—¿Y qué hay de cuando usted era niño? —preguntó Brielle, genuinamente curiosa sobre cómo alguien podía desarrollar una perspectiva tan fría hacia los animales—. ¿Qué hacía en su tiempo libre? ¿Nunca tuvo la oportunidad de simplemente... jugar? —preguntó Brielle, mirándolo hasta donde su vista le permitía, con un aire de que lo estaba juzgando en silencio. La pregunta pareció tomar a Sadrac por sorpresa. Por un momento, su expresión se suavizó ligeramente, como si la hubiera transportado a recuerdos que había enterrado profundamente. —Hacía lo que debe hacer todo futuro rey de Pyrion, mujer —respondió luego de unos cuantos segundos, aunque su voz había perdido algo de su dureza anterior—. Me preparaba para reinar. Entrenamiento, estudios, lecciones sobre... las realidades del poder. No ha

