¿El famoso está nervioso?

2678 Words
—¿n***o, rojo o blanco? —digo abriendo las puertas de mi magnífico closet —son nuevos los 3 —digo, mostrándole esos vestidos que aún están en la bolsa de la tienda. —Rojo, a ver, escote moderado, espalda completamente desnuda, piernas perfectas, si este es perfecto, ¡zapatos blancos por favor! —ruega está mientras abre la sección de zapatos. Las dos parecemos locas revolcando ese enorme closet buscando entre ropas y zapatos. —¿Joyas? —pregunta mi amiga viéndome con fijación. —¡Sabes que no uso joyas! —exclamo —¿cuándo me has visto usar joyas? —Eres demasiado rara, ¿tienes la que te regalé por tu cumpleaños? —Si, pero no usaré joyas, ¡eso hace disminuir el brillo personal. —¿De verdad viste la entrevista?, Hugo llena de joyas a su esposa, eso quiere decir que a él le gusta ver a las mujeres con joyas. —Pues de malas porque a mí no me gustan. —mi teléfono alumbra la pantalla y casi me caigo por ir corriendo a el, aún no registro su número pero sé que es él —¡faltan 20 para las 7 y él ya está afuera! —exclamo viendo a mi coqueta amiga y leyendo el mensaje de texto que me envió el futbolista. —Ya estoy afuera, ¡cuando quieras! —escribió Hugo. —Faltan 20 minutos para las 7, aún no estoy lista —le respondo al instante, pero no puedo negar que mis nervios aumentan, aún tenía la esperanza de que todo fuera solo un sueño. —¡Me gusta la puntualidad! —dijo, y por alguna razón lo remedé recordando su aguda voz. Le dejé saber a Bebi de la llegada del futbolista, así que sin más ella fue a recibirlo. —Le dices a los guardaespaldas que no se acerquen mucho... —le digo a mi amiga Jessica mientras voy a el encuentro. —Te ves hermosa, solo te falta perfume... y tranquilizarte un poco... —dice Jessica, siendo ignorada por mí, y corriendo detrás mío para ponerme algo de perfume. Llegué al área de la piscina muy confiada, creyéndome la última Coca-Cola del desierto, a la que cualquier persona desearía sin importar que. Cuando lo vi, frené en seco, y toda mi valentía se convirtió en escalofriantes nervios, el está de espalda, una espalda muy ancha; hubiera por un saco elegante; observa la vista, supongo, pero admito que toda mi atención fue directo a su matador redondo trasero, ¡bendito culo!, pensé mientras imagino mis manos masajeándolo por completo y dándole varias nalgadas. Luego lo recorro más abajo con mi mirada, esas piernas, las cuales solo un futbolista podría tener, están tan marcadas que sobresale por su pantalón clásico azul oscuro, lleva zapatos informales, y no puedo dejar de pensar el dicho de Jessica, según el tamaño del pie, según el tamaño del pene, y en este caso, es enorme. Podía sentir el aroma de su perfume y aún no estaba lo suficiente cerca de él, con todo mi cuerpo lleno de nervios, y con voz temblorosa, tratando de verme segura, hablé. —Hugo —dije, tratando de controlar el cosquilleo de mi garganta, con la seriedad y frialdad que me caracteriza; él volteó al instante que escuchó su nombre pronunciado por mi voz, ¡por dios!, siempre pensé que esas escenas solo eran posible en telenovelas, su cabello agitado por la brisa, sus profundos ojos claros impregnados en mí, gris azulado, o eso parece, su ahogante aroma pegándome con mucha más fuerza, ese rostro masculino y e intimidante, con una perfecta ceja rota, labios pegados y carnudos, enormes manos, bueno, él es enorme. Mis piernas amenazan con flaquear, y mi mandíbula se aprieta para poder disimular mi gran asombro, era él, ¡de verdad era él!, se ve demasiado serio... y ve directo a mis ojos, como queriéndome reclamar algo. A paso lento pero preciso, comienza a acercarse a mí, sin aún pronunciar palabra, cosa que no ayuda a mis infinitos nervios, yo me quedo completamente inmóvil, observando cada uno de sus movimientos. Buscó mi mano con su mirada, después regresó su mirada a mis ojos, tomó mi mano delicadamente y le da un beso mientras me ve, y yo no sé cómo aún estoy de pie, siento como millones de nervios crecen en mí, y mi boca intenta decir algo, pero no lo consigo, un un leve —haa —es lo que me sale, y eso, con dificultad. Hugo —Laura —pronuncié su nombre con tranquilidad y sin mucha emoción, es una mujer hermosa, es aún más hermosa en persona que en las fotos de sus redes, y sí, sé que está nerviosa, se le nota en la forma que juguetea con sus dedos. —Bienvenido —dice, tratando de sonreír, pero no lo consigue del todo. Veo mi reloj en señal de que está tarde, ¡lo hago a propósito!, ya que, pretendo incomodarla —gracias, y bien, ¿a dónde iremos? —una vez más pienso lo simpática que se ve, pero recuerdo el motivo por el cual estoy aquí. —Estaba pensando que