Las otras tres doncellas se alinearon detrás de Thessa, y todas intercambiaron miradas que revelaban de que habían notado que algo estaba mal. La postura de Brielle, la palidez más de lo usual de su rostro, la manera en que evitaba el contacto visual directo... todo hablaba de una mujer que había experimentado algo devastador. Al ver los rostros familiares y preocupados de las mujeres que la habían cuidado durante su tiempo en Pyrion, algo dentro de Brielle se quebró por completo. Las lágrimas que había estado conteniendo desde su confrontación con Sadrac comenzaron a fluir en libertad, cayendo por sus mejillas en un caudal que no podía controlar. —¡Su Alteza! —gritó Iris con alarma, y sin pensar en el protocolo que por lo general le habría impedido tocar a la realeza, corrió hacia Briel

