—Es increíble... —murmuró Brielle, sin poder contener su asombro—. Todo es tan diferente a mi reino, su majestad. La arquitectura, la gente, incluso el aire se siente distinto. Es como si todo estuviera vivo de una manera que nunca había experimentado, me gusta mucho, mucho —dijo ella sonriendo, sin dejar de cubrirse con su sombrilla, aunque debido al viento que le proporcionaba el recorrido en la carroza, ya no se abanicaba. Sadrac la observó de reojo, notando la genuina fascinación en su voz. Por un momento, casi pudo ver el mundo a través de sus ojos, recordando la primera vez que él había salido de Pyrion y había descubierto que existían lugares donde no todo era fuego y piedra volcánica, pero eso habían sido hace años cuando era tan solo un niño. Sin embargo, su momento de algo pare