como necesitas mucha privacidad, pues no conozco un lugar más privado que esté —dice mientras señala a su alrededor con sus manos. Veo todo a mi alrededor y asiento con mi cabeza —pensé que iríamos a cenar, no he cenado aún y llevo una dieta muy estricta. Laura —No te preocupes, ¡comida es lo que hay! —le hago señas con mi mano invitándolo a que me siga. —Tienes una casa hermosa —dijo, con esa voz que no saldrá de mi mente por mucho. —Gracias —dije, y mientras lo dirijo a la terraza, al subir las escaleras él me cede el paso, dejándome muy en claro su caballerosidad —Ay por dios, lo siento, lo siento mucho —digo mientras llevo mis manos a cubrir mi rostro de la gran vergüenza que estoy sintiendo en este momento, no puedo creer lo que estoy viendo, decoraron mi terraza con temática romántica, ¿por qué hay rosas rojas y velas y esas luces?, ¿por qué hay una persona en la esquina que comenzó a tocar un violín al vernos?, ¿por qué la mesa está tan hermosa y tan pequeña?, ¡no había una mesa más grande para poner!, cuando veo el cielo está completamente lleno de estrellas, es como si el universo se hubiese puesto de acuerdo con Bebi y Jessica, por dios las voy a matar a las dos cuando salga de aquí. —Wow, esto sí me ha tomado por sorpresa —dijo el futbolista, abriendo sus ojos más grandes que los de una vaca, y yo me estoy muriendo de la vergüenza. —Lo siento muchísimo, yo creo que Bebi se confundió, por dios esto empalaga de lo perfecto que está, mejor cenamos fuera como habíamos quedado antes —siento tanta vergüenza que toda mi cara arde. —No te preocupes, la verdad todo está perfecto, mi modo que le dejemos esto tirado a Bedi, ¡démosle el gusto! —dijo Hugo, adelantando el paso para así cederme la silla, pero yo no puedo siquiera verlo a los ojos, solo tomé asiento y seguido el hizo lo mismo. —Lo siento, de verdad lo siento muchísimo, no tenemos porqué quedarnos aquí, podemos bajar a la piscina —insisto en ir a otro lugar y veo cómo una sonrisa comienza a dibujarse en el rostro de ese hombre tan serio. —No te preocupes, esto es muy hermoso, ¡nunca habían preparado algo tan romántico para mí!, muchas gracias —dijo, y algo me dice que está comenzando a sentir mis nervios y eso lo enorgullece y lo divierte. —De nada, pero yo no preparé esto. —Tranquila, esto es… —dice dirigiéndose a unas 3 botellas que reposan al lado de la mesa dentro de un gran balde con hielo —¿champán, vino tinto o blanco? —Lo siento, yo... —digo recordando lo poco amable que he sido. —Tranquila mujer, tranquila, yo puedo, ¿qué deseas? —Champán —dije al instante, ya que ahora más que nunca necesito un poco de alcohol. —Si, eso pensé —abrió la botella sin dificultad, y al instante llenó las dos copas. —Gracias —pronuncié alzando mi mirada por primera vez, lo veo, lo detallo a la perfección, mi mente comienza a imaginarse como se verán sus fuertes piernas en persona, es tan sexi y tan tenebroso. —Salud por esta noche —dijo el futbolista extendiendo su copa para chocarla con la mía. Tomé la copa de champán completa sin siquiera decir salud o siquiera respirar... —¡Hasta el fondo entonces! —dijo el famoso, y bebió hasta el fondo igual que yo. —Bien, ¡creo que ya es hora de que me digas qué quieres! —exijo llena de curiosidad. —¡Eres muy directa! —dijo, tornándose serio y rascando un poco su perfecta barba. —No solo soy muy directa, sino que la curiosidad me está matando, ¿por qué averiguar todo acerca de mí?, ¿qué quieres Hugo Yanes? —Bien, necesito que te retractes en absolutamente todo lo que dijiste ayer en la radio, es sencillo, ¿no crees? —dice, con la frialdad que lo caracteriza al parecer. —¿Eso es todo? —digo casi sonriendo del alivio que llega a mí. —¿Qué más podría querer yo de ti? —sus cejas se alzan mientras ve como comienza a molestarme ese comentario. Suspiro profundamente para luego hablar —que alivio, ¿y tú no podías decirme eso por teléfono?, tenías que montar tanto drama únicamente para decir eso, llevo todo el maldito día pensando en que es lo que tú quieres, ¿y es solo eso? —ahora estoy algo furiosa, aunque por supuesto que agradezco todo el drama, estoy cenando con él, él está en mi casa, tengo su número de teléfono, besó mi mano, en el fondo agradezco el drama. —Ya te dije, ¿qué más puedo querer yo de ti?, no eran necesarios los guardaespaldas, ¡¡no te haré nada!!, ¿qué supusiste? —¡Mejor pregunta qué fue lo que no pensé!, ¿más? —digo mientras tomo la botella de champán en mis manos e intento evitar la pregunta de los guardaespaldas, ahora me siento ridícula. —Sí.. —dijo. Le serví champán al señor futbolista y luego llené mi copa, y bebí sin respirar y seguido me volví a