CAPÍTULO 6 – El Rumor del Retiro Kael llevaba el abrigo abierto y las botas cubiertas de polvo seco. Había amanecido sin dormir —otra vez— y sus pasos resonaban con fuerza en el corredor de piedra de la posada donde se alojaban. El lugar era amplio, cómodo, con alfombras bordadas y muros decorados con tapices de antiguas gestas… pero el Rey no sentía descanso ni en los colchones más suaves ni en las copas de vino más caras. Su alma estaba inquieta y Su pecho, cargado, su vínculo... cada vez más débil. —No vamos a esperar ni un día más —dijo con voz baja pero cortante. Elías, que venía detrás, apenas levantó la ceja. —Majestad, no han terminado los actos protocolares —le recordó uno de los asistentes del Consejo—. El Consejo insiste en que debería quedarse hasta el final de las reu

