6. Incomodidad.

1623 Words
CAPÍTULO 6: Incomodidad. Ha pasado una semana desde lo sucedido con Jeremy y él ni siquiera me ha dado la cara para darme un simpe saludo. Creo que es el tiempo más largo que ha estado sin venir a casa y yo sin ir a la suya. Tyler parece confundido por nuestro extraño comportamiento, pero gracias al cielo no me ha preguntado nada. Es extraño cómo puedes enfadarte con alguien, pero al mismo tiempo echarlo de menos. Y al mismo tiempo me siento tonta, quisiera deshacerme de este poder que él tiene sobre mí, de estos dolorosos sentimientos que me han lastimado desde hace años. Pero no puedo. Yo no puedo. ¿Por qué? ¿Por qué simplemente no puedo amar a alguien más? ¿Por qué mi corazón se aferra a alguien que sólo lastima con su indiferencia? Mientras termino mi desayuno, un suspiro de tristeza se me escapa. Hoy es mi primer día de clases en la universidad. He esperado con entusiasmo este día, pero ahora que llegó, está siendo opacado por una nube de tristeza causada por Jer. Trato de recordar cuántas veces mis sentimientos no correspondidos arruinaron momentos especiales de mi vida, pero hacer esa lista sólo aumentaría mi tristeza, así que sacudo mi cabeza y saco el pensamiento de mi mente. Subo a mi habitación de dos en dos y busco mi bolso y cámara. Cuando tengo todo listo, grito a mi hermano, pero al ver que él no contesta, abro la puerta de su habitación y entro sin su permiso. Una toalla envuelve su cintura, enseñando esos músculos que pueden intimidar a cualquiera, menos a mí. Suelto una carcajada cuando él me mira con el ceño fruncido. — ¿Me puedes llevar a la universidad, Ty? Mi hermano gruñe con fuerza. — Por décima vez te repito que a mí me toca en la otra sede, Jeremy te llevará — dice mientras se pone una camiseta. — ¿Qué? — Lo miro confundida. ¿Jeremy? — Ayer me dijo que él te podía llevar cuando quisieras — sigo mirándolo, confundida —. ¿Qué? — Me pregunta con el ceño fruncido. — ¿Lo dices enserio? — ¿Por qué te mentiría? — Rebusca en su closet y saca un pantalón. Se voltea a mirarme y me sonríe con travesura para después dejar caer su toalla delante de mí. Grito de inmediato, tapándome los ojos. — ¡Tyler! — No seas tonta, que no estoy en bolas — me dice riendo. Refunfuño y lo miro para ver que tiene sus calzoncillos de boxers puestos. — Entonces, ¿Jeremy me llevará? — Pregunto mientras él se pone su pantalón. — ¿Por qué te parece tan raro? Sabes que Jeremy te complace en todo — sacude la cabeza, cómo si la razón de ese hecho fuera un misterio para él —. Si él no te lleva, puedes irte en el autobús, aunque no entiendo por qué rechazarías esa oferta. Lo que me lleva a preguntar, ¿tú y el discutieron o algo parecido? — ¿Por qué preguntas? Tyler peina su cabello, agachado frente al espejo de su cómoda, luego me mira. — Sé que ustedes piensan que soy estúpido, pero no lo soy. — Tyler… — Llevan una semana sin hablarse, ¿por qué? Lo miro fijamente, luego recuerdo su punto débil y lanzo la pelota en su dirección. — ¿Una semana? — Finjo que lo pienso —. ¡Oh! ¿Te refieres desde esa noche en la discoteca en la cual tú y Sadie se marcharon muy juntos de la discoteca? Me pregunto qué hicieron, después de comer alitas picantes que los dejaron muy acalorados. — ¿Qué estás insinuando? — Entrecierra sus ojos hacia mí. — Sé que ustedes piensan que soy estúpida, pero no lo soy — devuelvo sus palabras. Mi hermano se cruza de brazos y me mira fijamente. Ty intenta ser intimidante, pero se le olvida que él buscó mi cama durante las noches de tormenta cuando éramos niños, deseando que lo protegiera de la fuerza de los truenos y relámpagos. Conozco sus miedos y fobias y he estado presente en sus momentos más débiles, ¿de verdad él cree que me puede intimidar? Resoplo. — Como sea — me pasa de largo, se sienta en la cama y empieza a calzar sus zapatos —, es asunto de ustedes por qué se pelearon, pero deja que él te lleve a clases, ya te cogerá la tarde si decides irte en bus. Miro la hora y maldigo. Él tiene razón. — Respecto a Sadie… — me mira de reojo —. Cierra la boca, hermanita. Nada pasó, sólo la llevé a su casa y luego volví aquí a dormir… solo. Lo sé, Sadie me lo contó y ella nunca me miente. — ¿De verdad no me puedes llevar a la universidad? — Le pido, doblegando un poco mi orgullo. Es