólo falta que Jeremy se termine de cambiar para que me lleve — le explico —. ¡Jeremy! ¡Rápido! — Grito al ver que aún no está listo. — ¡Ya, ya! — Dice el susodicho bajando por las escaleras, pasándose una mano por su desordenado cabello castaño en un intento por peinárselo —. Ya estoy listo. Le sonrío cuando veo que se puso la ropa que le pasé. Realmente Jeremy es muy guapo. Su cabello castaño hace juego con esos hermosos ojos azules de bebé que están enmarcados por unas abundantes y largas pestañas. Su mandíbula es cuadrada, sumándole un aspecto demasiado varonil a su rostro. Es delgado, pero no desgarbado. Tiene un abdomen ligeramente marcado, producto de estar en el equipo de natación desde que era un niño. — Jeremy, tu padre quiere que en la tarde te pases por su oficina. Tiene algo por decirte — le dice tía Anne, sacándome de mi ensoñación protagonizada por el mejor amigo de mi hermano quien es cuatro años mayor que yo. Jeremy y mi hermano son muy cercanos y sé que en caso de que se desarrollara una relación entre Jer y yo, algo que sólo pasaría en mis sueños, Tyler nunca estaría de acuerdo. Es demasiado sobreprotector conmigo. Mi hermano hizo el papel de padre y madre, fue quien estuvo a mi lado cuando me llegó la primera menstruación, comprándome ibuprofeno y luego dándome una bolsa térmica para los cólicos. A veces siento que más que una hermana, me ve como su hija, lo que lo vuelve sobreprotector y a veces histérico si de mi seguridad se trata. — Mamá, en la tarde iba a salir con Sabrina, no podré encontrarme con papá — le dice Jeremy, frunciendo el ceño. Ignoro la punzada de dolor que siento en mi pecho cuando lo escucho nombrarla. La verdad, ya estoy un poco acostumbrada y cada vez que escucho su nombre es un llamado a la realidad. Jeremy es de Sabrina, no mío. — Cariño, pues entonces ve con ella, pero tu padre dijo que era importante. Él asiente no muy convencido. Supongo que no quiere dañar los planes que tiene con su novia y aunque sea algo doloroso de ver, lo entiendo. — Está bien, mamá — él le da un suave beso en la mejilla —. Nos vemos más tarde. — Adiós, tía Anne — le lanzo un beso y me dirijo a la puerta para salir junto a Jeremy. Juntos nos dirigimos a su auto. Le sonrío cuando, tan educado como siempre, me abre la puerta del copiloto para que suba al coche. — ¿Tienes todo listo? — Me pregunta cuando ya ha encendido el auto. — Claro — murmuro bajando la ventanilla del auto, concentrada en esa tarea. Lo miro de reojo cuando escucho su risita a mi lado —. ¿De qué te ríes? — De ti y tu manía de tener las ventanas abajo, mariposa. Le sonrío. — Sabes que lo hago porque las fotos salen mejor con la ventana abajo — le digo, aunque no es del todo cierto. Lo hago también porque me encanta sentir el aire en mi rostro. Es refrescante y relajante, a veces esas pequeñas cosas son las que más me hacen feliz. Me encanta ver la grandeza en las cosas más simples, pienso que ahí está la clave de la felicidad. Él me mira por un instante antes de volver a fijarse en la carretera. — ¿Y tu cámara? — Pregunta. Mi corazón tartamudea cuando descubro que no la tengo conmigo. — Mierd… —me tapo la boca, horrorizada de que la haya olvidado. Mi cámara es como un tercer brazo para mí, una extremidad más que nunca debe separarse de mí. — No puede ser, Jer, la he dejado en casa — le digo en un susurro. Él alza las cejas en sorpresa porque él sabe la obsesión insana que tengo con mi cámara y luego se ríe, divertido de que, en mi afán por inscribirme en la universidad, haya dejado atrás mi cámara. Sin poder evitarlo, sonrío al escucharlo reír. A mí me encanta ese sonido, es mi favorito en el mundo. — Definitivamente hoy el día está muy raro — dice con una sonrisa —. Primero, tú te levantaste temprano y segundo, dejaste tu cámara. — ¿Por qué sigues insinuando que nunca madrugo? No soy una perezosa — le digo en un quejido —. Todas mis clases son en la mañana, vas a ver cómo seré la primera en llegar al aula cada día — prometo. Él ríe libremente, inundando el carro con ese melodioso sonido. Cuando su risa se detiene, siento su mano dándome un suave apretón a la mía. Y esto es lo más difícil, fingir que su toque no me afecta, que no pone a cada uno de mis sentidos en alerta. — Mariposa, no te enojes — su mano vuelve al volante —. ¿Qué te parece si te muestro las instalaciones del campus cuando termines de llevar los papeles? Asiento, entusiasmada. Lo veo sonreír con cariño para después continuar conduciendo en silencio. Me quedo observando las calles mientras mi mente piensa en cómo serían las cosas si Jeremy sintiera algo por mí. Me lo imagino tomando mi mano, besándome y presentándome frente a sus amigos. Sonrío ante la idea, pero de inmediato mi sonrisa se va cuando recuerdo que él ya hace todo eso, pero no conmigo... sino con Sabrina. Sé que mi enamoramiento por Jeremy es estúpido porque él ni siquiera es consciente de que yo ya no soy una niña, sino una mujer. Mi amor por él es algo patético porque él nunca se fijaría en mí y hay muchas razones del por qué eso nunca sucedería. Primero, soy la hermana de su mejor amigo y Jeremy aprecia demasiado a Tyler como para arriesgar su amistad por mí. Por supuesto, agrégale que yo soy menor que él y siempre me ha visto como una niña. Segundo, su familia es como mi familia y podría asegurar que él me considera su hermanita pequeña o algo por el estilo. Y por último y lo más importante, está enamorado de Sabrina. Tal vez las cosas podrían ser menos dolorosas si Sabrina no fuera la chica que es, si pudiera odiarla. Pero ella es demasiado amable, considerada y dulce. Ella es el tipo de mujer con madurez emocional, un futuro prometedor y la estabilidad que Jer siempre alardea de tener con ella. Nunca discuten, siempre se llevan bien y tienen una relación de años que siempre les ha funcionado. Ella es una perfecta rubia de sonrisa amigable, cuerpo atlético y estudiante de negocios con excelentes calificaciones. Quisiera odiarla, pero no puedo cuando siempre ha sido amigable y atenta conmigo. Ella es una buena persona. Es educada, respetuosa, alegre y hermosa tanto por fuera como por dentro. Jeremy la merece y ella lo merece a él. Yo no pinto en ese cuadro y sé que en mi corazón hay una parte que está feliz por verlo feliz... aunque no sea conmigo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD