3. Futuro desalentador.

2089 Words
CAPÍTULO 3: Futuro desalentador. Sostengo con fuerza la canasta que hay en mis manos mientras toco cinco veces la puerta de la habitación de Jeremy. No sé si lo que estoy haciendo funcionará, pero genuinamente espero que sí. Jer ha estado tan bajo de ánimos desde lo sucedido con Sabrina, sólo quiero darle un poco de alegría en medio de esa tristeza que él parece llevar en su corazón. Cuando él me abre, me encuentro con su rostro de recién levantado. Le sonrío y entro sin pedirle permiso. — Rora, hoy no quiero hacer nada... — No te vas a echar a morir por una chica, Jeremy — llevo la canasta detrás de mi espalda y lo miro con una gran sonrisa —. Siéntate en la cama — le indico, pero él sólo me mira como si estuviera loca —. Siéntate — le repito —, te tengo una sorpresa. Finalmente, él me obedece. — ¿Qué pasa? — Cierra los ojos. Jeremy suelta un bufido, pero de igual forma termina obedeciéndome. Cuando verifico que no puede ver nada, saco al pequeño cachorro de r**a Beagle de la canasta y lo pongo sobre sus piernas. — ¡Sorpresa! — Grito, mirando fijamente su expresión para no perderme nada de su reacción. Jeremy abre los ojos repentinamente cuando siente al pequeño moverse en su regazo y se queda mirándolo entumecido, las manos a sus lados, como si no supiera qué hacer. — ¿Me trajiste un perro? Asiento con gran entusiasmo, pero mi sonrisa se borra cuando sus labios se convierten en una fina línea. — ¿Qué? — Pregunto con miedo a que no le haya gustado. Él se rasca la cabeza, luciendo incómodo. Oh, no. — No me gustan los perros. — No seas anciano — ruedo mis ojos mientras dejo la canasta en el suelo. Me siento a su lado y tomó al cachorro en mis manos —. Los perros son el mejor amigo del hombre, ¿no lo sabías? El pequeño cachorro me mira con ojitos perezosos y, a continuación, bosteza, así que despreocupadamente lo dejo en la cama de Jeremy para que duerma. — ¡¿Qué haces?! — Grita Jeremy, sobresaltándome. — ¿Eres ciego? Pues lo pongo a dormir — le digo con obviedad —. ¿No ves que tiene sueño? — ¡Pero no en mi cama! — Intenta bajarlo, pero golpeo sus manos con fuerza. — ¡Déjalo! Tu cama es muy grande, ahí caben los dos. No es como si te fuera a tumbar o algo así — llevo al cachorro a la esquina, contra la pared, para que no se vaya a caer —. ¿Adivina qué nombre le puse? Cuando miro a Jeremy, me encuentro con que tiene una mueca de asco en su rostro, sus ojos fijos en el perro. — ¿Qué nombre le pusiste? — Pregunta con desinterés, acostándose de nuevo en la cama y cuidando en no tocar al lindo cachorrito. — Le puse Jeremy — mi voz sale cantarina. Sus ojos se abren desmesuradamente y me deleito ante la vista de su azul profundo. — Por Dios, Rora, ¿le pusiste mi nombre? — Suena incrédulo. ¿Qué tiene de raro? — Sshh... — le lanzo una almohada a la cara —. Vas a despertar a Jery. — Jesucristo, Aurora — gruñe pasando una mano por su rostro —. Estás loca. Me encojo de hombros y me siento despreocupadamente a su lado. Jer mira de mí al perro, luego de vuelta a mí y niega con una pequeña sonrisita en sus labios. — Sí quieres te ayudo a cuidarlo — le digo mirando desinteresadamente mis uñas. — Ayudarme con él no es una opción, es una obligación. Será más tuyo que mío y ambos lo sabemos… enserio, mariposa, estás loca. — ¿Eso significa que te quedarás con él? — Le pregunto, curiosa. Él abre la boca para decir algo, pero se arrepiente y al final solo asiente con una mueca. Efusivamente, me lanzo sobre él en un gran abrazo. Jeremy se ríe mientras sus manos envuelven mi cintura. — Sabía