Conforme el beso se profundizó, las manos de Sadrac comenzaron a explorar el cuerpo de Brielle con una reverencia que trascendía simple lujuria y se adentraba en territorio de adoración genuina. Era como si quisiera memorizar cada curva, cada textura, cada respuesta que podía despertar en ella a través de su toque. Brielle respondió con igual intensidad, sus propias manos explorando el cuerpo bronceado de Sadrac con una familiaridad que hablaba de intimidad establecida pero también con una urgencia renovada que había sido despertada por los eventos de la noche. Había algo diferente en la manera en que se tocaban esta noche, como si hubieran cruzado un nuevo umbral en su comprensión mutua. —Sadrac —murmuró contra sus labios, con su voz llevando tanto deseo como algo más profundo que lucha

