El príncipe Zelek observó la escena con bastante curiosidad. Ver cómo su hermano había accedido a llevar a la Elfa a pasear por la ciudad era algo completamente fuera de lo normal en él. Sadrac jamás cedía ante las demandas de nadie, y mucho menos de una mujer que, aunque necesitaba para su sanación, su orgullo jamás admitiría que ella era importante. Sin embargo, el principe lobo conocía lo suficiente a su hermano para saber que el hecho de que hubiera accedido tan fácilmente no significaba que fuera a ser bondadoso con ella. Al contrario, probablemente sería una experiencia terrible para la Elfa de tan baja estatura (según el promedio de Pyrion). Esa facilidad con la que había aceptado solo auguraba problemas. Es por esa razón que, sintiendo algo de curiosidad y preocupación por lo que