que, bajo ese frío exterior tuyo, yace un dulce y suave corazón — tomo si rostro y doy rápidos y efusivos besos en su rostro, haciéndolo reír más. — Me estás llenando de babas — no hay nada más que diversión en su voz. — Te encanta que te llene de babas — susurro intentando levantarme, pero sus manos me sostienen con más fuerza la cintura, manteniéndome encima de él. Lo miro confundida, él solo me regala una tímida sonrisa. — Me gusta tenerte cerca — parece que lo dice sin pensar, porque cuando suelta las palabras, abre sus ojos desmesuradamente —. Me refiero a que... ya sabes... tú eres tú y yo… Me río por su actitud nerviosa. — Sí, te entiendo — termino por él —. Pero, ¿no crees que esta posición es incomoda? — Le pregunto porque prácticamente todo mi peso está sobre él. — No importa — envuelve sus brazos a mi alrededor con fuerza —. Sabes muy bien que tú eres la única que logra calmarme. Lo sé. — ¿Qué pasó ayer con Sabrina? — Le pregunto, apoyando mi cabeza en su pecho y me sorprendo al sentir su corazón latiendo con fuerza. — En la mañana estábamos bien, me dijo que teníamos algo importante por hablar y que me lo decía cuando saliera de la oficina de mi padre. ¿Recuerdas que tenía que hablar con él? — Asiento sobre su pecho —. Cuando salí de allí fui a verla de nuevo y me lo dijo todo — su voz es ausente, como si su mente estuviera en su recuerdo —. Conoció a un chico en donde está haciendo las prácticas, dijo que no quiere hacerme daño y prefiere terminar las cosas antes de que pueda engañarme. Al final suelta un bufido. — ¿Quieres decir que ella no te engañó? — No, no... Pero quiere darse la oportunidad con él — murmura distraídamente mientras sus dedos hacen suaves caricias en mi cintura. Siento un poco de alivio al escuchar sus palabras. Yo sé que ella no sería capaz de engañarlo. Lo que no entiendo es por qué terminó una relación de años por un chico que acaba de conocer. — No puedo creer que... — ¿Que terminara conmigo por alguien que acaba de conocer? — Dice, leyendo mi mente —. Eso mismo le pregunté. — ¿Y qué te dijo? — Ese es el problema, que ni si quiera entendí sus palabras porque no tienen sentido —suspira con pesadez —. Dijo que lo nuestro no estaba destinado a ser porque yo nunca estuve al cien por ciento en la relación. — ¿Qué? — Sí — se ríe con amargura, haciéndome sentir el movimiento en su pecho —. ¿Puedes creerlo? Supongo que lo usó de excusa para terminar todo. Sabes que yo era dedicado a ella, Rora, nunca miré a otra chica y salvo para salir contigo o los chicos, mi tiempo era suyo. Lo pienso por un instante. — ¿Y no tuvieron alguna discusión? — levanto mi rostro, acomodando mi barbilla en su pecho y lo miro. — Nosotros nunca discutíamos por nada. — ¿Y la sentiste diferente contigo en los últimos días? — No — niega —. Todo iba bien, normal. Supongo que sí extraña la forma en que ella terminó las cosas y mi curiosidad quiere indagar más en el tema, pero cuando veo que su estado de ánimo se está ensombreciendo, cambio de tema. — ¿Y qué te dijo tu papá ayer? ¿Para qué te quería? — Lo que te había dicho que pasaría, quiere que me haga cargo de la empresa — dice acomodando un mechón de cabello detrás de mi oreja. — ¡Eso es genial, Jeremy! — Exclamo con una sonrisa. — Sí... —su voz suena indecisa. — ¿Qué pasa? — Es que... no importa — dice negando. — Sí importa, dime — insisto. Sus ojos me detallan con cuidado — ¿Y si lo hago mal? ¿Y si mi papá se está equivocando al darme la empresa? ¿Y si...? Chasqueo mi lengua y niego, callándolo. — No digas esas cosas, lo harás genial, lo sé — le