doloroso rogarle a mi hermano mayor por un favor, realmente doloroso. Pero la otra opción, ir con Jeremy, realmente no me apetece. Él sólo me mira, sacude la cabeza y vuelve a sus zapatos, como si yo no hubiera dicho nada. Idiota. Salgo de su habitación y bajo las escaleras, luego voy directo a la casa de al lado por primera vez en una semana. Ni siquiera alcanzo a tocar el timbre, Jeremy sale antes de que pueda hacerlo. — Rora — suspira mi nombre —, pensé que no vendrías. Lo miro fijamente, sintiéndome incomoda. Peino con mi pulgar la cuerda de mi cámara, sin saber qué decirle. ¿Qué le dices a un chico después de lo sucedido entre nosotros? — Vamos, te llevo — dice, caminando hacia su auto. Y así como así, la tensión entre ambos desaparece un poco mientras me meto en su coche. — ¿Estás nerviosa? — Me mira de reojo mientras conduce. — Un poco — admito —. No conozco a nadie. — Me tienes a mí — susurra. — No compartimos clases, Jeremy. — Tienes un punto — miro de reojo cómo sus ojos se clavan en mis piernas desnudas. Sacude la cabeza y vuelve a fijar su vista en la carretera. — ¿Coincidimos en el horario? — Le pregunto con curiosidad. — No lo sé. Tyler me dijo que hoy tenías clase de ocho, así que me ofrecí a llevarte — dice con aire distraído —. ¿A qué hora te desocupas? — A las doce — miro nuevamente por la ventana. — Yo también me desocupo a las doce. Puedo ir a recogerte. Dime en qué salón tienes clase. Le murmuro la respuesta, sin atreverme a mirarlo y no hablamos más en lo que queda del camino. Es un silencio incomodo que me provoca querer salirme de mi piel. Desde que tengo memoria, nunca ha habido un silencio incomodo entre él y yo, menos esta tensión, carga negativa que me impide incluso mirarlo a los ojos. No me gusta sentir esto, así que tan pronto estaciona el auto en el parqueadero del campus, murmuro un agradecimiento y me dispongo a marcharme. — Rora — me llama, mi nombre se escucha vulnerable en su voz, un susurro débil y quebradizo. Lo miro. — No me hagas esto — sus ojos brillan con dolor —, no quiero perderte, no podría soportarlo. — Creo que tienes razón — suspiro —, no debió pasar nada entre nosotros esa noche. No sé qué estábamos pensando, Jeremy. Las cosas ahora son raras e incomodas. Nosotros no somos esto. Él deja escapar una respiración temblorosa y asiente, mirándome con precaución, casi como si temiera que yo esté a punto de salir corriendo y no volver a hablarle nunca más. — Olvidemos esa noche, ¿está bien? — Me sorprendo al ser yo quien lo propone, pero sé que es lo mejor. Esta incomodidad entre ambos no me gusta, no la soporto. Jeremy asiente y con cuidado, mirando siempre mis ojos, se acerca a mí y me abraza. Cierro los ojos, presionando mi nariz en su hombro mientras inhalo su olor. Al mismo tiempo lo siento inhalar en mi cabello, su puño hundiéndose en él para pegar más nuestros cuerpos. — Es la primera vez que pasamos tanto tiempo sin hablarnos, Rora, y no me gustó. Fue la peor semana de mi vida, mariposa. Por favor, no volvamos a discutir. No así. Sus palabras son como un abrazo para mi corazón y me encuentro asintiendo, sonriendo contra su camiseta. Al separarme, Jer me sonríe y acuna mi mejilla, limpiando una lágrima que no supe en qué momento cayó. Él me sonríe casi tímidamente, besa mi frente y me abre la puerta del coche. — Ve — murmura —, no llegues tarde a tu primer día. Me río, pero él tiene razón. Llegaré tarde, así que a paso rápido salgo del coche y me apresuro al aula. Mi primera clase es introducción al diseño fotográfico. Allí conozco a una pareja con la cual me llevo bien de inmediato. Amy es una loca chica de cabello rosado y Theo, un chico con piercings y tatuajes en su cuerpo. La clase con ellos se pasa súper rápido porque son demasiado divertidos. Mi entusiasmo aumenta cuando descubrimos que compartimos la mayoría de las clases. Al llegar al aula de la segunda clase del día, me sorprendo cuando me encuentro dentro a un par de ojos y cabello n***o que ya conocía. — ¿Ryan? — Pregunto con una sonrisa. Sus ojos me miran con sorpresa, luego me regala una hermosa sonrisa en la que me muestra todos sus perfectos dientes. — Qué sorpresa, serás mi compañera. Sonrío, mirándolo. Sí, me gusta la universidad.
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