Sadrac gruñó con un evidente disgusto y profunda reluctancia, pero al instante recordó los términos del acuerdo que acababa de hacer, por eso colocó sus manos grandes en las ruedas exteriores de metal como Brielle había observado hacer al carpintero durante la demostración. Sin esperar más, comenzó a empujar hacia adelante, moviéndose poco a poco hacia la Elfa, sintiendo que cada rotación individual de las ruedas era la humillación más grande y degradante que había experimentado en toda su vida como conquistador y rey guerrero.
Sin embargo, a pesar de su resistencia emocional, no pudo evitar notar que el movimiento era bastante fluido y natural. La silla había sido diseñada con una precisión que le permitía maniobrar con relativa facilidad, y su pierna herida experimentaba un alivio inmed
