CAPÍTULO 7: Evitar la caída.
— No puedo creer que no sepas usar la cámara — le digo a Ryan, mirándolo de reojo —. ¡Estudias medios audiovisuales y no sabes usar una cámara! — Y él se lanza hacia mí para tapar mi boca con su mano, pero lo esquivo mientras me río.
— No lo digas tan alto — mira disimuladamente alrededor para cerciorarse de que nadie me ha escuchado.
Nadie lo ha hecho, somos los últimos en el salón de clase.
— ¿Quieres que te enseñe a usarla? — Pregunto, sacando un chocolate de mi bolso. Lo parto por la mitad y le doy una parte. Mientras mastico el dulce cacao, él asiente —. ¿Qué habrías hecho si no compartiéramos esta clase juntos, Ryan?
— Probablemente habría muerto — dice dramáticamente —, o simplemente le habría pedido el favor a alguien más, ombligo del mundo.
Dejo escapar otra risita mientras muerdo más chocolate.
— ¿Vamos a tu casa o a la mía?
— ¿Me estás haciendo una propuesta indecente, Aurora?
— Sólo enseñarles a tus dedos a ser ágiles con una cámara, creo que les hace falta mucha práctica.
Se ríe por mis palabras,
— ¿Te parece si mañana voy a tu casa? Me pasas la dirección por un texto.
— Hecho — paso la mochila por mis hombros y me pongo de pie para ir hacia la salida. Ryan me alcanza, llevando torpemente una pila de libros en las manos, la barra de chocolate medio comido, sigue en su boca.
Me sorprendo un poco cuando, al salir, encuentro a Jeremy apoyado contra la pared frente al salón de clases, esperándome. Su pulgar se mueve aburridamente en su teléfono, pasando imágenes o vídeos, no lo sé.
Tan pronto me ve, Jer guarda su teléfono en su bolsillo y baja el pie que tenía apoyado detrás suyo en la pared. Se mueve lentamente hacia mí, mirando curioso de Ryan a mí.
— Hola — saluda.
— Hola — Ryan devuelve el gesto, su voz escuchándose rara por el chocolate aún en su boca.
Me río, estiro la mano y termino de meter todo el chocolate dentro para que se lo coma. Ambos reímos cuando se atraganta. Él es tan torpe, me causa mucha gracia.
— ¿Nos conocemos? — Pregunta Jer, haciendo que lo miremos.
— Claro — Ry traga bruscamente el chocolate y aclarándose la garganta, agrega —: Creo que estabas con Aurora el día de la inscripción, la dejaste conmigo para que le enseñara el campus.
Las cejas de Jer se alzan en incredulidad y aprieta sus labios casi con rabia, luego gira para mirar hacia el pasillo, dándonos sólo la vista de su perfil.
— ¿Nos vamos?
— Sí — acepto, luego le digo a Ryan —. Mañana, ¿está bien?
— De verdad gracias, Rora — y se marcha, dándonos una sonrisa ambos antes de desaparecer hacia su próxima clase.
— ¿Mañana? — Jer pregunta, quitando la mochila de mis hombros mientras nos movemos hacia el parqueadero.
— Voy a enseñarle a usar su cámara, nos reuniremos en mi casa.
— Te llama Rora — añade con un tono extraño en su voz.
— Casi todos me llaman así — le recuerdo.
— Le das de tu chocolate, está invitado a tu casa y te llama de una forma que sólo la familia lo hace.
— Jeremy…
— Y lo acabas de conocer.
— ¿Tienes algún problema, Jeremy? — Lo encaro, deteniéndome junto a la puerta trasero de su coche antes de que él pueda abrirla para meter mi mochila.
— Ninguno, vámonos — y me hace a un lado para meter la mochila, luego se mueve a paso rígido hacia la puerta de piloto para meterse dentro del coche. Suspiro y cuenta hasta tres antes de finalmente seguirlo y subir al auto.
Si no lo conociera, diría que está celoso.
Él empieza a conducir y no me mira en todo el camino. Si el viaje de la mañana fue incomodo, este es peor porque más que incomodidad, hay una amargura y enojo latente en el ambiente. Cuando llegamos a casa, me dispongo a bajar del auto, pero su mano sosteniendo mi muñeca me detiene.
Lo miro.
— Te invito a salir mañana — me dice.
— ¿Qué? — Le pregunto, aturdida.
— Hace bastante no vamos a cine, vayamos.
— Fuimos a cine hace poco, Jeremy.
— Vayamos de nuevo.
— ¿A qué hora? — Cedo, viendo que parece ser importante para él.
— ¿A qué hora te reunirás mañana con ese chico?
— No lo sé, supongo que en la tarde.
— Bueno, te invito en la tarde.
Lo miro de hito en hito, sin dar crédito a lo que dice.
— Jeremy…
— Te invito a salir a la hora exacta en que él quiera venir a tu casa.
¿Qué es lo que está pasando?
Niego lentamente, mirándolo con incredulidad.
— No, me reuniré con Ryan.
— Cancélale — me ordena.
¿Pero qué…?
— No, no lo voy a hacer — trato de irme, pero él agarra mi brazo —. Suéltame, Jeremy.
Pero él no lo hace, en cambio, me jala para acercarme más a él y su mano se envuelve en mi mejilla con suavidad, haciéndome mirarlo. Su fresco aliente baña mis labios y mis ojos parpadean varías veces, resistiéndome a la necesidad de cerrarlos y rendirme a su suave toque.
— Dime que sí, Rora — susurra.
— ¿Por qué estás actuando así? — Murmuro con voz entrecortada.
Con una dulce ternura, acaricia mi nariz con la suya.
— No lo sé — sus labios rozan los míos, pero me alejo a tiempo antes de que las cosas pasen a mayores.
— No me beses, Jer — le pido.
— Rora…
— Ambos sabemos que después vas a arrepentirte.
Eso lo calla, su manzana de adán se mueve cuando traga, viéndose sin argumentos.
Suspiro y dejo caer mi frente en su hombro, respirando con calma mientras espero a que los acelerados latidos de mi corazón disminuyan.
— ¿Por qué estás actuando así ahora que no estás con Sabrina? ¿De repente te olvidaste de ella y te sientes atraído por mí? No juegues conmigo. No me pidas que sea tu rebote, Jeremy, por favor — le imploro —. Sabes que te diría que sí, te diría que sí a todo lo que me pidas. Así que, si me tienes un poco de cariño, sé el cerebro que le falta a mi corazón y no permitas que me hunda.
— Aurora…
— Por favor.
Agarro la mochila del asiento de atrás y me bajo del coche sin permitirme mirarlo.
Él tiene el poder de destruirme y si yo misma no soy capaz de detener mi caída, espero que Jeremy lo haga.
A este punto, es el único que puede hacerlo.