servir. —¿Y entonces? —pregunto con curiosidad. —Ya traen la cena —interrumpo su pregunta al ver a Bebi llegar. —Perdón que interrumpa, pero ya está esta delicia... —dice la simpática Bebi, mientras yo le dedico una matadora mirada la cual esta ignoró por completo. Bebi y varios meseros nos dejaron un gran banquete, el cual pude observar que Hugo disfrutó como si hubiese pasado años sin comer. —¡Y eso que tienes una dieta muy estricta! —bromeo con el señor, pero al parecer a este no le causó nada de gracia. —Está delicioso todo, hace mucho no comía tanto como hoy, en cambio tú ni tienes apetito por lo que veo —dice, percatándose de que mi plato está casi intacto. —No tanto, pero si, Bebi es la mejor cocinando. Hugo Me pongo de pie y extiendo mi brazo en señal de que quiero que ella se levante, me ve extrañada, pero no duda en seguirme —¿bailamos? —pregunto, tratando de ser algo simpático, pero solo consigo ponerla más nerviosa de lo que ya está. —¿Es en serio? —dijo al instante, pero ahora ve mi mano, y dudosa la acepta, mientras que con mucha dificultad lleva su mirada a la mía. —Si —dije, antes que todo soy un hombre muy caballeroso, y si hay música romántica, tengo que sacar a bailar a mi cita, sea cual sea el motivo. Laura Él agarró mi cintura como si fuera de su propiedad, con fuerza y precisión, llevándome muy cerca a él, tanto que si tacto me estremece, el roce de mi cuerpo con el de él es algo explosivo, siento su respiración muy cerca de mi oído mientras que simulamos un suave baile al ritmo del violín, con su mano libre busca una de mis manos y entrelazó nuestros dedos, llevándome a apoyar mi miedosa mano en su hombro, y ahí la dejé descansar, por instinto la moví simulando algún tipo de caricia en el crecimiento de su cabello, y lo sentí estremecerse, tanto que no lo aguanto, y tuvo que decir algo. Hugo —Eres muy mala bailando —sí, también soy muy sincero, y sí, es muy mala bailando, aunque eso no fue lo único que pude percatar, su piel es tan suave, y su perfume es una perfecta mezcla de jazmín, y acabo de descubrir que mi piel es muy sensible a su tacto, tanto que mi pierna derecha se erizo por completo el ella acariciar con suavidad mi nuca. Laura Me aparté al instante de ese adictivo momento sintiendo algo de vergüenza, el tiene razón, soy muy mala ora el baile, más no para otras cosas —bien, ya se acabó, a lo que viniste, tengo cosas que hacer, así que habla rápido. —Ya dije lo que quiero. —Muchísimas personas dieron opiniones peores que la mía, ¿por qué precisamente mi opinión fue la que llamó la atención de tu esposa y la tuya? —Ese no es tu problema, y sí, sé que nada es gratis en esta vida—llevó su mano en busca de lo que a mi parecer es una chequera que guardaba en el bolsillo interno de su chaleco. —¿Un cheque? —exclamé impresionada. —En blanco, tú pones lo que creas que cueste retractarte de tu opinión públicamente. —¿Acaso tengo cara de necesitar dinero? —dije viéndolo con fijación. —Todos tenemos un precio —insistió, haciendo resaltar su aguda voz. —¿Tu escuchaste todo lo que yo dije en la radio? —comienzo a ser algo seductora, lo veo a sus increíbles ojos y le hablo despacio. Hugo —Absolutamente todo —trago en seco al verla actuar de esa manera, juega con sus ojos mientras sonríe como una maldita perversa, ¿me pedirá sexo? —¡Mi precio no se compra con dinero!, ¡quiero algo más! —dijo siendo un poco más liberal, caminó hasta mí tan suave como una felina, y comienzo a sentir algo de incomodidad, tal vez mi mujer tenía razón, esto puede funcionar. —¡No me voy a acostar contigo!, lo siento, dinero es lo único que te puedo ofrecer —esta mujer llego muy cerca a mí, y con un cauteloso jugueteo llevo sus manos a recorrer mi abdomen, hasta llegar a mi corbata y jalarme aún más hasta ella, tanto que sus rojos labios es lo único que tiene mi atención. Laura —¿Cómo sabías que te pediría que te acostaras conmigo? —estoy comenzando a disfrutar esto, ¿alguien más está nervioso? O es solo idea mía, él no responde, así que insisto —¿cómo sabías lo que quería? —digo, ahora dejando que mi otra mano recorra su pecho despacio, mientras que la otra aún lo sostiene por la corbata, lo veo a sus ojos, siendo aún más coqueta que la vez anterior, quiero ver su reacción. —¿Qué más puede querer una mujer de mí si no es dinero? —dijo algo serio, pero no ha rechazado mi coqueteo. —Tenerte en mi cama antes de conocerte sonaba demasiado… caliente —pronuncié pausadamente y viéndo sin pudor alguno sus llamativos labios —pero ahora que te conozco, no, no se me antoja para nada tener en mi cama a un hombre como tú.
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