Era un pensamiento que debería haberlo consolado desde una perspectiva militar, pero en su lugar solo intensificó la sensación de pérdida que había estado tratando de ignorar desde que ella había hecho su propuesta.
Brielle, mientras preparaba su magia para comenzar el proceso de curación, notó de reojo cómo Sadrac permanecía inusualmente callado. Estaba acostumbrada a sus comentarios sarcásticos durante estos momentos, a sus órdenes autoritarias, incluso a sus quejas de cualquier cosa que ella encontraba drástica. Este silencio pesado que llenaba la habitación como una presencia física era nuevo y, de alguna manera, más perturbador que cualquier explosión de temperamento habría sido.
«Está tan callado», pensó Brielle mientras canalizaba su poder de hielo a través de sus manos. «Usualmen