digo segura. — ¿Por qué estás tan segura? — Porque te conozco y confío en ti — murmuro cerrando los ojos cuando vuelvo a recostarme en su pecho —. Tus calificaciones son perfectas y creo que no hay nadie mejor que tú para dirigir la empresa. — No lo sé... — siento su aliento sobre mi cabello y pienso en que, si vuelvo a levantar mi rostro, posiblemente sus labios chocarían con los míos. — Todos sentimos miedo cuando vamos a empezar algo nuevo, Jeremy. Él no me responde nada. Repentinamente y muy despacio, sus dedos se introducen dentro de mi camiseta y empieza a acariciar mi piel desnuda. Me congelo por un momento. — Esta noche se abre una nueva discoteca — dice distraídamente, parece ajeno a que sus dedos me están acariciando de una forma en que no lo había hecho antes. Jer y yo siempre hemos sido cariñosos con el otro, pero no así, nunca así. — Sí — mi voz sale temblorosa, así que me calmo antes de seguir hablando —: Tyler me dijo que te lo dijera, esa era la otra sorpresa. — Ah, ¿sí? — Su voz suena divertida. — Sí — digo riendo —. ¿Quieres ir? Mira que para que mi hermano me deje salir a bailar — suspiro, recordando lo estricto que es Tyler cuando se trata de salidas nocturnas —. ¿Vamos? Con eso despejas tu mente. — Está bien, Rora — acepta en voz baja. No sé si aún es consciente o no, pero definitivamente su toque me está poniendo muy nerviosa. Sus dedos trazan líneas por mi espalda y con cada una de ellas, llega más arriba. — Jeremy... — susurro cuando sus manos llegan al borde de mi sujetador y delinea mi piel con cuidado. Su toque se siente tan cálido. — ¿Mmmm...? — ¿Qué estás haciendo? — Trago saliva, nerviosa. Su mano se queda quieta por un momento, pero después continua su recorrido como si nada raro estuviera pasando. Él y yo siempre nos hemos tenido confianza, pero definitivamente no hasta este punto. — No lo sé — susurra muy bajo —. Es que... no sabía que tu piel era tan suave. Cierro mis ojos y me digo que todo está bien, nada raro está pasando. Sólo es Jeremy... tocando mi sujetador. — Tía Anne ayer estaba preocupada por ti — le digo para que recuerde que ella está en casa. — Lo sé — su mano viaja a mi costado y chilló cuando siento a dónde quiere llegar. — Jeremy, no te pases... — le digo sin aire. Él parece reaccionar y lleva sus manos con rapidez a mi cabello para acariciarme. Deposita un suave beso en mi coronilla. — Mi mamá se va a enojar cuando vea el perro — dice aclarándose la garganta y cambiando de tema. Trato de calmar mi acelerada respiración. — Yo la convenzo, verás cómo Jery se convertirá en la alegría de esta casa. — No estaría muy seguro de que acepte al cachorro, enserio. — Cállate, yo sé lo que hago — me levanto de encima de él y me siento a su lado, luego estiro mi mano y agarro la suya mientras el me mira con ese cariño especial en sus ojos. — Gracias por esto. — Ni lo digas — le resto importancia a sus palabras. — No, enserio — aprieta mis dedos —, he sido un desastre estos últimos días, ya ni mi madre se me acercaba. Pero tú siempre has sido incondicional conmigo y quiero que sepas cuánto lo valoro, Rora. Trago el nudo en mi garganta y asiento, sonriendo en silencio sin atreverme a decirle nada más. Me pregunto si siempre será así, si siempre seré incondicional para él, esa persona que Jer tiene al lado para todo, mientras él continúa con su vida y yo sólo estoy allí, en la esquina, una espectadora más que deja pasársele la vida mientras suspira por un chico que nunca la verá. Suspiro… las señales son desalentadoras.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD